The Grey's Secret

Capítulo 4 : Sorpresa Inesperada

Eran exactamente las 7 de la noche cuando cruce el umbral de la puerta de la casa de mis padres, el delicioso olor característico salía de la concina  lo reconocí de inmediato, lasaña casera, mi favorita  me dirigí hacia la sala  los colores tierras claros contrastaban con el marrón oscuro de los muebles y el caoba del suelo  y la agradable calidez que proporcionaba la chimenea  lograba traer todo tipo de gratos recuerdos de mi niñez.

– Teddy – el chillido apareció de pronto.

– Mamá – le sonreí acortando la distancia entre nosotros y abrazándola.

Sus ojos azules me examinaron protectoramente mientras acariciaba mi cabello, mi madre tenía el gran don de desarmarme con su compresión y preocupación, nunca habíamos pasado más de dos días sin hablarnos desde que me fui de casa hace ya 5 años.

– ¿Acaso no estas comiendo? Estás más delgado hijo – me volvió a abrazar.

– Estoy comiendo muy bien, No te preocupes, por favor – le di un rápido beso en la mejilla.

– Ted – mi padre irrumpió en la estancia con su BlackBerry en la mano – No sabía que ya estabas aquí – sonrió mientras me abrazaba cariñosamente.

– Acabo de llegar papá, iba a ir al estudio pero mamá me encontró primero.

El BlackBerry de papá volvió a sonar y se lo enseño a mamá en la pantalla se leía claramente PHOEBE, Mamá sin dudarlo dos veces lo tomo y contesto dejándonos solo en la estancia.

– Tu madre y yo no vemos la hora que Phoebe regrese a casa, odio que este en Nueva York sola – dijo el con amargura.

– Lo sé, a mí tampoco me agrada la idea papá, te dije que debiste retenerla, no confió en la población masculina de Nueva York – el cerro los ojos como queriendo alejar la idea de algún hombre intentando algo con mi hermana.

– Esta vigilada – sonrió – Iré a ver a tu madre.

Saque mi celular, teclee el número de Jared varias veces pero no contesto, seguro está en camino y por eso no responde pensé mientras subía las escaleras  que llevaban a mi alcoba, abrí la puerta y suspire mientras me sentaba en la cama, todo estaba como el día que me fui, la gran cama con los cobertores azules, el escritorio de madera  y la repisa llena de libros, los afiches y fotografías que decoraban las paredes, mis ojos se detuvieron en una fotografía en especial, me pare y la toque con los dedos, nunca he podido olvidar ese día, unos años atrás cuando tenía  16 años acompañe a la abuela a un orfanato la ayudaría ese día en repartir alimento y ropa a los niños, nunca me disgusto hacerlo, desde pequeño supe que no todo el mundo tenia tanto dinero como mi familia, estaba en la cocina de aquel lugar, acomodando los víveres cuando  una muchacha entro, quizás tenía mi edad pero lucia muy delgada y algo ojerosa  estaba llorando y trato de ocultarlo a penas se percató de mi presencia, no pude contenerme y me acerque y le pregunte si se encontraba bien pero ella no respondió, seguía con la mirada puesta en el suelo recordé que llevaba una barra de chocolate en el bolsillo se lo ofrecí y fue la primera vez que levanto  su mirada unas oscuras cejas castañas enmarcaban los más hermosos ojos verdes que había visto parecían una esencia liquida de alguna piedra preciosa ella sonrió y lo tomo nunca sin dejar sus ojos de los míos, gracias fue lo único que susurro muy suavemente, le pregunte de nuevo si se encontraba bien, me conto que cada vez era más difícil despedirse  de los niños que adoptaban y que tenía mucho miedo de quedarse sola, no recuerdo bien lo  que  respondí  solo sé que sonrió y algo dentro mío despertó, sin pensarlo dos veces quizás impulsado por las hormonas propias de la edad o quizás el sentimiento era tan fuerte que era imposible ignorarlo, acerque mis labios a los suyos suavemente ella se apartó nerviosamente  con las mejillas ahora de un hermoso color rosa, quería decir más, preguntarle su nombre pero en ese momento mi abuela entro a la cocina voltee a responderle algo que había preguntado y al instante que devolví la mirada, la hermosa criatura de ojos verdes había desaparecido.