17 parte II

8 3 0
                                    

¿Mi vida ha perdido su esplendor?

—Tengo un amigo que se llama Caelan. — me dice la niña y yo me pongo alerta.
Bueno, pueden existir un montón de Caelan. Pero que lo diga ella me trae un buen presentimiento. Todo en ella me trae un buen presentimiento, aunque me aterra un poco. Es demasiado parecida a mí. Podría decir idéntica si no fuera por su cabello dorado y ojos verdes. Ella es como un sol cuando yo soy una noche... en lo físico, claro.
—¿Un caballero de Goldenwave?
Ella me mira asombrada. —¿Cómo lo sabes?
Su pequeña manita se mueve para zafarse de la mía. —¿Cómo te llamas?
—Enora. Tú eres Brogan.
Asiento y llegamos a un lugar donde veo dos caballos con las cosas de los chicos. Camino hacia allá y escucho la voz de señora volver a hablar.
—¿Cuantos años tienes?
—Eh... 17 o 19.
—Yo tengo doce. — dice y de repente se cae.
La volteo a ver y veo que tiene una mueca de dolor en el rostro. ¿Qué...? Me doy la vuelta para ver y me fijo en dos hombres vestidos de negro que caminan con cara de matones hacia mi.
—¡Mira! La hijita de Aonghus. — ríe uno. —Y... ¿Otra hijita de Aonghus? Bien, alguien se ha pasado de la raya aquí.
—¡Levántate! — le siseo a Enora y ella me hace caso, por lo que comenzamos a caminar lejos, lo más rápido y disimuladamente posible.
Y antes que podamos escondernos una fría mano me toma por el hombro y me doy la vuelta. —¿Brogan, cierto? — sus ojos son oscuros como la noche lo cual me hace alejarme de él con miedo.
Suelto a Enora y ella, por instinto quizá, o porque es una cobarde, se va corriendo y escapa.
—¿Qué eres? — le pregunto.
Estoy tan confundida. Escucha, primero, una niña parecida a mi me viene a salvar y sabe quién es Caelan. Segundo, un hombre matón me persigue y tercero... tercero, tengo hambre y sed. Y no sé qué pensar. ¿Qué diablos con Enora? ¿Qué diablos está pasando aquí?
—Soy un simple hombre. — me dice y guiña su ojo
Bien. Eso no me da nada de confianza. El otro hombre me toma de la muñeca con fuerza y trata de llevarme a otro lado pero lo único que puedo hacer es tratar de morderlo, aunque es imposible.
—Tendrán que morir. Esta guerra no les pertenecía pero son tercas. Según yo, iban a estar a kilómetros de aquí. No caminando directo a su muerte.
Él me tira al suelo y cuando me doy cuenta, estoy de nuevo en una jaula. ¡Maldición! ¡Como que se ha vuelto de moda o algo así! Él cierra la puerta y todo se vuelve oscuro.
—¿Quien anda ahí? — una voz conocida pregunta.
Mi corazón da un vuelco y me doy la vuelta para analizar. Unos ojos brillantes me observan.
—¿Caelan?
Él sale a la luz y sus ojos brillan con triunfo cuando me ve. Mi estómago se retuerce y quiero llorar y abrazarlo pero en vez de eso, me quedo fija en mi lugar. Sí, bien. Lo extrañé pero soy Brogan, no una hermosa damisela que dejará el orgullo por ir con un hombre.
Sus brazos me envuelven y después de tanto tiempo, al fin siento que estoy en el lugar correcto. No estoy muriendo, siendo asfixiada o pérdida. Sólo estoy encerrada en una horrible cárcel apestosa con un buen hombre.
—¿Cómo llegaste aquí? — pregunta, su voz volviéndose aterciopelada y tranquila.
Suspiro y niego con la cabeza, queriendo alejarme pero en vez de ello abrazándolo más.
—Creo que la verdadera pregunta es ¿Qué hace Caelan aquí, encerrado, en vez de buscar la paz de Goldenwave?
Él se ríe y niega con la cabeza, alejándose de mi. —Oran desapareció, luego me tomaron a mi y aquí estoy. ¿Cómo es que estás viva?
¿Pensó que había muerto? Vaya, qué halagador.
—Enora me salvó.
—¿Enora?
—Yo... sí. Yo creo que ella es algo mío. Es demasiado parecida a mí. Y no sé cómo llegó a salvarme o por qué. Estaba muriendo de hambre ahí dentro. De hecho, todavía lo estoy. Esos tipos me tomaron sólo por diversión. Decían que Aonghus iba a estar demasiado feliz por eso.
—Escuché de él. Es algo así como un vampiro.
—¿Vampiro?
Él asiente y me invita a sentarme a su lado. Suspiro y aprieto mi panza, esperando a que hable. No lo hace. Así que me toca abrir a mi la boca.
—Debería estar muerta. — le digo. —No sé cómo puedo seguir sin comer.
—Te sacaré de aquí. — me dice y de repente, algo suavecito toca mi frente y me ruborizo al darme cuenta que son sus labios. —Perdón. Eso no tuvo que pasar.
Su ceño fruncido luce preocupado y todo en él denota tensión.
—Ya sé que no debió pasar. — le digo y lastimosamente mi voz suena todo menos ruda.
Ay, ¿hemos perdido a Brogan? ¡Claro que no!
Las puertas se abren y una hermosa chica bronceada junto a un capitán todo golpeado nos saludan del otro lado. Genial, al fin libres.
En algún punto antes de que me desmayé, los labios de Caelan me susurran muy tranquilamente, "Descansa, tenemos un largo viaje que hacer. Vamos a irnos lejos de aquí. No me importa la misión, no me importa nada. Estos tipos destruiran Goldenwave sin piedad... llegamos tarde, Brogan".

El Secreto de Goldenwave #PremiosCandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora