Capítulo 14.

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[Contenido Sexual]

ARIA

- Baja.- Me ordena Anton abriendo la puerta por mi. Le miro fulminante.

¿Acaso sólo sabe dar órdenes?

Bajo del auto observando mi entorno, todo lo que nos rodea es el bosque. Es de noche, la oscuridad y los ruidos extraños del bosque brindan horror.  Un cosquilleo en mi espalda me recorre cuando siento su mano tomar la mía, intento soltarme, pero me mira amenazante. Tira de mi comenzando a caminar entre los árboles, las hojas en el suelo crujen con nuestros pasos, miro nuestras manos entrelazadas y mi estómago da un vuelco furioso, ¿por qué me siento así? Yo lo odio, no puedo sentir éste tipo de cosas cursis hacia él. Me secuestró, abusó de mi y golpeó, es un ser despreciable. ¿Por qué no puedo terminar de odiarlo? No quiero caer en eso, ser la chica que aguanta todo con tal de estár con él. Me molesta el hecho de que siempre intento ver lo bueno en las personas y ahora que he conocido a Anton, quiero hacer exactamente lo mismo inconscientemente. El problema es que él no tiene un lado bueno, nada. Está vacío, su frialdad no tiene fin. Frunzo el ceño por el dilema en mi cabeza y choco con su espalda cuando se detiene de golpe, me quejo. Me escabullo a su lado cuando suelta mi mano, deja mi bolso a un lado y se acuclilla. Observo atentamente cuando retira algunas hojas que estaban estratégicamente cubriendo una entrada secreta, me sorprende que esté en el suelo, ¿Vamos a estár bajo tierra? Abre el pequeño candado y a su vez me deja ver unas escaleras que se dirigen a lo profundo. Me pregunto cómo habrán hecho tal cosa. Doy un paso atrás con la idea de huír pero se gira antes.

Maldición.

- Ven.- Me toma de la cintura enviando descargas a todo mi cuerpo, yo dejo que me ayude a bajar y luego él lo hace cerrando por dentro.

Me quedo atónita con lo que mis ojos ven, no puedo creer que todo esto esté bajo tierra, ¡en medio del bosque! Doy varios pasos, ahora estamos solos y eso me pone nerviosa. No me gusta la idea. Es parecido a un departamento, sólo que las paredes son de...¿acero? Hay unos sofás negros, al otro extremo se encuentra una cama con sábanas de color gris, una nevera, un baño, tv, entre otras cosas. Es el escondite perfecto. Un refugio.

En silencio deja mi bolso deportivo en el sofá, luego saca su celular y teclea algo al parecer importante. Me aterra la idea de pasar mucho tiempo junto a él, nadie me escucharía si gritara, incluso puede matarme fácilmente ahora mismo. Me abrazo a mi misma y me quedo de pie en una esquina, no quiero que se acerque a mi. Sé lo que implica estár mucho rato junto a Anton Márkov, yo no quiero eso. También me desespera la idea de estár encerrada aquí.

Deja su celular en la mesa, su expresión tan seria y su cuerpo tenso me advierten con anticipación que no anda de buen humor.

Trago saliva trabajosamente cuando le veo sacar la misma arma de siempre, la deja a un lado de su celular despreocupadamente, de repente se queda estático y luego me mira con el ceño fruncido. Me quedo pasmada en mi lugar, sus ojos grises me observan con hastío.

- ¿Piensas quedarte ahí todo el tiempo?- Masculla.- Ponte cómoda italiana, nos quedaremos un largo rato aquí. - Camina a la nevera y saca una botella de vodka, pienso que es su bebida favotira.- Solos tú y yo, ¿no te parece genial?

Sonríe con malicia y lleva la botella a sus labios dando un largo trago. Aprieto mis labios con fuerza y luego expulso el aire retenido.

- ¿Por qué debemos escondernos aquí? - Le pregunto confundida.

Se encoge de hombros a la vez que se sienta en el sofá, me invita y yo me siento en el sofá opuesto a donde él se encuentra. Increíble, ahora tengo que socializar con mi enemigo. ¿Podría ser peor?

Anton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora