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- Espera. - me dijo mientras su pene se separaba de mi feminidad. Corrió hacia el montón de ropa que estaba en la esquina del cuarto y metió su mano al pantalón. Sacó un plástico en forma de cuadrado: un condón. Lo sacó cuidadosamente y lo puso a lo largo de esa bonita erección. - Listo. - dijo mientras se dirigía hacia mí con sigilo.

Volvió a ponerse encima de mí y besó la línea delgada de mis labios, los lamió y los mordió. Cerré mis ojos. Solo quería sentir.

Su mano se posó en mi espalda baja. Empujó mi coxis hacia él y sus labios bajaron para besar mi cuello lentamente. Sus movimientos eran delicados, realmente llenos de cariño. Aunque él no sintiera nada de eso, podía sentir la intención de cada una de sus caricias. Quería que fuera especial, me quería complacer.

Sentí su masculinidad tocando mi feminidad. Y entró, se metió en mí lentamente. Soltó un suspiro justo cuando por fin pudo meterlo todo. Apreté mis párpados, dolía mucho. Suspiré. Matteo puso su mano en mi cabello y comenzó a acariciarlo.

- ¿Te duele mucho? - me preguntó mientras besaba uno de mis párpados. Abrí los ojos y vi una mirada de ternura en sus ojos.

- No, solo un poco. - admití.

- Lo haré lento, no quiero que te atormentes.

Volví a cerrar los ojos y sentí como empezó a sacar su miembro y meterlo de nuevo lentamente.
El dolor me hizo apretar el antebrazo de Matteo, él besó mis labios dulcemente y volvió a hacer lo mismo una y otra vez hasta que la entrada y la salida fueron más fáciles. Mi parte femenina ya no sufría tanto como antes. Una parte de mi cuerpo empezó a sentir una descarga eléctrica, tenía la necesidad de hacer que Matteo lo hiciera más rápido y más duro, lo necesitaba. Abrí mis ojos y vi los gestos retorcidos de mi profesor.

- Más rápido...

- Oh, ya quería que lo pidieras. - gruñó.

Se inclinó aún más a mí y empezó a hacer sus movimientos rápidos y bruscos. Posó sus manos en mis muslos y fue más al fondo. Mi espalda se arqueó y solté un grito.

- ¿Estás bien? - preguntó Matteo preocupado.

- Siento... que... ¡Dios!... ¿Qué, qué es esto? - pregunté asustada ante la sensación que sentía en todo mi cuerpo.

Empecé a temblar. Matteo sonrió de lado y jadeó mientras seguía el ritmo de sus movimientos sin detenerse. Gritó junto conmigo y dejó caer su cuerpo sobre el mío.

- Se llama orgasmo. - susurró recuperando la compostura. - Pasa después de que el cuerpo se ha extasiado completamente. Casi nunca hay orgasmos compartidos. - sonrió y sacó su miembro de mi feminidad. La acarició con sus dedos haciendo que me estremeciera.

- ¿Acabamos de compartir un orgasmo? - suspiré. Me llevé mis manos a la frente secando el rastro de sudor que había en esta.

- Así es. Ahora, recuéstate. - me dijo mientras le daba palmaditas al lugar vacío de la cama, a un lado suyo.
Me recosté en el espacio vacío junto a él, me besó e hizo que pusiera mi cabeza en su regazo.

- Estuviste increíble. - soltó.

- Estoy cansada.

- Duerme.

- ¿Te irás? - pregunté somnolienta.

- No. Cuando despiertes seguiré aquí. Me aseguraré de que descanses un poco. Tenemos que enseñarte otras tácticas. - me guiñó un ojo.

Le sonreí y cerré mis ojos. Caí en la inconciencia rápidamente.

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Sex Instructor | Lutteo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora