Nevada infernal

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Veía por la ventana como empezaba a nevar poco a poco. Wren tenia razón. La tormenta se acercaba. Habían pasado ya dos días desde lo sucedido en el camion, cuando salí corriendo Wren y Demian me alcanzaron pero yo ya me había encerrado en un cubiculo del baño. Una monja (que ha decir verdad era menos regañona que el resto) se acerco y reprendió a Demian por entrar al baño de niñas y luego mando a Wren a su salon. Le mentí diciendo que me asuste por la neblina. Despues de eso, ese día y ayer, no hable con ellos. Simplemente me aleje, quería estar sola.

Era sábado por la mañana y mis padres aun dormían, mama había tenido turno de noche en el hospital y papa se había quedado hasta tarde en las oficinas. Por supuesto no les conté de la visita que tuve en el camión, por así llamarlo.

Estaban por dar las ocho menos quince y mi estomago ya rugía, pero no me percate de este, tenia bastante en que pensar. ¿Realmente iba a matar a ese hombre? ¿Realmente el mato a Wren? O seria que me estaba volviendo loca. Desde ayer que no veía a Azarath, no sabia si debía de preocuparme o relajarme. Estaba intentando buscar un patrón para saber en que días vendría y cuales no, los pocos datos que llevaban no me servían de mucho. El apareció el miércoles, luego el jueves. Ayer, viernes no y hoy quien sabe.

Todos estaban avisados de la tormenta. No habria casi personal en los hospitales. O centros de salud mental. Si Azarath aparecía en esta tormenta, seria mejor que mis padres no estuvieran en casa, pero ¿como unos padres dejarían sola a su única hija de 5 años en una tormenta que tal ves duraría 6 días?  No podría ni pedirlo, si Azarath regresaba se que tengo que pelear con el, no se como, o de donde saque lo que puedo hacer, pero puedo, lo que me preocupa es solo una cosa: de verdad iba a matar a ese hombre. Yo, bueno, yo no estaba pensando con claridad, estaba cegada por la ira y el dolor de ver a Wren muerta por causa de ese señor. No puedo permitir que nada les pase. Jamas. Tendría que aprender a controlar lo que hago pero también a controlar mi ira, si llego a matarlo, no seria mejor que el, soy solo una niña, no me quiero convertir en un monstruo, me niego aceptarlo.

Regrese la vista al reloj y ya había pasado al rededor de una hora. Así que decidí ir yo por algo de comer aun que mama me lo prohibía, era muy pequeña para alcanzar la comida, a diferencia de días de escuela que ella me dejaba todo en la mesa o en las estanterías bajas y de lo contrario, cuando no me facilitaba el trabajo, tratar de alcanzarlo provocaría un desastre o eso decia ella, pero mis tripas rugían como nunca, no era tanta hambre, ya que ni tiempo tenia de pensar en el, era mas bien ese ruido molesto que hacia mi estomago con lo que quería acabar.

Vi el cereal encima del refrigerador, bastante alto para mi estatura y las sillas estaban muy pesadas como para mover las sin arrastrar. Debía pensar en algo más. Así que concebí la, no tan brillante, idea. Me enfoque en que el cereal se bajara usando solo mi mente, así como lo hice pegando a Azarath a la pared del camión con tan solo pensarlo, en como pude levitar, pero todo parecia en vano. Me sentí muy estúpida por no poder. Pero debía pensar algo mas. Entonces al momento que camine de espaldas hacia atrás, tope con la canasta de la fruta y una naranja rodó. ¡Una naranja! La tome y la lance varias veces hasta intentar pegarle en el cereal para provocar su caída. Daria un golpe, claro, pero seria un golpe no tan fuerte y no despertaría a mis padres, arrastrar una silla sin duda los despertaría. Primero le daba a la pared que estaba atrás del cereal para que después rebotará y le pegara a la caja y cayera en mis manos. Después de haber perdido 3 naranjas y 12 intentos, lo logre. El cereal callo y logre atraparlo en el aire.

Tome un plato hondo y serví un poco en el. Era el momento de servir la leche, la leche era algo que alcanzaba a agarrar pero el problema era que el galón era algo pesado. Estaba casi lleno el galón y era bastante pesado, lo tome con las dos manos y sin cerrar el refrigerador fui a la mesa a servirme un poco, la tapadera estaba un poco dura pero después de un leve enrojecimiento de mis manos, cedió.

La Hija Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora