Susurro 11

1.2K 178 39
                                    

—Ey, —susurró llamando su atención el castaño, poniéndose en cunclillas al lado de la blonda—, ¿Qué haces? —La vió escondida entre los rosedales, observando con una sonrisa al albino que estaba manteniendo las rosas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Ey, —susurró llamando su atención el castaño, poniéndose en cunclillas al lado de la blonda—, ¿Qué haces? —La vió escondida entre los rosedales, observando con una sonrisa al albino que estaba manteniendo las rosas.

—Solo revivo viejos momentos —aclaró sin despegar la vista del concentrado menor.

—Pareces una acosadora...

—Para nada, pero sé que le molesta la presencia de otros cuando quiere estar a solas, como ahora; y se puede enfurecer si ve que lo estan observando.

—... ¿No te da miedo? —preguntó en voz baja mirándola de reojo.

—¿Quién? ¿Él? —consultó, el castaño asintió—. ¿Por qué debería? Si lo dices por su fachada de enojo: es algo muy común en él, no suele ser así y la mayoría de las veces es como un escudo que lo protege, pero es alguien muy agradable y dedicado si te sientas a conversar con él.

—¿Cómo lo sabes? —interesado habló, queriendo rearmar un rompecabezas que la rubia acababa de destruir con su comentario.

—Solo lo sé —dijo sin mirarlo, al ver que el joven había terminado con su labor se dedicó a seguirlo con la mirada mientras volvía a ingresar a la mansión en silencio; al ya cerrarse las grandes extructuras de madera, se levantó y sacudió su vestido bajo la mirada del castaño.

—¿Pasa algo?

—No... Sólo que quiero saber, ¿Cuál es tu relación con Subaru? —el oji-marrón consultó, comenzando a tomar nota mental mientras se levantaba.

—Pues, la misma que con todos: actualmente ninguna en particular.

—... Sigues sin responderme, como siempre.

—No es mentira —se encogió de hombros, el joven que le llevaba una cabeza de estatura suspiró. Como en los últimos días, Eitan extendió su ante brazo derecho para que la rubia lo tomara, y así lo hizo con una sonrisa luego de cortar una rosa blanca.

Comenzaron con la casi diaria caminata nocturna de Yui, que nuevamente tarareaba con los ojos cerrados, pero esta vez simplemente era una melodía que identificó de Beethoven. A esas alturas ya no le sorprendió que todo a su al rededor comenzara a distorsionarse, cambiando el paisaje azul marino a uno con leves todos anaranjados; todo lo melódico producto de su voz podría considerarse mágico: su dulzura, tranquilidad y tristeza eran únicos.

Esta vez, en la inmensidad del bosque,  observó a la lejanía —donde se habría paso a un lúgubre descampado— a los Sakamaki de espaldas rodeando una pequeña estructura de piedra. Durante varios minutos solo vió sus espaldas alumbradas por el cielo de un amanecer cercano, aunque su aspecto era uno bastante deplorable. Acercándose a varios metros de ellos, el sonido de su voz comenzó a disminuir, comenzando a desvanecer los serenos e inexpresivos rostros que usualmente veía en ellos.

Podría incluso jurar, que de la mejilla casi transparente de uno, veía resbalar solitarias lágrimas silenciosas.

—No sabía que conocías sobre música clásica —comentó al haber desaparecido por completo dicho espejismo.

—Digamos que es el genero favorito de Shū, además, esta canción la he escuchado interpretada por Laito varias veces.

—¿De Laito?

—Si, el toca el piano, ¿No lo sabías? —consultó al ver su confundido  semblante, luego volvió su vista a la rosa  que tenía en su mano derecha—, yo no me canso de escucharlo, lo hace muy bien y me es agradable.

Sin comentar nada más durante unos pocos minutos pasaron por al lado de la estructura de piedra, hasta que Yui habló.

—¿Sabes? La música, la pintura, el arte en general... Todo guarda recuerdos y emociones vividas por los artistas que, a su manera, se expresan. —Sonriendo dejó caer la rosa que tenía en mano sobre la tierra de la tumba que alguna vez los Sakamaki habían visitado—. Nunca lo olvides: los sentimientos son lo único que nos inmortaliza como humanos.

Por un momento, Eitan pudo jurar que en la lápida que acababan de pasar se encontraba escrito el nombre de la blonda.

Por un momento, Eitan pudo jurar que en la lápida que acababan de pasar se encontraba escrito el nombre de la blonda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 16, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Black Widow『Diabolik Lovers』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora