4.- Personalidades.

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Me quede unos minutos recostada en la cama viendo fijamente el techo, mientras analizaba todo lo que me había pasado en menos de dos semanas.

Mi novio me engaño, mi amiga me mintió, fui atropellada, comencé a ver muertos (bueno a uno en especifico), hice tratos con mi hermanita… y con un muerto, comí como cerdo hasta reventar (aunque eso es típico en mi) y escupí en mi mano para vengarme… de un muerto. Conclusión: el carro que me arrollo, no me quebró ningún hueso, pero si me había dejado un problema serio de alucinación.

Me puse una sudadera, shorts, ate las zapatillas deportivas y sujete mi cabello en una coleta. Baje las escaleras rápidamente y salí a la calle. Hice un par de estiramientos musculares y comencé a trotar.

Nunca me eh considerado nunca una chica deportiva, pero cuando tengo un cumulo de cosas que mi atolondrada cabeza no puede desenredar, el ejercicio matutino siempre me ayudaba a liberar tenciones, y eso últimamente ocurría casi todos los días. Sentía la coleta en mi cabello, bailaba de lado a lado con cada trote que daba.

—Sabes, una persona normal en vacaciones se levanta hasta el medio día—Cameron estaba sentado encima de un bote de basura.

Rodé lo ojos sin detenerme y tome aire por la nariz.

—No finjas que no estoy aquí—ahora estaba reclinado en un árbol.

Bufé.

—No me distraigas, trato de convencerme de que eres real y que no me invento muertos para matar el tiempo, ¡JA! ¿Entiendes? “muertos, para matar el tiempo”—reí de mi irónico chiste.

—Tu chiste no tiene gracia.

—Tu temperamento es un asco—reñí—de repente estas feliz, luego me suplicas ayuda, y luego estas de lo más serio ¿sufres algún trastorno bipolar?

—Contigo mi temperamento siempre es inestable, tu ridícula existencia me irrita.

Lo voltee a ver con las cejas tan juntas que casi podían tocarse.

— ¿Ridícula? Oye, eso es ofensivo en todos los sentidos, no puedes…—mi cara choco contra un poste haciéndome caer, antes de poder terminar mi argumento.

Cameron me observo con una sonrisa de lado burlona.

—Ves, ridícula.

Puse los ojos en blanco y resople. Mi vida no podía ser peor.

Unos ojos azules atravesaron los de Cameron haciéndolo desaparecer.

— ¿Estás bien?—un chico me miraba preocupado y rápidamente extendió su mano, ofreciendo ayudarme.

 Era rubio, alto y de abdomen marcado, solo llevaba shorts y zapatillas deportivas, tenía un aire californiano despreocupado, pero eso último solo era mi intuición.

—Gracias—dije una vez reincorporada en pie.

—Bueno, es un placer rescatar a damiselas en peligro—sonrío ampliamente dejando ver su blanca dentadura.

O claro, renuncio al amor y la vida me pone un escultural y amable chico en el camino.

— ¿Eres nuevo en el vecindario, nunca te había visto?—pregunte casualmente.

—Estoy de visita—asintió.

—Genial, disfrútalo—me despedí con un gesto en la mano.

— ¿Segura que estas bien?—insistió.

—Soy propensa a los golpes, estoy bien—volví a despedirme y continúe mi trote.

Como en un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora