El verdadero amigo

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Al abrir los párpados, Ben se da cuenta que aún es de madrugada. Muy temprano para levantarse, o más bien, muy temprano para que su madre lo zarandé entre dormido y le diga que llegará tarde a la escuela.

Ben siente su mano húmeda, la que siempre saca sonámbulo, porque no hay más razones para sacar una parte de su cuerpo en la noche. Le asusta que la oscuridad le robe algún miembro y que, al despertar tenga que pedir ayuda.

La cobija azul de naves espaciales y extraterrestres lo cubre desde la punta del pie, hasta el último pelo de su cabeza. Se muere de calor así, pero con su mano desprotegida y húmeda, el sofoco se ha transformado en miedo. Siente un sopetón en su mano y se destapa, ya seguro de que Tony lo ha estado lamiendo un rato largo. Con medio cuerpo afuera, se deja abrazar por su cachorro y duerme más tranquilo.

Desde el día en que Tony llegó a la casa, Ben no tiene que dormir con miedo, o dejar que su madre lo despierte, porque Tony se encarga de eso.

Ben estudia en primaria con quince niños más, de los cuales, trece no se acercan a él y los otros dos están para molestarlo. Él no se defiende porque cree que Tony también debe encargarse de eso, pero no dejan entrar perros a la escuela, así que siempre hace esfuerzos para ignorar los malos comentarios y los golpes.

—Los golpes no solo se ignoran, Ben —Le dice su padre.

—No tienes que prestarles atención, cielo —Le dice su madre.

Ben no sabe qué hacer, y los golpes siguen. Y su padre le dice que aprenda a defenderse, pero nunca toma tiempo para enseñarle. Y su madre le dice que aprenda a hacer oídos sordos, pero ella siempre le dice a su hermanita lo importante que es escuchar a los demás, porque hace muchos berrinches.

Un día en clase, la maestra les deja como actividad hacer un poema sobre su mejor amigo como celebración del día de la amistad. Ben no se preocupa, pues tiene un solo mejor amigo en la vida, mientras que algunos compañeros de clase deben escoger entre sus «varios mejores amigos».

En el turno de Ben, todos están expectativos a quién escogería. Los niños lo consideran el rarito del salón porque no tiene amigos, pero nadie era capaz de acercarse. Entonces, cuando Ben menciona a Tony, nadie dice nada.

— ¿Quién es Tony, Ben? —Pregunta la maestra en tono amable.

—Mi mejor amigo, mi perro.

Todos se ríen, pero no le importa, porque nadie conoce a Tony, ninguno de sus compañeros tiene el privilegio de conocerlo.

Ese día, Ben recibe una paliza más grande por su poema.

—Ya estoy harto de que te escudes con el perro —Le dice su padre.

—Cariño, debes conseguir verdaderos amigos —Le dice su madre.

—Pero si es mi mejor amigo —Responde él.

Ben está en secundaria. No le tiene miedo a la oscuridad, porque cada fin de semana llega tarde a casa y necesita de ella para escabullirse. Sus notas no son mejores que cuando estaba en primaria, pero tiene amigos. Sale de fiesta con sus dos mejores amigos, los mismos chicos que lo atormentaban de niño.

Ben se siente mejor, porque nadie lo considera rarito, excepto su perro Tony. Ahora el perro era grande, de un pelaje dorado y de ojos brillantes. Tony le ladraba a Ben algunas veces, cuando llegaba tarde y olía raro, o cuando se quería escabullir por la ventana de su habitación.

En una noche, Benjamín, como le gusta que le llamen los demás, sale de un auto estacionado afuera de su casa que hace despertar a Tony. Benjamín abre la puerta y se enoja al escuchar ladridos. Sus padres se enterarán de que él ha salido sin permiso. Toma una cadena y deja al perro que lo delata afuera, amarrado a un árbol.

Esa noche cae una terrible tormenta. Los truenos opacan los ladridos de Tony, que no tiene donde esconderse.

En la mañana, Ben abre los párpados. Se da cuenta que hace demasiado ruido para ser las diez y media, y se levanta con dolor de cabeza, para decirle a los demás que lo dejen dormir. Sin embargo, los ruidos son llantos que provienen de afuera. Se asoma y no es más que su hermana. «Muy grande para hacer berrinches» piensa, pero bajo la enorme resaca, recuerda que había sacado algo afuera, y corre hacia abajo.

Ben, que ahora solloza en la veterinaria, recuerda todas las cosas que pasó junto a su verdadero amigo. Nunca hizo falta convertirse en alguien más, porque a Tony le gustaba tal cuál como era.

Cuando el veterinario le dice que su mascota estará bien, Ben responde:

—Más que una mascota, es mi mejor amigo.

Y así fue siempre.

Benjamín, con su esposa, y un bebé en camino, observa un álbum de fotos. Siente su mano húmeda, y aparta el libro para levantar a su perro y acostarlo junto a él. Debe levantarlo porque Tony está muy viejo, pero aún conserva ese mismo cariño de cuando era un cachorro.


Entre amigos y otras cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora