1. Primer encuentro.

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Estoy de los nervios, me tiemblan las piernas y mi cabeza va a mil por hora. Me siento en la barra del bar, a mi lado hay una mujer mayor bebiendo vino, y a su lado dos hombres bebiendo cerveza y charlando animadamente. El bar es grande, moderno y esta muy bien iluminado. La barra es blanca que combina con las grandes mesas. Detrás de la barra, dos chicos jóvenes vestidos de negro me sonríen, uno de ellos se acerca a mi para atenderme, debe de ser de mi edad o un poco más mayor nada mas, es muy atractivo, los dos lo son. Hablan entre ellos muy alegres sobre un partido de fútbol que sale en todas las pantallas del bar.

-Hola, ¿que quieres tomar?

-Un chupito de orujo, por favor. -Necesito algo de alcohol para relajarme un poco y el orujo sabe muy bien. Quizás me tome algo más fuerte después.

Cuando me sirve le pregunto donde esta el baño, le pago y me bebo el chupito de un trago.

El baño es muy grande y moderno, como todo el bar. Dejo el bolso encima del lavabo y busco mi peine y mi pintalabios. Me retoco con calma y así consigo relajarme un poco. Vuelvo a repasar mis labios, me pidió que los llevara pintados de rojo, lo remarcó mucho y yo lo quería complacer. Los ojos pintados con una línea negra bien perfilada. Me sentía fuerte y poderosa, bella y frágil. El espejo reflejaba un rostro de mujer serena, pero mi cuerpo temblaba con más intensidad a medida que pasaban los minutos y se acercaba la hora. Necesitaba relajarme así que volví a sentarme en la barra y me pedí otro chupito. Estuve sentada durante algo más que media hora. Miraba el móvil de vez en cuando. La música me gustaba, grupos españoles de los años 90, me relajaba y no tuve falta de ponerme los cascos y escuchar mi repertorio de spotify. Cruce algunas palabras con el camarero, pero no tenía ganas de hablar con nadie, sólo deseaba que llegara de una vez a buscarme. No aguantaba más, mi piel ardía en deseo por él, por un hombre que aún no conocía, pero que me provocaba de una manera que no puedo describir bien con palabras. Mi móvil sonó y me devolvió a la realidad. Era un mensaje de él, desbloqueé la pantalla y lo leí; "En 10 minutos estaré ahí".

Me provocó un escalofrío que llego hasta mi sexo, y los nervios que creía apaciguados volvieron de repente. Me pedí un último chupito, tenía cierto punto pero no estaba ni de lejos borracha. De repente me entró miedo, realmente deseaba que llegara, pero al mismo tiempo deseaba irme a mi casa. Contesté a su mensaje.

Pero toda historia tiene su principio la mía empezó así, desde siempre me había atraído lo desconocido, el misterio, siempre hambrienta por conocer nuevos mundos y si ellos eran duros, complicados y oscuros mucho mejor. El sexo convencional me aburría, no encontraba placer en el hecho de practicar un simple coito. Conocía lo que era tener sexo con su pareja, con amigos, con desconocidos. Había practicado relaciones sexuales en lugares atípicos, en lugares típicos, en lugares públicos. Arriesgue en muchas ocasiones, porque necesitaba vivir ese miedo para encontrarle algún sentido al sexo, pero ni así nada me satisfacía por completo, necesitaba algo más. Desconcertada me decidí a explorar e intente llenar ese vacío que tenía muy claro que existía dese hacía mucho tiempo. Y encontré lo que creía que andaba buscando. Un mundo diferente, en el que el sexo era mucho más, en el que el juego era una parte importante. En el que un papel puede hacer que seas alguien totalmente distinto, un avatar. En el que el dolor puede ser entendido como una forma de obtener placer. En el que nadie se plantea quien eres realmente, siempre que desempeñes tu rol como se espera, en el que el morbo era total y el placer extremo. Intenté informarme bien pero realmente nadie era un entendido, supe que habían unas reglas y una forma de seguirlas, descubrí que existían contratos, si como en la película de 50 sombras, contratos que se debían firmar. Conocí que existían tres roles, Amo, Sumisa y Switch, una especie de rol cambiante. Intenté descubrir que tipo de papel debe desempeñar cada uno. Estudié detenidamente el rol de Ama, en un principio no me sentí identificada con el. Estudié que era un Switch, tampoco me convenció para iniciarme en ese mundo, poder ser Ama en unos momentos y Sumisa en otros, no. Debía encontrar un rol y aprender, una vez supiese como funciona todo quizás me lo pensaría mejor. Me quedaba uno, el papel de sumisa. El rol de sumisa tampoco llego a convencerme del todo soy terca por naturaleza y no me han gustado nunca las imposiciones. Siempre he detestado obedecer. No he seguido nunca las reglas. Y la oposición de aquello que es así porque así tiene qu ser, nunca lo he aceptado. Siempre he valorado la libertad como el bien más preciado del ser humano. Pero aún ni así los retos le han gustado. Y el querer entrar en ese especial juego, hizo que intentase formarse más y mejor. Mientras más me informaba más claro tenía que no podría jugar nunca porque no se veía capaz de desempeñar ese papel, hasta que tuve claro que sólo había una cosa que me atraía, porque sólo con pensar en ello me sentía realmente excitada, y era que si me inmovilizaban, si me obligaban, si me hacían sentir el dolor de un castigo, si se me permitía luchar para impedir ser atrapada y poder sacar esa fuerza interior a modo de rebeldía, podría disfrutar del juego y ser sometida. Lo difícil sería encontrar a quién pudiese o supiese entrar a formar parte de ese atípico juego, difícil búsqueda. Buscar dentro de los llamados expertos iba a ser complicado, porque ¿quién quiere a una sumisa que no lo es? Quién iba a querer jugar a un juego que no existe. Quién podía ser capaz de ordenar y saber que no sería obedecido y además disfrutar con ello. Difícil. Después de intentar ordenarme y decidir que y dónde debía buscar decidí meterme en un chat de BDSM y en el que puse en mi perfil lo siguiente ; "El mundo BDSM puede estar estipulado, reglado, puede que este todo escrito, pero quién es capaz de someter a quién no quiere ser sometido, a ser amo de quién no desea pertenecer a nadie, a disfrutar de un juego desconocido y querer formar parte aún así del BDSM?" Recibí varios mensajes de aquellos llamados Amos, ofreciéndose a domarme y creyéndose capaces de transformarme en una buena sumisa. Transformada? Yo no quería ser transformada, yo soy quién soy y quería simplemente disfrutar con ello, por lo que no contesté a ninguno de los mensajes. Sólo hubo uno que llamo mi atención por lo especial y atípico también, uno que decía; "Eres especial y misteriosa y como tal, te reto a una partida de ajedrez, quién gané la partida relatará una pequeña historia que estará basada en mayor o menor medida en el BDSM, ese juego raro al que dices pertenecer. Cada uno deberá representar su papel y seguir la historia tal y como se planteé". Ese mensaje llamó verdaderamente mi atención, ese hombre era especial, misterioso, extraño y realmente distinto a los que al momento le habían contactado. Además en ningún momento se catalogó como Amo, por lo cuál sin dudar contesté al mensaje aceptando el reto. A partir de entonces iniciamos una conversación diaria día tras día. Poco a poco se fue convirtiendo en una dependencia el uno por el otro. Queríamos disfrutar del juego, sin necesidad de plantearnos a que estábamos jugando.

Una semana antes yo tenía un examen y en mitad de este él me mando un mensaje, temerosa de que me descubrieran lo leí, en el me pedía que fuese al baño a masturbarme, el morbo, el miedo y la excitación se apoderaron de mi en ese momento, horrorizada por lo que me estaba pidiendo me negué, estaba en mitad de un examen! Aún sabiendo, que desobedeciendo tendría que asumir después un castigo. Él se enfado por mi desobediencia, estoy harto de tu subordinación, me dijo y como castigo me dijo que me diese una ducha de agua fría nada mas llegara a casa. Pero no me apetecía hacer tal cosa, estaba loco. Demuéstrame que me has obedecido con una foto de tu piel, quiero ver como está, me dijo. Cuando llegué a casa en el baño me saque la camiseta y me moje un poco la barriga con agua fría, mi piel enseguida se puso algo roja y se veían las gotas bajar por mi cuerpo. Me hice una foto y se la mandé. Enseguida me sentí mal por mentirle, era un juego y yo estaba haciendo trampas. Pero no le dije nada, porque no quería sumar otro castigo para la primera vez que nos viésemos, el castigo que ya me había ganado fue por tocarme una noche sin su permiso, él me estaba provocando y yo a él, pero no supe esperar a que él me lo pidiera y me masturbe. Cuando me lo pidió le contesté que era demasiado tarde, a lo que él respondió enfadado que quitara mi mano de mis bragas y que recibiría mi primer castigo en nuestro primer encuentro. Yo me asusté a la vez que me excité con la idea, no me quiso contar nada y se despidió enfadado. Pero yo terminé de masturbarme tratando de imaginar que me esperaría, de que se trataría ese castigo, de todas formas ya me lo había ganado por lo menos que fuese infundado.

Pocos días después, una noche nos pusimos especialmente calientes, él estaba muy excitado por todo lo que le decía y quería tocarse, quiero que me mandes una foto desnuda para poder tocarme, me pidió. Yo me negué nerviosa no me atrevía hacer tal cosa, al final con su palabrería me convenció, después me pidió que le mandara un video chupando mis dedos, estaba muy excitado y me mandó una foto para que lo comprobase. Cuando termino me dijo; "Te has ganado un premio", y le pregunte si eso me libraría del castigo, pero muy firme y claro me respondió que no, él decidía los castigos y cuando ejecutarlos.

Estuvimos un mes entero hablando sobre nuestros deseos más oscuros, conociendo nuestro día a día sin separarnos un segundo del teléfono. Algo provocaba en mi sólo con sus mensajes, era una excitación, un morbo, un miedo, una euforia inimaginables. El juego ya había comenzado y ni siquiera nos habíamos conocido aún. Me pidió encontrarnos en un hotel. Sólo me pidió que llevase unas cosas, un fular, un pintalabios y ropa interior sexy, de lo demás se encargaría él, no quiso contarme que tenía preparado.

Otro nuevo mensaje me devolvió a la realidad. "Estoy aquí, sal".

Madre mía, le dejé propina al camarero y salí del bar deprisa. Cuando salí a la calle respiré profundamente y comencé a andar, estaba a tan solo unos metros, enseguida vi su coche, color, modelo y matrícula que me había indicado. Era un coche nuevo, se notaba en su color rojo pasión que brillaba con fuerza. Me acerqué y me subí despacio, intentando demostrar una tranquilidad que no tenía. Lo miré y le sonreí tímidamente. Es increíblemente guapo, un calor abrasador se apoderó de todo mi cuerpo cuando nos miramos. Me incliné para darle dos besos temerosa de meter la pata. Pero los acepto y puso una mano en mi pierna.

-Hola, estas ardiendo.

Su voz tan sensual, tan masculina, tan provocadora, si ya sus mensajes me excitaban, su voz me provocaba aún más. Su mirada tan intensa, su sonrisa dulce y a la vez perversa y su mano sobre mi pierna tan firme. Estaba tan excitada en ese momento que sentía unas ganas inmensas de lanzarme a besarlo. No dije nada, pero estoy segura de que mis mejillas contestan por mi. Arrancó el coche y durante el trayecto apenas dijimos nada ninguno de los dos.

Cuando entramos en la habitación del hotel me quede petrificada mirando la enorme cama, por lo menos era el doble que la mía. Él se acercó a mi, me rodeo la cintura con sus brazos y acerco su boca a mi oído.

-Quiero que te desnudes y te pongas encima de la cama a cuatro patas, voy al baño. -Me dio un dulce beso en la mejilla que me hizo estremecer.

-Entera? -Contesté nerviosa.

-Si. -Contesto seco, y se dirigió al baño cerrando la puerta detrás de él.

....

Continuará...

Recuerdo a todos los que quieran juzgar de modo destructivo cualquiera de mis textos o mis relatos, a los que sientan necesidad de imponer su criterio, a los que se escandalicen y se crean que deben opinar, que no tienen derecho alguno a hacerlo conmigo, y que si algo les escandaliza, pues que simplemente nunca lo hagan. Así de fácil. En mi vida, en mis fantasías, en mi mente, en mi persona, exijo total respeto y tolerancia.

Mi iniciación BDSMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora