Capítulo 3

4 0 0
                                    

Escuchaba el sonido del agua gotear  mis ojos se abrieron lentamente, me desesperé al ver todo oscuro y comencé a gritar.

- No veo, no veo - susurré desesperada.

Acaso estoy ciega que me pasa porqué todo está oscuro?

Todo seguía oscuro y se me dificultaba respirar, inmediatamente recordé lo que había sucedido.

El asalto, las personas gritando, balas, muerte.

Sollozé desesperada al sentir mis manos atadas y mis muñecas dolían, me habían secuestrado y nisiquiera veo nada no sé dónde estoy.

Que será de mí ahora probablemente van a torturarme o harán lo que quieran conmigo luego me matarán.

No quiero morir joven y aunque odio a mi familia por ser tan engreídos mucho peor que yo, quiero vivir no merezco morir de esta manera no quiero.

Sentí que me quitaban algo de la cabeza y pude ver todo, había un hombre todo cubierto de negro y con una máscara negra también.

- Dejame ir maldito!! - lo insulté enojada y recibí un gran golpe en la mejilla derecha.

Me ardía entonces me percaté de que estaba sangrando gracias al golpe.

- Eres un monstruo, muerete!! - no me importó y seguí gritándole.

- Cierra la boca si no la que terminará muerta serás tú.

- No puedes matarme - negué.

- Viste como maté a esa chica? si no te callas así te mataré a ti también.

Me quedé callada por miedo a que hiciera lo mismo, no conocía a este chico y tampoco deseaba hacerlo.

- Me voy y si no te callas vendré a golpearte sin piedad alguna - cerró la puerta con fuerza haciéndome brincar del susto.

Por dentro tengo tanto miedo de lo que puedan hacerme porque no quiero morir aquí, este lugar es horrible y aterrador.

Las paredes están llenas de lama, hay un olor horrible, las paredes tampoco  tienen color y ratas por doquier.

Odio tanto a las ratas les tengo tanto miedo.

- Ayuda!!! - grité atemorizada.

La rata cada vez se acercaba más a mí e intenté retroceder pero no podía, estaba encadenada y ya no podía hacer nada para huir.

La puerta se abrió y entró el mismo chico pero enojado, podía oír su respiración agitada y entonces me abofeteó tirándome al suelo.

- Te dije que te callaras o si no sabes lo que te puedo hacer - sacó la pistola y me apuntó en la frente.

Solloze con tanto miedo porque tal vez iba a matarme ahora si, escuché un balazo y mis ojos se cerraron.

Síndrome De Estocolmo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora