Al siguiente día, fui a visitar a mi madre al hospital. Era día de fiesta, el baile de navidad que se llevaba a cabo en el hospital con los trabajadores, los pacientes y toda la familia de los anteriores.
Cuando llegué con mi mochila para después cambiarme y mi cabello completamente deshecho, mi madre me notó algo rara.
- ¿Qué te ha pasado, Luna? - preguntó mientras acomodaba un par de papeles en la bandeja de registro.
- ¿Por qué lo dices?
- ¿Estás feliz o solo quieres irte de aquí? Te recuerdo que es el baile.
- Oh, vamos. Me siento de un ánimo estupendo. - exclamé. - ¿No puedo sentirme así aunque sea una vez? - refunfuñé.
- Ajá, lo que digas.
Rodé mis ojos, no quería discutir. Era un día perfecto, me sentía totalmente renovada, como una persona nueva. Estaba algo adolorida por la noche anterior, pero eso no quitaba lo entusiasta que estaba esa tarde.
Empecé a tararear una canción que no sé de dónde vino, mientras le ayudaba a una de las enfermeras a acomodar unos papeles. Mi celular comenzó a vibrar y rápidamente atendí.
- ¿Diga?
- ¡Luna! - gritó la voz chillona de Jim.
- ¡Mierda! - musité. - Me has roto el tímpano, estúpida.
- Oh, discúlpame. - susurró entre risas. - A que no adivinas la noticia que te tengo que dar.
- No tengo la más mínima idea de lo que me dirás.
- ¡Nico es mi novio! - gritó más que feliz.
Me hacía feliz el saber que Jim se había conseguido a alguien después de lo que le hizo Ramiro, pero no me gustaba saber que solo llevaban dos días de conocerse y ya eran novios.
- Ah. - suspiré. - ¿No se te hace muy pronto para eso?
- ¿De qué hablas?
- Digo, la noche pasada te acostaste con él y ya hoy son novios.
- ¿Estás celosa por qué yo sí puedo acostarme con quién quiera?
- Eh, no me mal entiendas. - bufé. - Solo estaba diciendo que…
- Bah... estás celosísima. - canturreó.
- ¡No estoy celosa Jimena! - grité. - Mira, haz lo que quieras, no quiero que te lastime ¿de acuerdo?
- No lo hará... si alguien saliera lastimado, sería él.
- Pero tampoco lo lastimes
- No lo haré.
Después de un rato platicando de la noche de Jim, tuve la necesidad de contarle de Matteo.
- Jim… - dudé. - Ya tuve mi primera vez. - dije entre dientes.
- ¿Qué? - exclamó sorprendida. - ¿Te han desvirgado y tuviste el descaro de no decirme?
- Lo siento. - reí.
- Cuéntamelo todo. - me pidió. Supe que estaba dando de brinquitos cuando se escuchó un golpe enorme por la bocina. - Estúpida pared. - gruñó molesta.
- Ahora no puedo contártelo. - reí.
- Entonces ¿cuando me lo contarás?
- ¿Puedes venir al hospital en la noche? Es el baile de navidad, me gustaría mucho contarte.
- Por supuesto, guapa. Nos vemos entonces. Ahora iré al supermercado a comprar unos pocos elotes para Fran. Ese estúpido cree que soy su criada.
Reí silenciosamente.
- Nos vemos luego, disfruta esos elotitos. - jugué.
- Okay, te amo. Nos vemos.
- Te amo. Chau.
Le mandé un beso por la bocina. Colgué y le sonreí tontamente al móvil. Mi amiga era la mejor de todas.
Unas horas después, mi madre me dijo que fuera con una de sus amigas a arreglarme para la noche. Su amiga, Grecia, me llevó a un cuarto donde todas nos vestiríamos. Aventé mi mochila al pequeño sillón de la recámara y me senté sin ganas en la cama. Mi cabello cayó en delicados caireles frente a mi rostro y los soplé un poco para perder el tiempo. Me levanté de la cama y abrí mi mochila, saqué el vestido rojo que había comprado para esta ocasión y los tacones negros con diamantitos. Me saqué la sudadera gris junto con la blusa quedando solo con mi sostén rojo de encaje. Me miré al espejo así, casi desnuda. Mi abdomen se veía realmente bien.
"No. Así te ves perfecta, me gusta mucho tu abdomen"
Recordé la voz de Matteo. Sacudí mi cabeza y seguí desnudándome. Me quité los tenis, las calcetas y luego el pantalón. Volví a mirarme el espejo, vi mi trasero y reí por lo bajo. Me admiré un par de segundos más y notaba algo diferente en mí. No podía saber qué era, pero había algo diferente en mi aspecto físico.
Regresé mis pensamientos a mi vestuario de noche y empecé a ponerlo en su lugar. No estaba muy conforme con mi estatura sin tacones, pero me sentía totalmente sexi con ese vestido rojo que se moldeaba a mis piernas y a mis nalgas de una manera realmente provocadora.
Me puse mis tacones y salí de la recamara para encontrarme con Grecia.- ¿Me queda bien? - le pregunté mientras me daba una vuelta.
- ¡Dios mío, Luna! - exclamó. Se llevó una mano a la boca debido a la sorpresa. - ¡Te ves hermosa! - sentí como el color subía a mis mejillas.
- Gracias. - reí.
- Ahora ven, vamos a ponerte todavía más hermosa.
Caminamos hacia el baño. Ya habían dos chicas esperándome. Gloria iba a maquillarme y Kate iba a peinarme. Gloria miró mi rostro viendo cómo maquillarme mientras Kate tomaba una plancha y empezaba a hacer magia.
- Cierra los ojos. Si quieres duérmete un rato.
Cuando ambas terminaron me hicieron abrir los ojos, pero no pude verme. No querían que me viera aún, sino hasta el baile. Me sentía un poco insegura al principio ya que no sabía qué aspecto tenía, solo sabía que mi cabello estaba recogido en una hermosa trenza y un tanto decorado.
Corrí a la recámara donde me había cambiado para tomar mis cosas y llevarlas al locker de mi madre. Las guardé y tomé mi celular. Tres mensajes nuevos.
De: Jim 💕
¡Luna, llevaré a Nico al baile! Espero no tengas problemas, te amo.
De: Papá
Dile a tu madre que llego un poco tarde. Ya espero verlas mis princesas.
Deslicé mi dedo más abajo. Era un número desconocido.
De: Número desconocido.
Espero verte pronto para tu próxima clase, preciosa. Pásala bien.
Matteo.
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¿Les está gustando? 💕