Capitulo veintidós: Si me dices que te bese lo haré.

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Busco entre mis cosas de ese despacho del bar desordenando aquella gran montaña de papeles mientras de forma inconsciente seguía el movimiento de los papeles al ritmo de la música.

Llamaron a la puerta.

-¡Adelante! –Grité sin quitar la mirada de aquel escritorio lleno de papeles.

-Acaban de llegar tus amigos. –Solo asomaba la cabeza por aquella puerta para avisarle.

-De acuerdo. -Contesté.

-Chino ¿Tienes un momento? Me gustaría hablar contigo.

-El que tú me dejes jefe. –Sonrió.

-Claro sí. Adelante, siéntate. -¡Lo encontré! Exclamé mentalmente.

-¿Qué pasa? ¿No te gusta cómo trabajo? ¿Hago algo mal? Puedo practicar, mirar videos en internet, intentar mejorar. –Se sentaba mientras lamentaba algo que no sabía que era.

-¡No, no! ¡Tranquilo! ¡Nada de eso! Estoy muy feliz de que estés aquí.

¿Desde cuándo lleva ese pendiente en la oreja? Le quedaba bien acompañado de aquella barba de tres días y su pelo alocado.

-Haber por donde empiezo... Verás. –Cogía aire. Temblaba, no sabía por dónde empezar, mejor dicho como empezar. Me miraba con duda mientras yo sonreía de una forma extraña causada por los nervios. Volví a coger aire, esta vez más fuerte.

-¿Estás bien Adam?

Se escuchaba los gritos de Richard pidiendo una cerveza de lejos.

-Esto va a ser más difícil de lo que pensaba. Verás Chino. Tu madre y yo nos conocemos desde hace ¿Cuánto? Treinta y siete años aproximadamente. Hemos compartido las mejores experiencias de nuestras vidas y entre ellas estás tú.

-¿Cómo dices Adam? –Se levantó del sofá un tanto extraño con la mirada perdida.

-Que yo soy tu padre Carlos. Que me enteré hace dos días como aquel que dice. Que lo supe después de que tú trabajaras aquí. Me lo dijo tu abuela, Emi.

Se volvió a sentar en aquel sofá marrón oscuro.

-No sé qué decir vaya. –Inspiró profundo. – ¿Sigues viendo a mi madre? –Añadió.

-La verdad es que le pedí que estuviéramos juntos el otro día.

Abrió los ojos como platos asombrado al escuchar eso.

-¿Cómo juntos?

-Juntos de salir en pareja.

-¿Y qué te dijo?

-Quería estar sola.

-¡No! ¡No quiere estar sola! ¡Quiere estar con alguien! Y apuesto lo que sea que quiere estar contigo. ¡Ella fue quien me dijo que trabajara aquí! ¡Ella me dijo que necesitaban a alguien! ¡Ella me mandó aquí! ¡Ella me hablaba de un tal Adam todos los días cuando era pequeño!

-¿Ella te hablaba de mí?

-¡Sí! Algo así como del primer beso. De mejores amigos. De cosas así.

-Entiendo.

-No lo asimilo ¿Ahora te tengo que llamar papá? ¿Pedir la paga los fines de semana? ¿Pedirte permiso para salir de fiesta? –Se calmó. Se podía ver que lo hizo. Pero sus brazos temblaban. Su pierna temblaba.

-No tienes que hacer lo que yo te diga. Eres mayor. Tienes diecinueve años ¿Quién lo diría? -Sonreí. -¿Sabes? Tienes la misma mirada si tuvieras los ojos más abiertos que mi madre y la misma sonrisa que mi padre.

21:58Donde viven las historias. Descúbrelo ahora