10. Cadenas.

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-Te presento a Domina Rosa y a sus esclavos.

-Encantada de conocerte bonita, vi como me observabas en la fiesta ¿te gustan mis esclavos?

-Me impresionó ver a una Domina, eso es todo, perdona si te ha molestado. -Respondí nerviosa, ya que esa mujer imponía mucho respeto. Realmente la imagen era impactante.

-No, no me molesta en absoluto, estoy acostumbrada. ¿Te apetece que juguemos a un juego? - La mujer me miraba con aires de superioridad y sonreía divertida al ver mi cara de susto.

Mire a mi amo un poco asustada, él como de costumbre se mantuvo serio y su mirada era fría como el hielo, seguía enfadado conmigo y no se preocupaba en ocultarlo. -¿Un juego? - dije al fin desconcertada mirando hacia la mujer. Me daba un poco de miedo mirarla. No entendía que hacíamos allí ante esa Domina y sus esclavos.

-Tranquila, tu amo también participará. Es muy sencillo, es el juego de los esclavos. ¿Has jugado alguna vez, bonita?

-No. - Contesté secamente.

-Ya que estas tan impertinente y rebelde esta noche, es buen momento para enseñarte este juego, para que veas y aprendas lo que es una esclava, perrita. -Dijo mi amo, que por fin se digno a decir algo.

Se puso detrás de mi y me sujeto las muñecas para luego atarlas en una barra que colgaba del techo. Comprobó que estaban bien sujetas y empezó a acariciarme los pechos, mi sexo, manoseándome ante la mirada de la Domina y sus esclavos, los cuales seguían de rodillas en el suelo observando la escena que estábamos dando.


-La primera parte del juego consiste en desnudarte y ponerte una correa en el cuello con una cadena y arrodillarte a los pies de tu amo en el suelo, como bien ves que hacen los míos.

-Pero yo no soy una esclava. -Reproché entre jadeos por culpa de las caricias de mi amo.

-Lo serás esta noche, es sólo un juego, me dijiste cuando me buscaste que querías probarlo todo. -Me dijo muy serio y con calma mi amo a mi oído sin dejar de acariciarme por todo el cuerpo. Yo asentí.

Entonces mi amo me soltó las muñecas de la barra metálica para poder desnudarme lentamente. Podía ver que toda esa provocación, que me tocase, que me desnudase tan despacio, lo hacía para excitar a los esclavos, que ya tenían los dos los miembros erectos.

Una vez desnuda me arrodilló en el suelo, a la misma altura que aquellos dos hombres, que como yo estaban desnudos. Me puso una correa en el cuello y me besó. -Ya está mi perrita.- Dijo.

-Ahora que ya estas en posición de esclava tendrás que actuar como tal, no podrás hablar si no te lo piden, deberás obedecer rápido y sin protesta alguna. Ahora deberás pasearla por toda la habitación con su cadena. -Esto último fue dirigido a mi amo, que empezó a andar y tiró de la cadena para que lo siguiera.

Mi iniciación BDSMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora