Capítulo 12

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En silencio y sin cruzar una palabra, solamente una mirada es suficiente para hablar. Ya son más de 20 años de momentos congelados en recuerdos que jamás se olvidarán. Y pasarán los años y siempre estarás buscando un plan, para que se hagan realidad los sueños que soñábamos antes de ayer al dormir, hablando del tiempo que nos quedará por vivir.
Nadie como tú - La Oreja de Van Gogh

Si hoy fuera el último día que veras a tu novio o a tu mejor amigo ¿Qué harías? ¿ Qué le dirías? ¿Te gustaría saber que hoy será la última vez que lo veras? A mí si me habría gustado saber cuándo sería la última vez que vería a personas importantes en mi vida. No por qué me arrepienta de algo, o no les haya pedido una disculpa o no haberme despedido. Me hubiera gustado saber para haberles dicho cuánto los quería y amaba, cuán importantes son para mí y decirles todo aquello que les oculte por pena y miedo.  Ojalá pudiéramos saber cuándo serán las últimas veces. Tarde un poco en entender lo importante que es ser sincero desde el principio y no guardarte lo que sientes y piensas. Un día querrás decirle lo que sientes a esa persona que te gusta, y quizás ya no podrás. Has y di las cosas en vida. Sin miedo, solo atrévete. Nunca se sabe.

Después de una  semana de vacaciones de verano llego el día de los XV años de Mayra. Ese día Juan Carlos no fu a desayunar conmigo, supongo que estaba ayudando en casa con todos los preparativos para la fiesta. Pase toda el día viendo caricaturas. Al llegar la noche mi familia comenzó a arreglase para la fiesta, mi padre se había comprado un traje muy bonita, mi madre un vestido muy elegante color rojo. Y mi hermano y yo, bueno, jajaja nos veíamos bien. Nos fuimos en taxi al salón de eventos donde serían los XV años. No frecuentaba estar en lugares y fiestas así, cuando era niño me asustaba ver muchas personas juntas. Entramos, nos sentamos en una de las mesas más cercanas a la pista de baile para poder apreciar mejor el vals.
Y ahí estaba toda la familia Palma, acercándose hacia nosotros, se veían sumamente elegantes y puedo decir que Mayra se veía hermosa. Quizás una se las quinceañeras más bellas que he visto hasta hoy en día.
Aunque Mayra era el centro de atención de todo el mundo, no era el mío. Mientas todos la saludaban y miraban, yo solo veía a Juan Carlos, tan guapo con su pequeño traje azul, una camisa blanca y una corbata azul celeste que hacía un juego perfecto. Estaba acostumbrado a mirarlo sucio, sudado y mojado, y aún así me parecía guapo. Imagínalo con traje, bien peinado, con sus zapatitos negros y con la misma sonrisa que me regalaba cada vez que me miraba. Se acercó a mi, me abrazo y le pidió permiso a mis padres para que pudiera sentarme con él en la mesa principal. La fiesta fue un total éxito, la comida fue muy buena, la música daba un ambiente muy familiar y alegre, y aunque no recuerdo el vals, sé que debió ser hermoso. Se partió el pastel y comenzó el baile. Sonaba " El amor es triste"  de Paul Mauriat cuando Juan Carlos me pidió que bailáramos. Me alegra no haber sabido el nombre de aquella canción, o me habría dado tristeza bailarla en vez de la inmensa alegría que sentí. Yo estaba felizmente comiendo pastel junto a él cuando volteo a mirarme.
—Vamos a bailar—dijo con pastel en la boca.
—No se bailar—dije también con pastel en la boca— Y no me gusta
—Pero yo quiero bailar—contestó—yo te enseño.
—No quiero—respondí—¿Por qué no bailas con una de tus primas?
—Porque yo quiero bailar contigo—dijo suplicante mientras tomaba mi mano—Baila conmigo.
Un día llegará alguien que te hará bailar aunque no te guste, y lo harás solo porque es con él. Nos levantamos, y fuimos hacia la pista de baile donde se encontraban algunas pocas personas bailando ese vals. Con una de sus manos tomó una de las mías, y con la otra me tomó por la cintura. Él era un poco más algo que yo, pero aún así pude tomarme de su hombro y no verme tan torpe. Recordaba cómo me sujetaba aquella desagradable niña durante mi vals de graduación del kínder. Ojalá dejaran elegir a los niños si quieren bailar con una chica o con un chico, y lo mismo a las niñas.
Y tal y como canta Julieta "si me invitas yo bailo siguiéndote" yo seguía los pasos y vueltas de Juan Carlos. Intentaba mirarlo a él y su sonrisa de felicidad de haberme convencido pero no podía evitar mirar nuestros pies para cuidar que no lo pisará. Fue mi primer pero no último vals. Me gusta saber que nuestra inocencia y cariño que nos teníamos nos permitió bailar sin sentirnos avergonzados, extraños o incómodos. Solo éramos dos niños bailando juntos. No había religión, pecado, sociedad, enfermedad, confusión, no había maldad. Solo dos corazones con la misma melodía.Termino la canción y con ella todas las barreras inconscientes que había aún entre él y yo.
—Te quiero—dijo sonriendo —te quiero mucho Chayane
—Yo te quiero más Juan Carlos—conteste sonriendo por primera vez más que él.
Me acerqué a él y lo abrase igual de fuerte que un niño cuando abrasa a su oso de peluche cuando escucha relámpagos y truenos. Él me besó en la mejilla y luego en la frente.

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