Black Widow『Diabolik Lovers』

Susurro 4

Otra vez tenía que ir a ese colegio nocturno, la verdad es que le molestaba de sobremanera: pero no podía negarse. Por suerte uno de sus profesores había faltado, por lo que se fue a vagar por el jardín trasero. Era un espacio prácticamente deshabitado, todos los alumnos estaban en clase por lo que nadie rondaba por ahí, solo él y uno de los hermanos Sakamaki.

Kanato se encontraba en una de las bancas mirando hacia un balcón, y desde su posición podría jurar que lo escuchaba cantar. No se acercó, sabía que el chico era muy... inestable, por no decir bipolar.

Quería continuar su camino, pero nuevamente (como hace dos días) la rubia se encontraba rondando al rededor de los hermanos. Esta vez ella se encontraba sentada sobre la rama del árbol que estaba por ensima de la banca, tenía los ojos cerrados, por su sonrisa parecía disfrutar lo que escuchaba. Por su parte, decidió sentarse a varios metros de ellos y observarlos. No reconocía la canción que entonaba el trillizo, pero debía admitir que era agradable escucharlo.

De repente sintió como si la imagen frente a él cambiará de forma abrupta: estaban en el mismo lugar, pero era de día, esa chica se encontraba sentada bajo el árbol vistiendo otras ropas, y el pelilila estaba sentado en la rama cantando. La diferencia que había -ademas de las ubicaciones-, era que al principio ella estaba sonriendo, pero luego de unos segundos se le deformó el rostro y sus orbes rosados empezaron a soltar lágrimas; podía jurar incluso que escuchaba sus sollozos.

—No estés triste, Yui-san.

El final de la canción lo devolvió a la realidad, a él y a la joven, que se levantó de su asiento al ver a Eitan, pero a diferencia de las otras veces le sonrió.

—Espera —intentó detenerla, lo dijo en un tono bajo, pero sabía que lo había escuchado e ignorado.

Ella solo saltó de esa rama para el lado contrario que se encontraba, y antes de llegar al suelo se desvaneció.