La lluvia no había sido obstáculo para nuestros planes de salir en la noche. Lucy había traído un paraguas en el cual nos habíamos metido tres de nosotras, Zoe dio la opción de salir corriendo hacia la puerta abierta. Planté un rápido beso en su mejilla como diciendo gracias, por sacrificar su cabello por el resto del grupo.
“Si, si. Entra.” Respondió juguetonamente.
El Black Dog estaba lleno, el bar es de los únicos lugares en la zona que tiene una mesa apropiada de pool (billar o como le digan) y un área específica para los jugadores de dardos. Me pareció mejor esta atmósfera que la de algún sucio club. No teníamos expectativas para bailar y la vieja rockola, en la pared más lejana, hacía sonar una de las nuevas canciones de los Arctic Monkeys.
Charlotte nos llevó a una mesa en la esquina y nos señalaba furiosamente antes de que alguna otra silla fuera llevada lejos.
“¡Uh, Uh, uh!” Zoé reprimió al hombre que se llevaba su silla. “Esa es mía, querido.”
Yo me reía mientras le deslizaba la silla para sentarse. Ella le agradeció con un rubor que casi emparejaba con el color de su cabello.
“Voy a buscar algunas bebidas.” Levanté la voz para ser escuchada sobre las constantes charlas.
“¿Quieres que vaya contigo?” Se ofreció Lucy, re justando la pinza de su cabello.
“No gracias, ¡apártame el lugar!”
Recibí unos pulgares arriba como confirmación antes de pasar entre los cuerpos apretados. Algunas personas fueron menos que ayuda en mi camino hacia el bar, bloquéandome hasta que los golpeaba en el hombro.
Una vez que tuve éxito de pasar, esperé en la barra de madera. La pobre mujer de las bebidas estaba tan apurada, continuamente topándose con el propietario y ella misma para alcanzar a otros clientes. En ese punto yo ya estaba en la lista de prioriedad.
“Creo que vas a necesitar unos tacones más altos.”
Giré a la derecha para encontrar una brillante sonrisa y un par de ojos marrones.
“¿Eh?” Pregunté.
Su frente estaba cubierta con sudor, los cabellos oscuros aferrados a la humedad.
“Para que te vean.” Él señaló a lo largo de la barra.
Tan pronto la gente recibía su bebida, eran reemplazados por más personas sedientas. Era un ciclo sin fin, hasta la campana de las últimas bebidas.
“Oh, no me importa esperar.” Sonreí.
Devolví mi atención al bar, inclinándome en la barra para llamar la atención de alguien.
“Tienes que ser más evidente.” Él dijo antes de llevar sus dedos a la boca y silbar.
El sonido casi se escuchó a través de los estruendos en el bar, pero hizo un buen trabajo paralizándome por nuestra proximidad. Salté, riéndome con él mientras el hombre de atrás del bar venía.
“¡Funcionó!” Aplaudí.
“Siempre.”
La respuesta fue acompañada de un guiño, sintiendo su presión contra mí mientras más personas se acercaban para llamar la atención. Él ordenó antes de mirarme.
“Estoy bien gracias, estoy con mis amigas.”
Asentí en dirección a la mesa que dejé hace un rato, espero que Lucy haya mantenido su palabra y cuide mi asiento.
“Oh, vamos” Animó con un tono juguetón.
“De verdad.”
Moví mi cabeza negando. Él entregó dinero por una cerveza, pero no fui lo suficientemente rápida antes de que el personal se moviera y yo estuviera al final de la fila otra vez. Suspiré, colocando mi bolso en la barra entre dos posavasos.
“Así que…” continuó el ojos marrones “¿estás saliendo con algún Dios griego?”
Me reí, frunciendo el ceño confundida por su pregunta.
“Ya sabes, alto, musculoso, ¿que podría romperme por la mitad con su dedo pequeño?”
Tomó su botella mirándome.
“¿Cómo sabes que no es una Diosa griego? Respondí.
“Ahora, eso sería caliente. ¿Me dejas ver?”
Solté una risa la cual aparentemente pensó que era entrañable. Mi codo fue tomado suavemente mientras ponía su botella abajo, subiendo su cabeza a mi oído. Sus dedos presionando mi piel desnuda, un acto al cual yo no estoy acostumbrada a sentir por parte del sexo opuesto. El único chico con el que alguna vez quise ese tipo de intimidad ya no era parte de mi vida, excepto por los pocos momentos en los que mi corazón se agitaba y podía jurar que lo sentía cerca. Escondido, mirándome.
“¿Cómo te llamas?”
El calor de su aliento hizo que se me pusiera la piel de gallina y me estaba dando repulsión su presión por respuestas.
“Bo.” Divulgué un poco inquieta.
“Soy Darren.”
“Regresaré con mis amigas.”
Volteé para escapar antes de que pusiera ser testigo de la mistificación de sus rasgos. Tal como él pensaba, estábamos llegando a las mil maravillas.
“Hey.”
Una mano agarró mi muñeca, me volteé para enfrentarlo. Mi brazo fue liberado cuando notó mi malestar, pero aun así seguía implacable la interrogante.
“¿Qué pasa? Aún no has conseguido tu bebida.”
“No creo que lo logre, está un poco lleno, vendré más tarde.” Me apresuré para perderme entre la multitud.
“Yo digo que la tendrás.”
Darren había perdido su puesto en el bar mientras persuadía la conversación. Con la excusa de mantenernos cerca debido a que el ruido crecía cada vez más.
“Y yo me niego.” Señalé firmemente.
El toque de sus dedos sobre mi hombro era indeseado. Abrió su boca para argumentar aún más, pero fue interrumpido antes de suplicar.
“Hey amigo, hay alguien afuera que quiere hablarte.”
Darren y yo miramos al hombre con el abrigo mojado. Había entrado obviamente después de haber pasado por la lluvia británica. Le hubiese agradecido por su maravillosa sincronización si Darren aún no estuviera persistente en la incertidumbre al lado de mí.
“¿Quién es?”
“No lo sé.” El hombre se encogió de hombros. “Sólo está afuera.”
Tome la bendita oportunidad para salir de la situación y regresar con mi grupo de amigas. Él llamó mi nombre dos veces después de que lo viera siguiendo a mi salvador a la puerta.
***
Logré regresar a la mesa relativamente ilesa, tomando mi asiento y explicando a las chicas sobre las bebidas. A ellas no les importó tanto, felices de hablar e intentar nuestras posibilidades en un juego de pool. Mantuve la mirada curiosa en la puerta, esperando a ver cuándo Darren haría su aparición.
Minutos después la puerta se abrió y alguien hizo un gran acto al entrar al bar. Mi cara se puso blanca cuando reconocí la figura pasando por los grupos que estaban parados. Me tambaleé, mis amigas me llamaron después cuando lo encontré a mitad del camino. Su cabello estaba despeinado, su ojo izquierdo hinchado y cerrado y la sangre salía de su nariz. Era un desastre.
“¡Dijiste que no salías con nadie!” Darren me gritó.
“Así es.”
Él ignoró mi desconcierto, quitándose la sangre antes de que entrara en su boca.
“Entonces, ¿quién demonios fue ése?”
Lo empuje, abriéndome paso, furiosa hasta la puerta. Mi lado izquierdo choco con la madera pesada, estallando en la húmeda calle de Londres. No tome mucho tiempo para encontrarlo, el ángel sobre mi hombro. El corrió su pulgar sobre los nudillos de su mano derecha, probando la flexibilidad de sus dedos antes de enrollarlos en un puño.
Me pare sola afuera de la cabina del bar, mirando a Harry desde el otro lado de la calle antes de que sus ojos estruendosos incendiarán mi cuerpo. Era oscuro y puro con lluvia, mi piel comenzó a ponerse de gallina con el frío. Pero no le pude dar importancia. Él estaba aquí.
Una capucha fue puesta sobre su cabello desordenado sostenido hacia atrás con una bandana, no tenía que desviarme. Después de meses de señales evasivas, y aparentemente especulaciones garantizadas, él estaba aquí. Mi corazón arrasaba contra mis costillas, y un pequeño, quizás una insignificante parte de mí, anhelaba la oscuridad en la que él se desvaneció.
Pronto dejé de sentir su presencia después de esa noche, ya no está allí para observar de manera protectora.
Tenía que pelear por mí misma.