—Killua... ¿Recuerdas el primer día de el examen de Hunter?
Los labios del piel canela se movían con lentitud. Su tono de voz era suave y dulce, tanto que cualquiera que lo pudiese oír caería, sin dudas, en un sueño tan profundo como el vasto océano.
¿La buena noticia?
El albino la adoraba. El dormir sin antes disfrutarla tendría el mismo peso que un pecado.Killua se removió con pereza y soltó el libro que antes leía para poder ver al menor a los ojos. Gon estaba en una extraña posición: Sus piernas yacían sobre el respaldo del sillón estampado en el que ambos se encontraban descansando; su cabeza, al contrario, descansaba sobre las piernas del ojiazul.
—No es algo que se me pueda olvidar, Gon. —Contestó el de hebras plateadas mientras le acariciaba la frente y hacía círculos en ella con el dedo gordo-. Sabes que ninguno de los dos lo olvidaría, ¿Por qué preguntas?
Gon se mordió el labio con poca fuerza. Comenzó a jugar con sus dedos segundos después. No parecía nervioso; era evidente que se hallaba ligeramente distraído. Killua lo notó de inmediato, pues aquellos ojos miel se estancaron un momento en la pulserita de plata que el azabache le había regalado en uno de sus cumpleaños.
—Me puse a pensar... —se detuvo. Ponía más atención a la joya de la necesaria—Hum, ha pasado mucho tiempo, ¿No?
—Ajá, en ese entonces teníamos once años, Kurapika y Leorio discutían a cada rato, y nosotros dos comenzábamos a entablar amistad.
—¡Es divertido! ahora tenemos diecisiete, Kurapika y Leorio viven juntos, y tú hablas todo el día conmigo —con una sonrisa genuina en la boca, el azabache se acurrucó en el regazo ajeno provocándole al otro un ligero sonrojo.
—Sí... Tienes razón. Las cosas cambiaron mucho —Killua soltó un pequeño suspiro antes de sonreír, agacharse y abrazar la cabeza de su novio—. Pero me gusta así.
—A mí también —asintió con dificultad Gon—. Eh Killua, me estás asfixiando.
—Qué bueno —el albino restregó el rostro contra su mejilla y dejó un par de besos en ellas antes de separarse—. Nunca te lo dije tan abiertamente... Pero estoy muy feliz de haberte conocido.
Gon abrió la boca en una mueca digna de asombro, sin embargo sus veloces labios formaron una media sonrisa casi a la par. Le costaba acostumbrarse al Killua dulce y sincero de ahora, pero le encantaba así. No podía quejarse. Bajó los pies y entonces se acomodó de la mejor forma para poder abrazar al chico.
—¿Me amas mucho, verdad, Killua? —canturreó. Sus dedos jugueteaban con aquel cabello blanco cual nevada— ¿Verdad que sí?
A veces disfrutaba mucho de avergonzarlo, ya que su rostro pálido tomaba un color melocotón bastante vivo.
A Gon siempre le gustaron los colores fuertes. Una combinación de todos ellos era aún mejor.
Y aún, aún mejor en el rostro de su amado.—Sí, sí. Ahora anda a dormir, ya es tarde —contestó apenado el chico antes de cerrar su libro. Para desgracia del azabache, el Killua tierno se había ido por ahora—. Mañana tenemos que salir temprano a entrenar para que recuperes tu poder totalmente.
Gon hizo un pequeño puchero, no quería irse a la cama, quería seguir platicando y molestando. Quería aprovechar la ternura que la noche provocaba en el adverso.
—¡Killua! Yo no quiero dormir, yo quiero que me digas que me quieres. Dímelo durante toda la noche —pidió mientras se abrazaba a la cadera del mayor con fuerza. Por su parte, el mencionado se limitó a dejar escapar un suspiro para posteriormente carcajear sin ataduras.
—Hey, Gon. ¿Recuerdas cuando me cantabas antes de dormir?
Alzando una ceja, el menor asintió.
—Sí, dijiste que eso era para bebés y que tú ya eras mayor, así que dejé de hacerlo —aclaró bajando la vista al borde de la camiseta de Killua.
Cuando tenían quince, él siempre le cantaba a su, en ese entonces, mejor amigo algo bonito para dormir. Lo que el albino no sabía era que de esa manera el menor se le declaraba una y otra vez, cada noche, cada semana, cada mes. Así hasta que el ojiazul decidió que era mayor para esas cosas.
—Lo siento —su tono era vulnerable—. Fui un idiota con problemas.
Dicho comentario causó gracia en el chico moreno, el mismo que antes había estado descansando en una posición extraña en aquel sillón para nada minimalista.
—No importa, ahora estamos juntos y somos felices, ¿No? —Gon esbozó una sonrisa llena de dulzura. A ello, su novio reaccionó con un sonrojo.
Lo pensó un par de veces, hasta que finalmente cedió.
—... Hoy el sol se escondió, y no quiso salir Te vió despertar y le dió miedo de morir. Abriste los ojos y el sol guardó su pincel porque tú pintas el paisaje mejor que él.
El menor supo de qué canción se trataba al instante.
—Killua... —incrédulo, no lograba dejar de escuchar cada palabra que los labios contrarios dejaban salir. Le encantaba, le encantaban esos momentos llenos de ternura y amor, atiborrados de felicidad. Los amaba y apreciaba porque ya había conocido la ira, la desesperación y la tristeza. No deseaba volver a topárselas, no de nuevo tan brutal.
—Eres un verso en riversa, un riverso. Despertaste y le diste vuelta a mi universo. Ahora se llega a la cima bajando por la sierra. La tierra ya no gira, tú giras por la tierra. En las guerras se dan besos, ya no se pelean... —continuó Killua. Esa era la canción favorita de su novio.
Curiosamente, también la suya.
Le hacían daño las noches de lectura porque todas esas letras llegaban a su cabeza y le hacían sentir afortunado, y esa fortuna lo hacía feliz. Y la felicidad era Gon, y por él se volvía chocolate, aveces amargo, a veces dulce.—Hoy las gallinas mugen y las vacas cacarean. Las lombrices y los peces pescan los anzuelos, se vuela por el mar y se navega por el cielo. Crecen flores en la arena, cae lluvia en el desierto...
—Ahora los sueños son reales porque se sueña despierto —Gon no dejaría que únicamente el mayor cantara, él también quería demostrar su amor—. Y ese sueño es seguro y así se reproduce, y la inocencia por fin no se esconde de las luces. La escasez de comida se vuelve deliciosa porque tenemos la barriga llena de mariposas.
—Las galaxias revelan su comarca escondida, y en la tierra parece que comienza la vida.
Ambos se miraron a los ojos, se tomaron de las manos y entrelazaron sus dedos.
Soltaron un suspiro y volvieron a inhalar.—La luna sale a caminar siguiendo tus pupilas...
La noche brilla original después que tú la miras.
Ya nadie sabe ser feliz a costa del despojo
Gracias a ti y a tus ojos.
En la academia militar enseñan medicina
Y los banqueros ahora dan viviendas y comida.
Ya nadie sabe ser feliz a costa del despojo
Gracias a ti y a tus ojos.Y al final de bello dueto, ambos cerraron la noche de recuerdos con un casto beso.
—Te adoro.
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.Santo Cielo. Estoy editando y me encuentro con mis escritos de hace casi dos años.
¿Yo escribía así de meloso? Bueno, sigo escribiendo cosas así.
PERO AH, GRITÉ VARIAS VECES PORQUE ERA DEMASIADO FLUFF. Perdón de antemano por la diabetes.
Y gracias por leer.🌸♥️
[Revisado✓]
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Versos De Chocolate. [En Edición]
RomanceSerie de One-shots en los que se presentan letras de diversas canciones. (Quizá, sería oportuno llamarles -SongFics-). En cada uno el contexto será distinto, así, hay probabilidades de AU. Espero sean disfrutados como un delicioso tarro de miel.