29 de Abril del 2034.
Que maravilloso era entrar a casa de nuevo sin tener que ir sostenido de dos muletas incomodas. Esa sensación mágica y dolorosa a la vez en la palma de la mano entre los dedos pulgar e índice. Cerré la puerta y me dirigí al salón. Dejé todos los trastos que llevaba conmigo sobre la mesa de cristal del centro del comedor. Me senté en el sofá y estaba convencido de que era imposible que ese teléfono dejase de sonar. Ese politono que en algún momento no muy cercano que cambiaré. Me gustaba, pero lo estaba comenzando a odiar. Con el pulgar deslicé el botón verde. Seguidamente colocándomelo en la oreja podía escuchar a Ian, me acordaba de su voz perfectamente.
-¿Señor Lubik? No me cuelgue esta vez, es urgente. Necesito una respuesta. –Podía ver como su comienzo de estrés avanzaba rápidamente.
-Buenos días Ian, siento no haberle dado antes la respuesta, he pasado últimamente estos días un poco despistado. Olvidé totalmente pensármelo. Olvidé contactar. Lo olvidé todo.
-¿Y bien? ¿Cuál es su respuesta señor Lubik?
Sonreía. Una risa falsa. Lo estaba pensando rápidamente. Miré la mesa del comedor, las dos fotos de Giovanna estaban ahí. La tarjeta que me dio Dylan estaba en el mueble del salón sobre la televisión ¿Y si le llamo? ¿Y si quedamos una noche para tomar algo? ¿Y si puede contarme algo de Úrsula? ¿O de Giovanna? ¡Se junta con mis amigos! Tal vez sea cierto aquello de que ha cambiado. Todas las personas cambian. Giré la cabeza. Vi sobre la cama aquella caja vacía junto a una gran montaña de fotos y un montón de ropa interior por toda la cama. Pero de todo eso mil fotos aún por ver. Aún por recordar.
-¡Señor Lubik! ¡Contéstame! –El pobre joven se estresaba por momentos. Se le notaba cada vez más.
-¡De acuerdo! Acepto el empleo. ¿Qué día tendría que estar en Suiza?
Pude escuchar como el joven suspiró profundamente por el micrófono del teléfono. No sé si estaba seguro de aquella contestación. Perdí la oportunidad de volver a casa. De ver como todo había cambiado. De cómo había envejecido todo el mundo estos años atrás. Esta vez fui yo quien suspiró profundamente.
-Le esperamos el día 3 de mayo. Le mandaremos la dirección por correo electrónico. ¡Que tengas un buen día Lubik! –Colgó el teléfono.
Colgué el teléfono. Lo tiré al sofá con fuerza mientas colocaba ambas manos en la nuca. Me levanté. Cogí la tarjeta. Le di la vuelta y observaba aquel número de teléfono. Dylan. Dylan. Dylan. No me lo pensé más. Cogí de nuevo mi móvil. Marqué rápidamente el número que estaba escrito. Esperé. Tres pitidos. Cuatros pitidos. Cinco pitidos. Estaba a punto de colgar. Alguien contestó. No entendía que decía. No sabía manejarme con el idioma después de todo este tiempo que a pesar de todo no había sido tanto tiempo a la vez.
-¿Dylan? –Fue lo único que podía decir. Esperé. Escuchaba ruidos. Alguien hablando. Alguna tos. Pisadas que se acercaban.
-¿Sí? ¿Quién? –Parecía que le faltaba la respiración. Seguían escuchándose algunos ruidos de fondo. Decidí no darle más importancia.
-¿Dylan? Soy Adam ¿Te pillo en buen momento?
-¡Adam que sorpresa! No esperaba tu llamada. –Interrumpió.
-¿Sigue en pie eso de tomar algo? Me gustaría hablar contigo. –Daba vueltas por todo el salón como si estuviera haciendo una guía turística. No daba crédito que estuviera llamando a la persona que más he llegado a odiar para quedar con ella para tomar algo.
-¡Por supuesto! ¿Qué te parece a las 19:00 en Capcom Bar? –Miré el reloj. Las 13:42. Intentaba adivinar donde estaba. Caí. A tres manzanas.
-De acuerdo. Ahí estaré. Luego nos vemos. –Esperé que colgase el teléfono.
–Hasta luego Adam, seré puntual. –Colgó.
Dejé el teléfono sobre la mesa mientras que no podía evitar quitar el ojo a ambas fotografías de Giovanna. Me dirigí de nuevo a mi habitación. Me quedé de pie observando aquellas fotografías. Metí la mano entre aquel montón de fotos. Saqué la primera que toqué. No la recordaba. No recordaba esta foto. La miré extraño. Salíamos todos. No entiendo que salga hasta Dylan. Era en el cumpleaños de Úrsula. ¿Cuántos cumplía? Eran los diecisiete si no recuerdo mal. Tal vez los dieciocho. Creo que sí. Fueron los dieciocho, estoy segurísimo. Me senté en el suelo. Apoyé la espalda contra la pared mientras metía las piernas debajo de la cama. Incliné la cabeza mientras observaba la fotografía. Pensaba en lo que podía recordar de aquel día.
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21:58
RomanceSiempre he sido de esas personas que tenían mil preguntas y ninguna respuesta. Estoy aquí delante de miles de fotografías. Han pasado ya diecisiete años desde aquel momento en el que no veo a nadie, mejor dicho, a ningún conocido desde que subí a aq...