Una mañana tranquila

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Tan segura estaba de mi nueva vida que ya nada me preocupaba, mis pensamientos eran por y para nosotros dos. De alguna manera me sentía totalmente liberada y mi felicidad era plena. Algo había cambiado por y para siempre, pero me encantaba, deseaba más, más y más. Descubrir que me esperaba con el, que cosas me atrevería hacer y cuales me costaría más superar. No podía pensar en otra cosa que no fuese aquel castillo, aquel ritual, todo lo que había pasado, no paraba de repetirse en mi mente una y otra vez, hasta soñaba con ello.

Una vez me desperté estaba sola en la inmensa cama, me levanté y fui al baño a darme una ducha rápida. Cuando termine salí de la habitación y fui a la cocina a preparar el desayuno.

Cuando entré en la sala de estar, él estaba sentado en un sillón leyendo muy concentrado el periódico. Ni levantó la vista para mirarme. Dejé la bandeja en la mesita sin hacer ningún  ruido. Esperé en frente de él a que dijese algo o por lo menos se dignase a mirarme, pero no lo hizo. Siguió sin inmutarse de mi presencia, o al menos eso parecía.
Me sentí frustrada y no me estaba haciendo gracia. Y sin pensarlo demasiado le quité el dichoso periodico de entre sus manos y lo lancé fuera de su alcance. Sin saber como me había atrevido a desafiarlo de esa manera respire hondo y lo miré a los ojos inquieta, que a la vez estos miraban los mios con gran firmeza.

- Vas a recogerlo ahora mismo y lo vas a poner exactamente como estaba. Como no sea la misma página que estaba leyendo, te pasarás el día atada a la pata de la mesa.  -Dijo sin apartar sus ojos de los mios, con esa seguridad que le caracteriza.

Me puse rigida al instante, nerviosa le contesté en casi un susurro.
-Pero no se en que página estaba.

Él me miro con una sonrisa perversa, satisfecho de ponerme nerviosa.
- Ese es tu problema perrita. A cuatro patas. Rápido, no tengo todo el día.

Mi cara empezó a hervir de la rabia cuando me puse a cuatro patas y gatee hasta el maldito periódico.  Debía pensar rápido en que página era la correcta, no estaba dispuesta a darle el gusto de cumplir sus palabras. Con la boca lo agarre y mirandolo a los ojos camine hacia el a cuatro patas muy despacio. La humillación y la rabia me estaban poniendo a cien. Y en su entrepierna podía notar que a él también le estaba poniendo la situación. Cuando a sus pies tarde unos segubdos en buscar los deportes, el baloncesto era lo que le gustaba.

- Que bien mi perrita ha aprendido a traerme el periódico!
Dijo en tono sarcástico y juguetón.

Cuando encontré al fin la página se lo volví a poner en las manos y espere muy nerviosa, esperaba a ver acertado. Miró muy atento la página en que se lo había dado, después me miró y sonrió satisfecho.

- Ponte en pie, ahora.

Temblé antes sus palabras, pensaba que había acertado, pero obedecí y bajé la mirada metiéndome en mi papel.
-Yo... pensaba que había acertado... -dije casi en un susurro.
 
No me contestó, simplemente se puso de pie y ando muy despacio hasta mi altura. Me agarro del pelo y me arrastró hasta la mesa grande para tirarme en el suelo y después atarme con unas bridas, que no le había visto coger para atarme a la pata de la mesa. Me besó fugazmente en los labios y se volvió a sentar en el sillón, sin volver a mirarme dijo; - Y acertaste perrita, pero así me vas a dejar terminar de leer tranquilo.
Y sin decir nada más volvió a concentrarse en la lectura.

Yo no podía sentirme más frustrada. Me había salido muy mal la jugada. Pero no quise darle el placer de quejarme. Me resigne esperando para poder dar mi próximo paso con más astucia. Esto no va a quedar así.

Su teléfono sonó y estuvo un rato hablando sobre ir algún sitio, cuando comgó me miró divertido.
-Voy a salir, me vas a esperar ahí perrita.

-No, no me dejes aquí, así atada, no por favor...

-Te lo hubieras pensado antes, de nada me vale ahora que supliques. Te prometo que no voy a tardar.  -Dicho eso se levantó y se fué sin despedirse.

Se me pasaron como horas eternas lo que en realidad fue una hora. Deseaba vengarme con todas mis fuerzas. Quería que el sintiese esta frustración. Por eso se me ocurrió pedirle una cosa, una hora para poder tener yo el poder  y hacer lo que quiera con él. Y así probar que tal se me daría y alomejor me gusta, seguro que me gusta. Nose si el aceptaría semejante cosa, pero el no, ya lo tengo. Lo intentaré.

Mediahora más tarde entraba por la puerta y se acercaba a mi para besarme mientras me desataba con cuidado.

-Has estado pensando en lo que has hecho?

-He pensado en algo que me gustaría probar.

Él se quedo mirandome muy atento, notaba la curiosidad en sus ojos. Me levantó y me llevo hasta el sofa en brazos y volvió a besarme.

-De que se trata? -Dijo curioso.

-Quiero que me des una hora para mandar yo, poder hacer cualquier cosa que se me ocurra y así probar nuestros límites juntos.

No dijo ni una sola palabra se quedo mirándome, parecía incluso hasta nervioso.

-mmm...Puede ser un experimento divertido, pero sólo te daré mediahora. Podrás hacer lo que quieras.

....

Continuará...

Recuerdo a todos los que quieran juzgar de modo destructivo cualquiera de mis textos o mis relatos, a los que sientan necesidad de imponer su criterio, a los que se escandalicen y se crean que deben opinar, que no tienen derecho alguno a hacerlo conmigo, y que si algo les escandaliza, pues que simplemente nunca lo hagan. Así de fácil. En mi vida, en mis fantasías, en mi mente, en mi persona, exijo total respeto y tolerancia.

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2017 ⏰

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