Capitulo doce: ¿Entonces cuando te enamoras cuentas las estrellas?

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17 de Marzo de 2016

Recuerdo que Giovanna y yo comenzamos a quedar. Cada vez más seguidamente. Un día sí y quizás otro también. La segunda vez que nos vimos de nuevo volvió a ser en aquel bar dos días después. Era un jueves eso de las 18:30, a esa hora suele estar más tranquilo el bar. Simplemente vienen algunas personas a tomarse una o quizás un par de cervezas junto a un gran plato de patatas bravas donde nosotros sinceramente no echábamos de aquella salsa brava, simplemente kétchup y alioli. Aunque había gente que siempre decía como echa solo por la mitad, o no me eches kétchup o echa mejor mayonesa. Escuché que abrieron la puerta. Se acercaba con sus tacones y con alguna excusa tonta. ¿Cómo era aquello? Siempre funcionaba.

-El próximo día 21, creo recordar que es lunes. Ese día me va a apetecer mucho ir a cenar a algún sitio ¿Hay por aquí cerca algún camarero que prepare algún que otro cocktail improvisado delicioso que esté libre? Pero tiene que ser fotógrafo y que se sepa mi nombre.

Recuerdo que no me moví desde que entró. Yo estaba limpiando algunos vasos usados que estaban en el fregadero mientras que ella estaba sentada en la otra punta de la barra donde sabía que la escuchaba. Y así fue. Comencé a sonreír desde que dijo la primera letra. La miré. Supo que lo hice. Me acerqué a ella.

-¿Quieres que te sirva alguna cosa Giovanna? –Sonrió. Me encantaba cuando ella sonreía y se le marcaban sus hoyuelos. Adoraba los hoyuelos y adoraba lo bien que les quedaba a ella.

-Quiero saber qué haces el lunes. Quiero que vayamos a cenar. Quiero quedar contigo. Quiero estar contigo. –Mi corazón latía. ¿Cómo era eso lo de que cuando estabas enamorado notabas como mariposas volando por el estómago? Creo que elefantes en mi estómago correteaban por ese momento. Un tópico. Me hacía el interesante. Al menos lo intentaba. Una mala imitación de una persona interesante.

–Tal vez pueda. Tal vez no. Tal vez haya quedado ya con alguien. Tal vez mi mujer quiere también que la lleve a cenar. O tal vez tengo que llevar a mi hijo al parque o recogerlo de inglés, hípica o futbol. Dame dos segundos que mire mi agenda haber que tengo. –Me di la vuelta agachando la cabeza. Algo así como cuando intentas leer algo. Pero lo único que hacía era mirar aquel trapo sucio y roto de color naranja. -¡Estas de enhorabuena! ¡Has tenido suerte! Mi mujer no existe y mi hijo tampoco. ¡Estoy disponible el lunes por la noche! -Me parecía lamentable aquel monologo improvisado de apenas dos minutos. Pero pude verla en todo momento con aquellos bonitos hoyuelos. No paraba de sonreír. De reír. Cerró los ojos por unos segundos. Los abrió. Miraba a todas partes.

–Te espero el lunes a las nueve en la calle Dr Medina Olmos 19. Sé puntual o conseguirás que esté de morros toda la noche. Piensa en un bonito sitio donde llevarme. No te veré hasta entonces. Me voy de viaje a ver a mi padre. Me voy a Madrid. A la capital. Vuelvo el lunes de madrugada. Te echaré de menos querido Adam.-Se marchó. No puede despedirme. Decirle aquello de pásalo bien. Tráeme un imán para la nevera o una postal ¡Las colecciono! Se fue dejando un olor increíble, el mismo que cuando pasas por la puerta de una de esas perfumerías. Suspiré. Sonreía. No quitaba mirada a la puerta hasta que llegó mi jefe, lo noté, supe que estaba ahí.

-Es guapa ¿Es tu novia? –Se colocó a mi lado mirando a la puerta donde no había ya nadie.

-Es una amiga. Nada serio. Nos conocimos la otra noche y nos caímos bien- Contesté mientras continuaba limpiando aquellos decorados de la pared intentando disimular que no pasaba nada.

-Parecía algo más que una amiga. Si la quieres, no la dejes perder tan fácilmente. –Me paralicé. Noté como se marchó por detrás de mí. Volví a pensar en el lunes. Lunes a las nueve. La dirección es al lado del supermercado cerca del colegio de las vallas verdes y dos calles más a la izquierda.

21:58Donde viven las historias. Descúbrelo ahora