27 de junio de 2013

4 1 1
                                    

Querido diario:

Cada vez me cuesta más sentarme y ponerme a escribir. Sigo queriendo curarme. Sigo con los mismos propósitos que con los que empecé, pero cada vez se me hace más difícil. He visitado a la doctora Teresa y le he enseñado el diario. Está muy contenta y me ha dicho que ya he dado el paso más grande y el más importante. Me ha pedido que la visite más a menudo, sobre todo ahora que hemos terminado las clases. He hablado con Juan y estamos intentando ser solo amigos, pero está resultando un poco difícil. A veces noto cómo se queda mirando mis labios y mi corazón grita que me bese, pero él no lo hace. Yo no le puedo mantener la mirada y, cada vez que me roza la mano, siento una corriente eléctrica subiéndome por el brazo. Me digo que son las primeras veces, que ya me he torturado con lo mismo anteriormente y que pasa, que todo pasa. La doctora Teresa me dice que no debo tener miedo, pero lo tengo. Lo tengo desde aquella noche que vi a Dan gritarle a Paula muy cabreado. Y después a mí. Y después el coche. Y todo era mi culpa.

Había necesitado un par de días para digerir lo que habían estado haciendo Paula y Dan a espaldas de Irene y de todo el mundo. Desde entonces, no paraba de encararme con Paula sobre lo que estaba haciendo y pedirle que fuera sincera con Irene. ¿Las veces que me había escuchado? Ninguna.

Se acercaba la noche de fin de año. Esa noche que tomamos como punto de inflexión para mejorar nuestras vidas y que al final todo queda en una lista de propósitos abandonada en el fondo de un cajón. Nosotras estábamos cada vez más nerviosillas. Esperábamos expectantes a que llegara por toda la magia que se crea alrededor de esa noche y que todo el mundo comparte. Aunque Paula estaba de mal humor y nos aguaba un poco la fiesta. Más tarde me contó que estaba enfadada con Dan, porque esa noche habían quedado para pasarla juntos de una forma especial (aunque no sé qué tiene de especial pasarla escondidos de todo el mundo), pero con la sorpresa de que este año Irene se quedaba Dan la había dejado plantada (por su novia, sí). Pero de esto me enteré mucho después. Yo, a esas alturas, había dejado un poco de lado a Paula y sus dramones y estaba preocupada en el significado que quería darle yo a esa noche. Observando lo que me iba a poner aquella noche, reflexioné si a partir del año nuevo podría haber una Leo no tan preocupada por su físico y por el qué dirán y si podría disfrutar más de Juan y de la Leo que era cuando estaba con Juan.

En la noche de fin de año, siendo una noche tan especial como dicen, creo que la suerte trabaja mucho. Es parte de la magia. La suerte pulula por el aire y a veces te sonríe y a veces no. A lo largo de esa noche se nos presentó muchas veces, pero no siempre cuando más la necesitábamos.

Estaba a punto de cenar cuando Irene me llamó. Se encontraba fatal y le había subido la fiebre con lo que esa noche le tocaba antibióticos y cama. Estaba muy triste por ponerse enferma el primer fin de año que podía pasar con nosotras. Le dije que no pasaba nada, que la vida era muy larga y que ya lo celebraríamos el año siguiente. «Pasadlo muy bien», dijo antes de colgar.

Apenas probé nada en la cena. Me había propuesto no engordar ni un gramo esas Navidades y, por supuesto, lo estaba consiguiendo. Con la cantidad de familiares que se reunieron esa noche en mi casa, con el ruido, las conversaciones y la música, nadie se fijó en cuánto comía o dejaba de comer. Además, todos me decían que había adelgazado mucho, así que ¿a quién le importaba que hiciera días que no comía nada decente para poder comer cuatro bocados en esa cena?

Cuando Juan me vino a recoger con Dan ya estaban un poco contentillos. Me dio un beso largo e intenso nada más verme y, si no fuera por el pitido que nos dio Paula desde su coche, le habría arrancado la corbata y la camisa allí mismo, a pesar del frío que hacía. Alex venía con ella, lo que me sorprendió ya que pensaba que esa noche se la iba a dedicar todita a Dan, dado la ausencia de Irene.

Mi no tan querido diarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora