Hoy no encuentro palabras, justo hoy mi mente no piensa en nada, debería poder hablar libremente, de seguro tengo que poder abrir los ojos y mira más allá de lo que tengo al frente, mis ojos se empañan como el cristal no sé qué pasa o quizás no quiero saberlo.
En los días tristes tal vez habéis notado que el corazón siempre se paraliza puede que siga latiendo, pero va lentamente, bajo la lluvia los sentidos van más lento y me pregunto ¿Qué frágil es la vida? Solo un pequeño golpe y se rompe en mil pedazos como la porcelana.
Quisiera tener el poder de rectificar mis propias injusticias, tal vez así no estuviese tan vacío justo en este momento, siempre he sido un tonto rebelde a causa de ello muchos no aguantaban mi presencia y se dedicaron a detestarme dándome la espalda al presentarse cada oportunidad. Lloré mucho quejándome cada día como si fuera un santo, desquitándome con la única persona que realmente debía importarle, sí que fui un idiota con la única persona a la que de verdad le debía todo.
Hoy veo desde otro plano como se entierra a un idiota, veo como mi madre me mira por última vez antes de lanzar el ataúd a ese agujero llamado tumba, todos llenan de arena mi ataúd mostrando una aparente lastima hasta que quedo totalmente enterrado, noto que todos se marchan siendo mi madre la única que se niega a irse, la veo sufrir, pero no puedo hacer nada. solo me quede junto a ella en total impotencia, mientras ella lloraba y gritaba en silencio desconsoladamente, yo me reclamo a mí mismo por ser un imbécil con la única persona a la que debía querer a parte de ella.
Mi madre lloro por horas sin levantarse de aquella mugre tumba, hasta quedarse sin lágrimas, yo llore en silencio con ella sintiendo su dolor y detestando mi idiotez con más fuerza cada segundo. Cuando por fin se marchó aquella destrozada mujer sentí la obligación de desenterrar aquel maldito ataúd, mi ataúd, solo para verme a mí mismo una vez más. Después de largos minutos o tal vez horas al por fin tocar el ataúd lo abrí y me miré fijamente a los ojos en melancolía, diciéndome a mí mismo en una voz quebrada y dolida "perdóname". Yo me había dado cuenta de que me encargue de autodestruirme a diario, y maltrate a la persona que más importaba, a mí mismo, esta charla propia no era sobre el egoísmo al contrario era de convicción, el amor debe nacer de que tanto nos queremos y yo me mutile hasta que no quedo nada de mí.
Hoy asistí a mi entierro, no hubo palabras lindas, las flores no importan cuando mueres, solo hubo arrepentimiento, miedo y una condena. Mi condena es ahora y será siempre repetir este día, notando que lo doloroso no es morir, lo que duele es no darte cuenta a tiempo de que tan valiosa es la vida.
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Sad Pill
Short StoryEs una recopilación de historias que escribí en una difícil etapa de mi vida en lo personal, cada relato te querrá presentar alguna problemática la cual mediante palabras concisas y una historia atrapante tendrán el único propósito que al final de c...