32. La frontera

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La travesía a Vasilia transcurrió sin contratiempos

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La travesía a Vasilia transcurrió sin contratiempos. Mantuvieron un perfil bajo y se detuvieron lo menos posible. Durante el camino, William continuó instruyendo a Wendolyn sobre Dragosta y su corte. Pero eran demasiados nombres que memorizar y no lograría retenerlos hasta ponerles rostro. Intentó concentrarse en las costumbres vasilianas, eso era más sencillo de aprender que las estirpes.

A medida que se aproximaban al Río Rojo, estaba cada vez más nerviosa y no ayudaba la tensión palpable entre William e Iván. Aunque habían quedado en buenos términos, acercarse a la frontera entre Svetlïa y Vasilia les recordaba que el primero era un vampiro de sangre real y el segundo descendiente de mirlaj.

Iván se tornaba taciturno cada vez que recordaba a su gente a quienes no había visto en ocho años. Tampoco ayudaba ser consciente de que, si quería encontrar a Raymond, tendría que despedirse de William y Wendy.

Por otro lado, el humor del vampiro se volvía más lúgubre cuanto más se acercaban a Vasilia. De no conocer su destino, Wendolyn creería que se dirigían a un funeral y la emoción que sintió cuando partieron de Isley, se esfumaba lentamente hasta dejar solo nervios.

La última noche, no se detuvieron y forzaron a los caballos para llegar al Río Rojo antes del amanecer. Era mejor cruzar de noche, al amparo de la oscuridad. Cuando al fin llegaron a su destino, se ocultaron en una arboleda cercana al Puente Viejo, uno de los pocos lugares por los que se podía cruzar el río.

William, Iván y Wendy bajaron del carruaje, y los soldados guiaron a los caballos para que pastaran. La joven aprovechó para estirar las piernas y olvidarse del bamboleo del viaje. Hubo momentos en los que sintió el estómago tan revuelto, que ni siquiera había querido beber sangre.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Iván mirando a William.

—Esperar. El mensajero de mi tío no tardará en llegar, él nos guiará a Wendolyn y a mí a través de la frontera. Debes tomar una decisión sobre lo que harás —dijo mirándolo con fijeza.

El joven se limitó a asentir y se alejó hasta internarse en la arboleda. Después de haber pasado días metido en el carruaje con ellos, Wendy sabía que quería estar solo, pero no pudo dejarlo ir sin más. La sola idea de tener que despedirse de él, le oprimía el pecho. Desde su conversión, había muy pocas personas que la apreciaran. Ya le había dolido dejar atrás a Sophie y no quería separarse de él también.

Sintió la mirada de William sobre ella cuando siguió al joven a través de los árboles, pero no se detuvo.

Iván no se había alejado demasiado. Lo encontró sentado sobre un tronco caído, con la mirada fija en la hojarasca que cubría el suelo. Cuando estuvo lo bastante cerca, sus oídos humanos percibieron sus pasos y alzó la cabeza.

—¿Ya ha llegado el mensajero?

—No, seguimos esperando.

Se sentó junto a él y trató de estirar la falda de su vestido, pero estaba demasiado arrugada por el viaje.

Los eternos malditos ✔️ [El canto de la calavera 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora