Hace 4 años.
Estaba muerta en vida. La gente no dejaba de venir a visitar a mi padre para darle el pésame por la muerte de mamá y eso lo odiaba. Sobre todo a las lagartonas que se aprovechaban de la condición de mi padre. Confiaba en él, no en esas zorras que solo querían obtenerlo.
Ya había pasado una semana desde la muerte de mi madre, por cáncer en los huesos y no había ido a la escuela en ese tiempo, ni siquiera recuerdo la última vez que comí. Solo quería estar en mi habitación y llorar, descargar todo lo que sentía por dentro y esperar que Dios se apiadara de mí y me llevara con mi madre. Por eso estaba enojada con él. ¿Por qué no me llevo con él en vez de a mi madre? Ella pudo tener más hijos, no tenia porque morir. La vida era tan injusta y me dolía aprender eso a mis escasos 14 años.
—Vamos, ____(tn) tienes que comer algo—dijo mi padre llegando a mi habitación con aquellas ojeras, muestra de que no había dormido. No lo había hecho porque había estado llorando noche tras noche. ¿Cómo lo sabía? Lo había escuchado murmurando “¿Por qué me has dejado Elizabeth?” a través de las paredes cuando creía que yo dormía. —Tenemos que ser fuertes, mi vida… tu madre —paso saliva fuertemente. Desde que murió le cuesta hablar de ella. —a tu madre no le gustaría verte así, ella quiere verte feliz.
¿Cómo sabía el lo que ella quería? Por si no se daba cuenta, ella estaba muerta.
Lo único que hice fue abrazarlo fuertemente y arrancarme a llorar. No quería esto, ¿Por qué la vida me era tan difícil? ¿Qué había hecho para merecer esto?
—Me quiero morir… —dije en un susurro mientras lo abrazaba y él se separo de mí, enojado, lloraba y sus ojos estaban rojos.
—____(tn) Marie Kent, vuelves a decir eso y te juro que… —no termino la frase ya que suspiro, al verme como lo miraba con miedo. —Nunca digas eso, tú lo eres todo para mí, me moriría yo si te perdiera.
—Mamá era tan buena… ella no se merecía esto, papi. —comente balbuceando mientras cerraba los ojos para tratar de calmar las lagrimas y por el cansancio acumulado de estos días.
—Tal vez Dios le tenía un trabajo más importante allá arriba. —Dijo— Cada quien tiene una misión en la vida y la de tu mama ya terminó. Ella no querría que estuviéramos sufriendo así, le gustaría vernos unidos, felices… —dijo mientras su voz se cortaba, pero mantenía una sonrisa reconfortante hacia mí.
Yo asentí, limpiándome las lagrimas que rodaban por mi mejilla, y le di una pequeña sonrisa.
—Los Horan nos han invitado a cenar, linda. —comento mi padre y yo lo mire confundido. Era raro cuando íbamos a cenar con ellos, pero la señora Emma Horan era de las mejores amigas de mamá, es obvio que se preocupara por nosotros.
Ella era madre de Melinda y Niall Horan y estaba casada con el abogado de papá, James Horan. No me llevaba mucho con sus hijos, ya que Melinda apenas tenía 8 y aunque el chico, Niall tenía mi edad, parecía ignorarme siempre. No era muy cortes, sin embargo mi mamá decía que era un buen niño. No lo sabía.
~O~
—Entra a casa, hija. —dijo la mujer algo desaliñada pero con una cálida sonrisa en su rostro al mirarme. —Ven Alan, James ya te espera en la terraza —dijo la mujer dándole antes un abrazo y después el yéndose a donde le había indicado.
Me gustaba la casa de la señora Horan, me hacía sentir como antes de que le detectaran cáncer a mi madre, tan cálida, feliz.
La mujer me dijo que fuera hacia el cuarto de Melinda, la cual tenía la puerta decorada por estrellas de todo tipo de tamaños y colores. Realmente brillante. De ahí provenía música, la cual parecía de desfile de modas, esos a los cuales mamá solía llevarme.
—Y aquí observamos a Melinda Horan, la modelo internacional más hermosa que se ha visto en las pasarelas. Lleva un hermoso vestido floreado y un sombrero que hace una gran…espera, ¿qué dice aquí Mel? — escuche una voz y abrí lentamente el cuarto, que estaba adornado con luces que parpadeaban en todo el lugar. Empecé a reír ante la escena, sin embargo ellos no habían captado mi presencia.
La chiquilla que modelaba, hizo un berrinche y fue con su hermano, leyendo lo que decía la tarjeta.
—Dice “Gran combinación de colores y texturas, sin duda la mejor que hemos visto hasta ahora” que tonto eres, Niall. —dijo la niña dándole un golpe en la cabeza a lo que él solo soltó un quejido.
—Di que juego contigo, ya quisieran tus amigas tener un hermano como yo —contesto el chico y en verdad tenía razón.
Melinda era afortunada de tener un hermano que fuera capaz de jugar a ese tipo de juegos con ella. Ser hija única apestaba y sentí un tanto de envidia en ese momento.
—Ya, ya basta de parloteo. Mira que me avergonzaras enfrente de la audiencia —dijo la niña y miro a los peluches acomodados en unas sillas enfrente de donde estaba ella.
Ahora si no aguante la risa y ambos chicos me miraron espantados, yo abrí los ojos y sentí que me sudaban las manos.
—Yo…eh… perdón. No quería interrumpir —dije avergonzada de mi actitud, y baje la cabeza, no fue hasta segundo después que sentí la cálida mano de Melinda, tomando la mía y llevándome a la que se suponía era la pasarela.
—No te apures, necesitamos otra conductora, mira que mi hermano apesta —dicho eso le saco la lengua a Niall, pero él seguía sin decir nada. Estaba callado mirándome y mirando a su hermana. La chica le quito el papel— Tu siéntate junto a Paul, serás parte de la audiencia —dijo y casi lo avienta.
Niall sin decir nada se sentó en el suelo, mirándonos. Yo solo baje mi mirada, no estaba como para soportar las miradas de lástima que parecía que me daba. Nunca le había hablado a ese chico, solo para lo necesario y una vez, en kínder porque se le cayó un lápiz. Nada más. Y eso me hacía sentir incomoda ya que estaba “sola” con él, mientras Melinda se cambiaba de ropa, para modelar. La música comenzó y Melinda me hizo una seña de que comenzara a hablar, y así lo hice. Mi voz era temblorosa, pero Niall parecía no mostrarme interés alguno.
—Y aquí va Melinda Horan mostrando un atrevido vestido rojo ¡Wow! ¡Esta chica sí que arde! —dije comenzando a reír ante lo que había escrito ella y Niall también pareció reír, mientras negaba con la cabeza ante las palabras de su hermana, ella salió con sus lindos rizos color chocolate y se movía como si la pasarela fuera de ella.
Así nos pasamos la tarde-noche jugando a esto, y ambos, Niall como yo, estábamos mas sueltos, mientras sonaba aquella canción que estaba de moda en verano, ambos nos juntamos a Melinda y comenzamos a bailar como nunca lo había hecho, los tres reíamos y de pronto sentí una pizca de mi felicidad anterior. Como si todo lo que pasaba en mi vida no importara y solo estuviéramos Melinda, Niall y yo. El me tomo de la mano y me dio una vuelta a mí y a su hermana, riendo.
Me preguntaba si esto sería el comienzo de una nueva amistad, de un nuevo amigo.
Todos brincábamos hasta que escuchamos un golpe del cual Niall ni yo nos habíamos percatado, Melinda se cayó y había comenzado a llorar.
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