Ace

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#7: Soberbia.

"Quiero ser tu único as." Ace - Lee Taemin

Choi Minho era un cabrón.

Uno jodidamente molesto. Era un de esos cabrones hechos a medida, cortado por su propia tela, de esos que tenían la capacidad de desquiciar a cualquiera. Tenía una extraña manía de mirar a la gente por encima del hombro, como si fuera más importante que los demás. Era egocéntrico, frío, narcisista, orgulloso, totalmente desconsiderado y un completo gilipollas de mierda.

A Jonghyun no le gustaba su presencia. Le irritaba mirarle. Le molestaba esos aires de grandeza que se daba, como si su abuela fuera la maldita Reina de Inglaterra.

Incluso en ese momento, mientras la cafetería estaba abarrotada y algunos alumnos comían de pie en algún rincón, Choi Minho estaba sentado tranquilamente en una mesa, con cinco sillas a su alrededor vacías, porque claro, nadie se atrevía a acercarse a Choi y pedirle prestada una de las silla, así que se resignaban a estar de pie. Y él, mientras tanto, comía con calma su almuerzo, con ese aura aristócrata y pedante que le envolvía, sin dirigirle la vista a nadie porque era obvio que ninguno de los que estaba ahí presentes era digno ni si quiera de respirar el mismo aire que él.

Joder, lo odiaba tanto.

Y a la vez le excitaba a tal manera, que eso solo hacía que le odiase todavía más. Porque encima lo hacía sin esfuerzo, el muy cabrón.

Recordaba todavía cuando, muchos meses atrás, lo había visto por primera vez.

Si había algo que le gustase eran las fiestas, y ahí, en el campus de una Universidad, lo que menos faltaba era precisamente eso. Por eso Jonghyun siempre estaba al tanto, y esa noche no había sido diferente;  se había puesto sus pantalones más ajustados, su camisa más impecable, había cogido a Sehun y a Eunhyuk y los había arrastrado hasta la casa de algún amigo del hermano de un primo de alguien de su clase.

Y ahí había sido donde había visto a Choi Minho por primera vez en su vida.

Podía recordar que era, precisamente lo que más odiaba en ese instante, lo que le había llamado la atención aquella vez.

La fiesta era caótica, igual que la mayoría de fiestas que eran manejadas por un medio-adolescente, medio-adulto. Jonghyun apenas había bebido esa noche, se había mantenido relajado, disfrutando del ambiente y tentando el terreno, riendo de las locuras y sorprendiéndose de las parejas tan extrañas que podían salir por fruto del alcohol. Recordaba que había estado sentado en medio de unas escaleras, mirando hacia el salón donde se celebraba la fiesta, con los codos apoyados en las rodillas, una mano sujetando un cigarrillo y la otra jugueteando con un vaso de plástico blanco que en ese momento estaba vacío. A Jonghyun le gustaba mirar a la gente desde lejos, con esa sensación arrolladora de poder decir que, si quisiera, podría tener comiendo de su mano a cualquiera de los que estaban ahí.

A cualquiera.

Entonces lo vio. Apenas se fijó en él de pasada mientras miraba hacia el salón, y entonces sus ojos volvieron hacia atrás en su recorrido, como si quieran asegurarse de lo que estaban viendo.

Choi Minho estaba sentado en un sofá de tres piezas de color beige, con las piernas cruzadas elegantemente, su espalda totalmente estirada apoyada sobre el respaldo del mueble. Vestía una camisa blanca e impoluta y unos pantalones que seguramente estaban hechos a medida. Su mano sujetaba una copa de cristal vacía. Una estúpida copa de cristal. Jonghyun por un momento llevó sus ojos hacia sus propias manos, las cuales seguían sosteniendo un vaso de plástico. A su lado había una pareja casi follando en ese instante, pero Choi mantenía una expresión neutra, totalmente impávida de expresión y los ojos fijos en algún punto del suelo. Parecía que no estaba ahí, y no pudo evitar pensar que realmente no pegaba con la situación. Lo estuvo observando durante minutos interminables, fijándose cómo, mientras la gente bailaba, gritaba, reía y algunos se besaban, Minho sólo estaba ahí sentado, sin mostrar un solo ápice de sonrisa, jugando con la copa de cristal como única compañía.

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