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Mi mirada se desvía, a dónde siempre lo hacía. La fotografía de Park Ji Min. Aquella que le saqué cuando estábamos en la secundaria. Afortunadamente, ya todo el rollo de la universidad pasó. Vivo sola y eso me encanta. De vez en cuando visito a mis padres, los cuales viven a unos treinta minutos de mi casa.

Y así me quedo, por segundos, minutos, horas, días, años, me extraña que no haya pasado un siglo.

Me quedo inmóvil, sin saber qué decir, qué pensar o qué hacer. Siento como si él mismo estuviese mirándome, y me causaba emociones que no sabía explicar. Sólo emoción, desesperación por tenerlo en mis brazos, besándome y diciéndome lo tanto que me ama.

Obvio que es solo la fantasía de una niña de trece años, pero en éste caso, yo tenía veintitrés.

Llevo tres años, pensando su nombre, contemplando su fotografía y admirando sus ojos. Deseando que se posen en mí algún día.

Me tumbo en mi cama, sintiendo como el cansancio se apodera de mí. Acomodo mi cabeza entre las almohadas y la frustración llega a mí cuando escucho el timbre de mi casa sonar.

Me levanto, decidida a arrancarle la cabeza a quién sea. Al abrir la puerta mis músculos se relajan.

—Wow, creí que ibas a matarme—dijo en forma de saludo y reí tontamente.

—Lo hubiese hecho desde hace tiempo—respondí y me hice a un lado para que pasara.

—Que agresiva, Chloe—dijo después de pasar.

—Cállate, Namjoon—.

He ahí mi segundo crush. Namjoon era una chico realmente guapo, abdominales marcados y es alto. Su cabello por ahora estaba rubio, lo cual lo hacía ver irresistible. Aunque todo era apariencia, Namjoon no podía cortar una cebolla sin cortarse una mano.

—Ven y cállame—dijo acercándose a mí.

Negué con la cabeza.

—Mi corazón pertenece a Park Ji Min—él empezó a reír, pues, ya se lo esperaba, para él, era lo más habitual.

—Deberías olvidarte de Park—se tumbó en el sofá—, hace años que no lo ves y apuesto que no volverá a New York, olvídalo ya—dijo acomodándose en mi sofá.

—Tengo esperanzas—respondí mirándolo.

—En la persona equivocada—susurró, haciendo una mueca.

Rodé los ojos, ganándome una risita de su parte.

—Tengo hambre—grité, sin importar que estuviera Namjoon ahí. Namjoon y yo tenemos la mejor confianza que se pueda tener, él siempre con sus bromas, obviamente sabía en qué momento hacerlas.

—Cocinaré algo—respondió alzando sus hombros a la vez que iba a la cocina.

—¡NO! ¡VAS A QUEMAR MI COCINA! UH UH, DE NINGÚN MODO!—negué, lo empujé e hice que se estrellara contra el suelo.

—¡Mierda, Chloe!—chilló mientras yo reía retrasadamente—. Ésta sí me la pagas—susurró, mientras yo empezaba a correr, metió su pie, haciendo que cayera encima de él, provocando una corriente eléctrica corriera por mi espalda al sentir sus labios chocar con los míos, solo nos separaban escasos centímetros, el sudor empezaba a acumularse y los nervios no se quedaban atrás—. Chloe...—susurró con advertencia—, más te vale que te levantes, o sí no otra cosa lo hará por ti—.

Abrí los ojos perpleja, asentí lentamente y me levanté del mismo modo.

—Lo siento...—susurré sentada en el sofá, totalmente apenada. Y sin darle oportunidad de responder, me levanté del sofá y me dirigí a la puerta.

—¿A dónde irás?—pregunta, apenas audible.

—Fuera de la incomodad—solté de repente y abrí la puerta—. En el refrigerador hay pizza, si quieres puedes calentarla, pero por favor, no quemes mi casa—respondí mirándolo. Él asintió convencido.

Y sin más; salí de casa, con mi mente hecha un gran caos.

Me introduje en mi celular cuando mi cuerpo ocupó la silla del restaurante de comida rápida.

Levanté mi mirada al sentir la puerta del restaurante abrirse, una sonrisa aparece en mi boca al ver a Jungkook entrar. Alcé mi mano y la agité repetidas veces.

—¡Chloe!—exclamó con una sonrisa cuando me vió, se acercó y dió un beso en mi mejilla en forma de saludo—. ¿Qué haces aquí?—preguntó sentándose a mi lado.

—Uh, no lo sé, ¿Qué podría hacer en un restaurante de comida rápida?—respondí sarcásticamente. Él rodó los ojos.

—Eres irritante cuando te da la gana—dijo ganándose una sonrisa falsa de mi parte—.

—Me siento muy bien con su cumplido, señor Chefsito—él me miró mal debido a su apodo, yo siempre decía que los dientes de Jungkook tienen parecido a los de una rata.

—Uh, por cierto haré una fiesta de bienvenida- —.

—Buenas tardes, bienvenidos. ¿Qué desean ordenar?—la camarera alzó sus cejas al ver a Jungkook, tal vez le parecía guapo o algo por el estilo.

Jungkook es un chico lindo, pero no era mi tipo.

—Yo quiero una hamburguesa con queso amarillo doble y cebolla—respondí mirando a la camarera.

—Uh...yo quiero lo mismo que ella, y un refresco de fresa—.

—Quiero lo mismo, un refresco de fresa—la camarera asintió, terminando de anotar en su libreta y retirándose con una sonrisa. Dirigí mi mirada a Jungkook—. Así que, una fiesta de bienvenida, ¿Quién es el afortunado?—pregunté alzando la comisura de mis labios.

—Es un viejo amigo, se mudó a Seúl hace tres años, volverá a New York dentro de poco.

Bajé la mirada, pensando en Jimin.

—¿Se supone que estoy invitada?—

—No se supone, estás invitada—Respondió él, rodando sus ojos.

—Uh, y, ¿Dónde será?

—Uh...—rascó su nuca, mirando a otro lado.

—Adivino. —me acomodé en mi asiento, cruzándome de brazos—, quieres que te preste mi casa de dos pisos porque soy la única que vive sola y tengo más posibilidad de emborracharme igual o peor que alguno de ustedes—.

—No exactamente...—rodé los ojos.

—No, Jungkook. No voy a limpiar mi casa un día después teniendo resaca, jamás—.

—¡Prometo que limpiaré con los chicos!—dijo con sus ojos abiertos. Alcé mi ceja derecha, incrédula.

—Muy bien Jungkook, pero si pasa un día y mi casa no está limpia, olvídate de Chloe Harford—respondí, señalándolo con mi dedo índice.

Photograph ➡️ pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora