CAPÍTULO 4

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Advertencia: capítulo fuerte.

Miro la nota por lo que parece ser la décima vez, indecisa en sí debería llamar al profesor o no. Falta poco para la hora indicada, aunque todavía estoy insegura de si quiero estar a solas con él en la biblioteca. Si mi padre alguna vez se entera que estuve a solas con un hombre que no es él, es posible que me mate.

Vuelvo a observar el papel, pero al final decido que Rick no tiene motivos para enterarse de las tutorías con el señor Jones, después de todo, no es como si fuesemos a hacer algo malo. Marco su número con manos temblorosas luego me llevo el celular a mi oreja. Escucho tres veces el pitido antes de oír su voz.

—¿Si? —suena bastante decaído, pero trato de no prestar atención a eso.

—Hola señor Jones, soy...

—Señorita Jhonson. Pensé que ya no iba a llamar —. Me interrumpe de inmediato, ahora suena un poco más alegre que al inicio. Decido pasar por alto el comentario y la nueva actitud que ha adquirido con mi llamada para ir directo al grano.

—Oh... uhm, si claro —. Me aclaro la garganta, los nervios se apoderan de mi sistema, estoy bastante segura que el señor Jones ha de pensar que soy idiota —. Llamaba para saber...

—A qué hora podríamos vernos. Si le es posible ahora mismo, señorita Nicole, la espero en la biblioteca en treinta minutos.

Sin ni siquiera esperar una respuesta de mi parte, escucho el sonido del final de la llamada. Miro mi teléfono, incrédula ante su mandato. Prácticamente me ordenó ir de una vez sin ni siquiera darme opción a negarme. Si no fuese mi profesor y no necesitara tanto las explicaciones, lo hubiera mandado al carajo de inmediato e ignoraría su petición.

Con un bufido, me dirijo a mi armario para cambiarme de ropa pues no puedo ir con el uniforme. Me quito la blusa al igual que la falda quedo en ropa interior. Miro toda mi ropa por unos minutos, al final me decido por unos jeans ajustados junto con una blusa negra de manga larga. Me cambio por los jeans, sin embargo; antes de alcanzar a ponerme la blusa, escucho como la puerta de casa se abre y se cierra con un fuerte golpe. Me tenso de inmediato al saber quién acaba de llegar, aún más al escuchar sus pasos inestables.

Mierda. Está borracho.

Mi respiración comienza a agitarse a causa del terror de pensar en lo que va a suceder ahora que él está de esa forma. Por lo general, cuando está sobrio no suele ser tan brusco conmigo, pero en este estado siempre pierde toda lucidez y tiene diferentes maneras de lastimarme. Me planteo la idea de esconderme en algún lugar, tengo tan solo unos segundos antes de su entrada a mi habitación y...

—Sara.

Sus palabras salen de forma atropellada de sus labios. Con un grito, me doy la vuelta con rapidez para encararlo. Lo encuentro recargado en la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho. Sus ojos parecidos a los de mi hermana comienzan a descender por mi cuerpo de forma lasciva. La repulsión se apodera de mis venas, hago una mueca de asco. Se encuentra más ebrio de lo esperado si me llamó por el nombre de mamá, no por el mío.

—Rick... ¿q-qué haces en casa? Y no me llames así, ese no es mi nombre. Soy Nicole, tu hija.

Su mirada se torna furiosa ante mi corrección; nunca le ha gustado le contradiga con el nombre.

—Esta es mi casa —levanta una ceja antes de recorrerme con la mirada de nuevo. Los diminutos vellos de mi cuerpo se erizan al ver su reacción—, además creo que te puedo llamar como se me dé la gana —hace una pequeña pausa al notar que me estoy preparando para salir —. ¿A dónde crees que vas, princesa?

Lo miro, estoy en duda sin saber sí debería mentir o decirle la verdad. Al final me decido por una verdad a medias.

—Donde mi profesora de matemáticas. Me espera para tutorías en la biblioteca.

Destinos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora