Donde todo acabo y empezó - Primera Parte.

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El corazón me latía a mil por hora, el camino de mi casa hasta el lugar en donde había quedado de verme con el amor de mi vida fue largo y silencioso. Mientras yo desde el asiento del copiloto intentaba reprimir mi sonrisa nerviosa y las ganas de hablar sin parar de lo maravilloso que era mi príncipe azul, mi papá manejaba serio y con la vista fija en la carretera, tomando con evidente tención el volante.

—¿Por qué no puedo pasar por ti?—volvía a preguntar como un niño que hace berrinche cuando no obtiene un dulce.

La idea de que mi novio me llevara a casa de regreso de lo que  podría llamarse  un “convivio” le parecía preocupante, ahí es cuando caí en la cuenta de que a pesar de que un padre te jure y perjure que jamás te va a hacer un pancho por que otra persona distinta a él te lleve a casa, es mentira, tarde o temprano terminara haciéndolo.

—Papá, hicimos un trato, tu me llevabas al lugar donde Mauricio y yo habíamos quedado de vernos, y el pasaba a dejarme a casa a la media noche, ni un minuto mas ni un minuto menos.

Desvió la vista un segundo de la carretera para verme con una mueca en el rostro y exhibir su disgusto al haber aceptado tal trato. Aunque ciertamente era un trato considerable.

—¿No crees que vas algo descubierta de arriba?

—Papá, es una camisa de cuello en v con botones y el pantalón ni siquiera es entubado. Confía un poquito en mí.

—Confió en ti, pero en él…—dejo la frase inconclusa, y hubo otro largo silencio.

A pesar de que ya habían pasado cinco meses de noviazgo con Mauricio, mis padres aun no confiaban en él y aunque no me lo dijeran era evidente, ya que cada vez que sacaba el tema tenían que buscar algo mal en el suceso. Y hasta cierto punto los entendía; un padre siempre va a querer lo mejor para un hijo; sin importar la edad, ante sus ojos siempre vas a ser un bebe descubriendo un mundo nuevo.

Pero yo ya no era una bebe, y el mundo que había descubierto con Mauricio me gustaba me sentía bien a su lado, definitivamente podía asegurar que en el plazo de cinco meses me había enamorado ¿acaso era posible? No lo sabia, ni me importaba, lo único que sabía es que lo que sentía era hermoso y no quería dejar de sentirlo.

—Da vuelta ahí—señale la calle con un letrero que tenia plasmado en letras blancas Punto Inicial y una flecha indicando la entrada.

Que nombre tan raro para una calle.

Automáticamente mi padre giro el volante, y continuamos avanzando, hasta que logre visualizarlo a lo lejos, el hermoso Eclipse Spyder 2010  negro estacionado alado de un poste  y su conductor reclinado en la puerta del copiloto, aun de lejos, se veía hermoso; mi príncipe azul reclinado en su corcel negro.

La velocidad del coche empezó a disminuir, hasta que quedo estacionado detrás del automóvil de mi novio. Ante el brillo de las luces delanteras, Mauricio volteo y saludo con una amplia sonrisa, una sonrisa que me volvía loca y me encantaba.

—¿Me dejas o vas a bajar a saludar?—pregunte.

—No, voy a bajar a……saludar.

Si, era imposible hacer que mi querido padre su fuera sin antes echar un vistazo a la situación.

Bajamos del carro y cerramos las puertas al mismo tiempo. Después nos dirigimos hasta Mauricio, pero era evidente que yo acelere un poco el paso, al llegar hasta el, se incorporo y le propicie un beso en la mejilla, después se dirigió a mi papá y estrecho su mano. Era increíble lo maravillosamente caballeroso que era.

—Buenas noches señor.—saludo muy propio mi encantador novio estrechando manos con mi padre.

—Buenas noches Mauricio—saludo seriamente mi insensible padre—¿aquí es donde piensan pasar la tarde? —dijo examinando el lugar.

Como en un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora