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Y cuando por fin saliste, el azul de tus ojos se clavó en el marrón de los míos.
—Me haré cargo de él.
Esperaba una mirada de indiferencia y un par de insultos, lo que merecía. Pero volviste a sorprenderme. Soltaste la mano de Erik y me abrazaste diciendo algo en mi oído.

—Hablemos.

Volviste a Creerme © (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora