Capítulo 10

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—La policía no será de ninguna ayuda —aseguró Nyanko sensei—. Esto es cosa de youkais.

—¿Qué quieren? —cuestionó Natsume aterrado.

A pesar de que muchas cosas le venían a la cabeza no quería concluir alguna, pues todo lo que imaginaba era realmente malo.

—En el mejor de los casos quieren el libro de los amigos y harán un intercambio contigo —indicó el gato—. Pero no conozco a ningún youkai honroso que respete semejante trato cuando tiene en su poder un humano con tanto poder espiritual, y embarazada, además.

Natsume no pudo decir más, la chica representaba lo que siempre había deseado, tener una verdadera familia. Pero ahora ella estaba en manos de quien sabe quién, o en el estómago de alguien.

—¿Podemos encontrarla? —cuestionó el castaño una vez que pudo volver a articular palabra.

—Podemos intentarlo —dijo Madara—, pero necesitaremos toda la ayuda posible.

Natsume suspiró. Esto sería agotador, pero no sería nada si eso le daba una posibilidad de tener de regreso a la chica que amaba y a su hijo. Convocó a todos los amigos del libro, incluso a algunos que no conocía, y prometió regresarles su nombre a todos si es que ella volvía a él sana y salva.

Madara confiaría en los amigos más cercanos para que le ayudaran en la búsqueda, él se quedaría un poco al margen, pues si es que la chica volvía y Natsume se deshacía de todos los nombres, correría bastante peligro. Guardaría sus fuerzas para ese momento.

Día y noche buscaron hasta que uno de los youkas trajo información de ella. Un sujeto extraño, de capucha y traje oscuro, se jactaba de tener un verdadero tesoro, un manjar que ni los más prestigiosos dioses se atreverían a disfrutar.

Eso dio a qué pensar. Comer humanos no era reprobable, pero un humano embarazado era impensable. Aunque tal vez todo era un tabú, no se supone que debieran hacerlo. Por eso creyeron que Amy estaba en manos de tal youkai.

El sujeto que la mantenía cautiva era alguien con quien ella había pactado, ese sujeto extraño que la había dejado sin pasado. El come vidas la tenía en su poder pero, aunque esperaba deleitarse con ella, estaba buscando una presa mayor. Había un youkai que quería ver y cobrarle una deuda pasada.

Madara y Natsume se dirigieron a encontrarse con el come vidas una vez que los amigos del bosque prometieron que les cuidarían la espaldas. Tal vez sonaba un poco tonto confiar en los Youkais, pero Natsume lo hacía plenamente. Además cualquier cosa era mejor a pasar la vida sin la chica que quería.

El come vidas pidió la cabeza de Madara a cambio del a vida de la chica. Pero no quería una pelea justa, quería que el otro se dejase matar por dejar libre a la chica. Había otro trato posible, entregar el libro de los amigos. Pero Natsume no quería hacer tal cosa, no quería traicionar a los que confiaban en él, aunque salvar a su amada e hijo, le empujaban a ofrecerlo.

«¿Ellos lo entenderán?» se preguntaba. Pero no creía que fuera posible, los estaría encadenando a un youkai malvado si accediera al trato. Además estaba el hecho de que, cuando entregara el libro de los amigos, estaría indefenso.

Se odiaba por planteárselo, pero tal vez era momento de ser egoísta, de ver por su felicidad y lo que él amaba.

—Yo a cambio de ella —dijo Natsume—. Soy el nieto de Natsume Reiko —informó, esperanzado en que el youkai le conociera. Y acertó. La expresión que le cubrió el rostro al demonio se los hizo saber.

—Pero, ¿por qué elegir? —preguntó el come vidas—, tengo la posibilidad de matar dos pájaros de un tiro.

—¡No lo permitiremos! —aseguraron los amigos del bosque, y otras decenas de ayakashis que Natsume había conocido en su tiempo de vida en la casa de los Fujiwara—. No abandonaremos a alguien que, aunque pudo arreglarlo todo al traicionarnos, prefirió dar su vida para salvar lo que ama.

Natsume respiró un poco aliviado, pero se sentía bastante mal. Ellos se dieron cuenta de sus intenciones y aun así lo protegían. No se sentía merecedor de lo que recibía, pero lo necesitaba tanto que lo aceptaría aún si eso significaba cargar con la culpa.

No les sería difícil acabar con él, de no ser porque el trato que tenía con ella era legal. A pesar de haberse comido su pasado, ella aún tenía su vida. Y ella le había entregado su vida con tal de conocer su pasado, un pasado que ya no existía.

Natsume lo pensó mucho. Un contrato siempre tenía clausulas débiles. Debía pensar con minuciosidad, algún fallo debía tener.

Algo que funcionaría, o al menos les daría tiempo, es que ella había aceptado entregar su vida, pero ahora había una vida más en juego. La del bebé en su interior no estaba en el trato y, si se apegarían a las reglas, él debía respetarlas.

Pero eso solo serviría hasta que Amy diera a luz, después de eso el come vidas podría disponer de esa chica, y no había forma de que Natsume quisiera entregarla.

Algo más debía haber, algo que los librara de esa situación. El tiempo parecía no jugar a su favor, la chica en el cristal estaba perdiendo fuerzas, incluso Natsume podía sentir como ella se apagaba.

—El trato no es válido —aseguró Natsume quien, después de mucho pensarlo, había encontrado una posible solución—. Ella pacto contigo antes de que te comieras el pasado, una vez que acabaste con eso el trato también se perdió.

El rostro del come vidas se encolerizó, no esperaba que notaran ese pequeño detalle. Pero detalles como ese no podían pasar desapercibidos para alguien que debía darlo todo por salvar a los que amaba.

—¡Qué lástima que ya no hay tiempo! —dijo el youkai volviendo a poner una sonrisa en su rostro—. Ella se fue —aseguró, mientras la burbuja de cristal que la reflejaba se desaparecía, igual que el come vidas.


Continúa... 

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