O c h o

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ㅡ ¿Cómo me queda éste?

ㅡ Igual que éste y que todos los anteriores. ㅡresoplé, dejando a la vista de Carrie, quien en realidad no estaba mirándome, los jeans oscuros que tenía en las manos.

Bufé con fastidio y volví a tomar asiento en uno de los incómodos sofás de la tienda cuando Carrie me ignoró totalmente. Llevaba al menos cuarenta eternidades recorriendo el centro comercial junto a ella con el fin de renovar nuestro guardaropa. El asunto iba en que ella había conseguido un empleo luego de las vacaciones de navidad y hasta la fecha llevaba una cantidad considerable de dinero acumulado. En un primer momento, cuando me despertó como una desquiciada, agitando mi cuerpo somnoliento con una fuerza que me incitaba a mandarla lejos de una patada; me había emocionado el hecho de salir con mi hermana en algo como una "salida de chicas", pero todo se había ido a la mierda desde el instante en que: 1) unos imbéciles en la parada de autobuses aullaran como perros en celo, balbuseando cualquier intento asqueroso de cumplidos con la idea de ligarse a alguna de nosotras. 2) Viajáramos hasta el mall de pie en un caluroso autobus con música terrible, y 3) Carrie me hiciera recorrer el recinto a diestra y siniestra para dar con las prendas más bonitas y accecibles. Ese no habría supuesto de un problema de no ser porque era casi tan exigente como un entrenador con su equipo en temporada de campeonato con la ropa que usaba.

Carrie se mantenía girando sobre sí misma mientras estudiaba su reflejo con detenimiento. Tenía así cinco minutos. Observándose fijamente con el mismo pantalón.

Por mi parte, estaba al borde de sufrir un esguince en mi pierna derecha por el temblor constante que ejercía para mantener la paciencia.

Casi un mes había transcurrido desde la noche con Chris. Las cosas habían marchado bien hasta que hace un par de días atrás, descubriera mensajes inapropiados en su móvil cuando ojeaba con desinterés su playlist. Una tal "Joy" había estado enviándole mensajes insinuadores y eso me cabreaba a niveles insospechados, no tanto porque ella fuese una resbalosa, sino más bien porque a Él le parecía divertido jugar a ser un jodido International Play Boy y le seguía el rollo. Todo se tensó después de eso y habíamos tenido una calurosa discusión sobre la confianza, la libertad y todas esas cosas que un intento de relación como nosotros suele tener. Pero quería pensar que para este momento ya estábamos bien.

"Idiotaaa", escuché la juguetona voz de mi subconciente retumbarme en la cabeza, provocando en mí, el deseo de personificarla y asesinarla allí mismo.

Me odiaba a mí misma por ser tan blandengue. No discutía con mi conciencia por ser una perra conmigo. De hecho, sabía que tenía la razón. Pero yo era incapaz de eliminar por completo las esperanzas de que estuviésemos juntos alguna vez sin que me mantuviera en cautiverio. Tampoco discutía el hecho de que, en su momento, Chris podía comportarse como un auténtico caballero de cuentos. Aunque, claro está, eran las típicas actitudes - o tal vez más enfermizas y exageradas- de un jugador nato.

Pero así era él. Yo lo supe desde la primera vez que hablamos y se había presentando ante todos con esa sonrisa de suficiencia y un aura de autoridad y seguridad impresionante. Lo supe desde el instante en que fui la primera testigo de sus líes con medio instituto-aunque eran más bien palabrerías coquetas-, y lo supe también cuando fui-y era- confidente de sus aventuras. Lo tenía más que claro, pero nada de eso fue impedimento para terminar coladita por ese idiota. Quizás se trataba de un verdadero caso de masoquismo, pero todo el mundo era así, ¿acaso alguien se había enamorado alguna vez desplayando corazones y arcoiris en cada rincón? Si era así, quería conocerlo. Porque si lo pensaba en frío, el primer amor casi siempre es de esta forma -cuando no es inocente y dulzón como cuando te gusta un compañero de jardín de infantes-, doloroso, incierto, dependiente, tóxico; pero sincero como ningún otro.












Wolf Always, Always Moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora