Escape

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ㅡ¿Dónde estás, cosa extraña?

La imponente silueta de Lobo se hacía ver inquieta entre la espesa neblina que cubría el bosque como la manta cálida de un bebé; a diferencia que esta manta no protegía si no desprotegía, puesto que a quienes cubría no ofrecía más que un aspécto lúgubre lleno de soledad. El ambiente se pintaba opáco, tenebroso. Además de que el semblante de un lobo confundido, débil y en su mayoría frustrado no hacía más que acrecentar esa sensación de lejanía.

Sus pequeñas fosas nasales se expandían y contraían cada vez con mayor ímpetu a medida que su desesperación se elevaba. Necesitaba encontrar en seguida aquella presencia misteriosa que no dejaba de perturbarlo. Aquella criatura que no lograba identificar por más que lo intentara.

Los primeros rayos del sol aún no florencían de entre los nubarrones grises, el frío era abrumador. Casi tanto como el sentimiento de ahogo que sentía desde lo más profundo de sus entrañas.

Corría apresurado, esquivando con agilidad todas las maravillas naturales sin darse tiempo a admirarlas. Aunque a decir verdad, ¿qué tendría que detenerse a admirar?, si a fin de cuentas todo era vacío para él. Todo siempre era lo mismo. Lobo se azemejaba a un náufrago: perdido y desesperanzado. En camino, en ninguna dirección y sin un destino fijo. Eso le hacía enojar tanto, era por eso que aveces actuaba tan mal con Luna. Ella era tan buena con él y él sólo un egoísta por no dejarla ir desde el principio. Por aferrarse a ella como si del último refugio en un mundo destruído se tratara. La amaba, sí, pero no la amaba bien.

Hundido en pensamientos desgarradores, algo le hizo tropezar contra las ramas ocultas en la maleza de un árbol. Quiso detenerse, pero las patas perrunas resbalaron en la humedad de la mañana, barriendo el suelo con tal fuerza que el camino minado de rocas se dispersó cual abejas furiosas lejos de un panal. Haciendo que el cuerpo pesado rodara con violencia y se estampara contra el enorme tallo de un pino. Lobo cerró los ojos con dolor, tragando el ardor en su costado. Deseaba evitar bajo cualquier medio el articular cualquier queja que de su boca pudiera emitir. Él no podía ser débil. ¿Qué había sido eso?

Estaba seguro de que había sentido la entidad en algún lugar, pero lo que sea que haya sido se había ocultado una vez más. Tal parecía que jugaba con él y no estaba del todo seguro de si eso le gustaba o le azoraba.
Intentando normalizarce, decidió permanecer echado sin movimiento alguno más que el sube y baja que producían sus pulmones al ingresar y expulsar aire. Estaba cansado, tanto, que estuvo a casi un segundo de caer dormido. Sus sentidos se sintieron débiles, idos. Sus ojos pesaban. Su cuerpo palpitaba debido a las heridas, pero aún así, estaba tan adormecido que ni siquiera eso le evitaba caer medio moribundo entre las profundidades del bosque.

Solo desde el principio de sus días hasta el final de ellos.

Pero entre el limbo de la inconciencia, la tranquilidad, el vacío silencioso; escuchó una voz. Suave pero no dulce. Era rasposa, misteriosa, incluso sonaba como una burla. Una voz que no había oído hasta ahora y que produjo sensaciones diferentes con tan sólo una pregunta.

ㅡ¿Me buscas?

Wolf Always, Always Moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora