«Si quieres huir tendrás que confiar en mí, Eitan»
ー¿Quién es la joven rubia que pasea por los corredores de la mansión durante las noches?
ーNo sé de qué hablas, en esta casa actualmente no vive ninguna mujer.
ー¿Enserio? Qué extraño, porque ella dea...
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Un chico de cabello castaño se encontraba caminando por los pasillos de la amplia mansión Sakamaki. Oh, como suspiraba, ¿Y como no? hace dos noches había llegado por error a esa casa de dementes de la cual no se podía ir. Los hermanos Sakamaki obviamente se sorprendieron ante su visita —ya que esperaban a una fémina como sacrificio—, pero no, les tocó el pobre chico del cual se negaban a alimentarse, pero al cual tenían prohibido asesinar.
Giró a la derecha, quería recorrer algún camino nuevo en esa lúgubre estancia. Escuchó susurros que llamaron su atención, pero sentía que no iban dirigidos a él, por lo que siguió su camino un poco extrañado.
—Eitan —lo llamaron de forma lejana, volteó y se encontró al segundo hermano—. ¿Qué haces merodeando aquí?, prepárate que iremos al instituto —ordenó el segundo hermano y desapareció.
—De acuerdo —contestó, pero ya no quedaba nadie para escucharlo.
Que molesto, ¿En serio debía ir a esa hora a estudiar? Que mal chiste. Caminó hasta el final del pasillo, donde había un pequeño balcón. Se asomó y vió la sombra de una persona caminando. Le pareció extraño, los hermanos a estas horas no merodeaban por el jardín de rosas, ni siquiera el menor. Desde su posición le pareció —por la contextura física—, que era una muchacha, pero descartó la idea al instante, por lo que sabía vivían solo hombres allí.
Se la quedó observando interesado, la curiosidad le había picado, pero la silueta se detuvo a ver las rosas blancas, luego empezó a caminar y se desvaneció entre los rosales rojos.
—¿Otro vampiro?.
『✿』
—¿Tan aburrida es mí clase? — exclamó el profesor sarcástico, el castaño se encontraba divagando en sus pensamientos por lo que no lo escuchó en toda la hora hasta ese momento. Hizo contacto visual con el mayor de forma desinteresada—. Ponga atención señor Yahisa.
—Si, lo siento —se disculpó sin ganas Eitan, volviendo su vista al frente dejando de garabatear en su libreta. El profesor se volteó y continuó dictando la clase.
Suspiró.
Aburrido apoyó su cabeza en una de las manos, y demostrando su aburrimiento miró a través de la ventana —estando justo al lado de esta—, observando a la que sintió que era la misma presencia de hace unas horas. Esa sombra se encontraba mirando al pabellón contiguo al suyo —específicamente en el que se encontraba el Sakamaki menor—.., ahora sí podía afirmar que era una mujer por las proporciones.
Le sorprendió que nadie la notara, su vestimenta no se parecía a la del instituto por el largo, sin contar que algo que no reconocía le hacía sombra en la cabeza. La oscuridad y distancia provocaban que ni siquiera pudiera ver su color de cabello, aunque si notó que se volteó a verlo, desapareciendo al saber que era percibida.
Lo inundó un profundo sueño, y lo último que sintió fue un escalofrío y el sonido de un sollozo.
『And like a sigh, she disappears in her own tears』
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