Después de esa tensa discusión con Theo, nos quedamos varios minutos en silencio. La atmósfera en la casa de mi abuela es densa y cargada de emociones luego de nuestra charla. Sé que esto todavía no acaba, que aún necesitamos hablar mucho más, pero el ánimo de continuar se escapó de mí hace varios minutos.
Me quedo en la cama por un momento con los ojos cerrados. Mi cuerpo se hunde en la suavidad del colchón, el cual me hace sentir cansada, con ganas de tomar una larga y profunda siesta. Mis pensamientos están enredados en una maraña de confusión porque no sé cómo continuar ahora. Theo se tumba a mi lado y aunque no pueda verlo en este momento, siento que su mirada está sobre mí. Sus dedos de repente empiezan a acariciar mi cabello en movimientos suaves, repetitivos, destinados a tranquilizar. Me permito sumergirme en esa sensación, sus caricias son como un bálsamo para mi alma.
Nuestros suspiros llenan la habitación y casi al instante me dan ganas de dormir. A pesar de tener que ir a la estación de policía para entregar los vídeos e ir al hospital a recibir los resultados, hoy no me siento con la energía suficiente como para lograrlo. Decido que debería despejar mi mente por un día, así que le propongo a Theo hacer algo para distraernos con Eli y la abuela. Parece aliviado de que haya dejado el tema por ahora y acepta de inmediato.
Nos quedamos en esa posición durante un tiempo; sin embargo, cuando estoy a punto de dormirme, unas voces familiares me arrancan del borde del sueño. Abro los ojos y allí está mi abuela junto a Elizabeth paradas en la puerta.
—¡Theo! —Mi hermana parece radiante al ver a Theo e inmediatamente corre hasta la cama para lanzarse hacía él.
Su pequeño cuerpo impacta contra el suyo con la fuerza suficiente como para sacarle el aire. Theo suelta un jadeo de sorpresa, aun así la toma entre sus brazos. Una sonrisa se esboza en mi rostro al ver la interacción entre los dos. Mi abuela nos observa por un segundo en silencio, hasta que nos informa sobre la comida china para el almuerzo para después alejarse.
—Eli, deja al pobre respirar —. Hablo entre risas cuando mi novio me hace ojos de pánico ante el abrazo de mi hermanita.
—Oh, cierto. Lo siento, Theo.
—Tranquila, Eli, no te preocupes —. Responde entre jadeos.
—Eli, ve a cambiarte el uniforme para ir a comer —. Hace un puchero por mi orden.
—Bueno, bueno, ya voy. —Una vez que sale de la habitación, Theo se soba el pecho donde Eli lo golpeó con una mueca de dolor. Me aguanto la risa y me acerco a él para darle un beso.
—¿Te lastimó mucho? —Mi voz sale en un susurro apenado.
—Estoy bien.
—Oh, quién diría que ibas a ser derrotado por una niña de nueve años —. Entrecierra los ojos en mi dirección con sospecha.
—¿Estás de verdad preocupada o te burlas de mí?
Eso rompe mi control. Suelto una ligera risa en su cara.
—Lo siento, es que para ser un hombre que mide un metro ochenta, fuiste derribado de forma muy fácil por una niña pequeña... es bastante gracioso.
—Oh, vas a pagar por eso.
De la nada se sube encima de mi cuerpo y comienza a hacerme cosquillas en los costados. Me deshago en un ataque de risas al tiempo en que trato de quitármelo de encima.
—¡Lo siento, lo siento! —Me disculpo en voz baja, siento que perdí el aire por reírme tanto.
Continúa durante un rato hasta que mi abuela nos grita que el almuerzo está servido. Trato de recuperar el aliento durante unos minutos hasta que por fin lo consigo. Él me observa con una sonrisa de suficiencia en su rostro, aún encima de mí.
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Destinos Encontrados ©
RomanceNicole Johnson perdió todo cuando a penas era una niña. Perdió a su madre y el amor de su padre, en sí, le arrebataron su felicidad. Lo único que le queda es su pequeña hermana Elizabeth a la que tendrá que proteger de las garras de su abusivo padre...