Nuevos sentimientos

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Parte 1

Si alguien me llega a preguntar por el hombre perfecto, yo lo definiría alto, en forma, de cabello color caoba y enmarañado; una amplia sonrisa y, una personalidad relajada y misteriosa a la vez. O solo diría tres palabras: Craig Alexander Rupert.
Y aunque mi mejor amigo, David, no comparta los mismos pensamientos que yo, puedo recalcar que su amistad incondicional me ha servido en más de una ocasión. Como la vez que necesitaba tres puntos para pasar una asignatura y él, sin protestar, entró en la oficina de la maestra y cambió mi nota en el ordenador. Ése día casi le da un ataque nervios, pues lo habían pillado. Recibió toda la culpa porque no me delató. Se pasó todo un día en detención y luego me perdonó con la condición de que lo invitara a mi casa a cenar.

¿Qué lo he estado usando? Bueno, la verdad no lo considero así porque a él no le importa hacer cosas por mí. Por esa razón hemos estado juntos durante casi cinco años. Y en todo ese tiempo nos hemos compartido tantas cosas que podría jurar que él sabes más cosas de mí que yo misma.

Hubo un tiempo en que todos creían en la secundaria que éramos novios. Yo reí en respuesta, él en cambio se puso serio, bastante para su personalidad, porque para él todo es broma y el instituto era un gran chiste en el que no podía parar de reír, pero luego llegó el rumor a nuestros oídos y simplemente lo ignoró.

David y yo no pegábamos como pareja. Primero porque no me atraía físicamente, él era solo unos cuantos centímetros más alto que yo, su cabello era rojizo y enroscado. Tenía pecas por todos lados y su piel era blanca y muy pálida. También porque no teníamos tantos gustos en común.

Lo curioso es que, en tanto tiempo en el que me ha acompañado en las buenas y en las malas, nunca se había opuesto a algo. Hasta que le conté sobre mi interés amoroso más emocionante que nunca creí que existiría.

—Estoy locamente enamorada de Craig.

Ése día estábamos en el pequeño teatro que tenía la escuela. Todas las luces estaban apagadas y las encendidas solo se centraban en el chico que me tenía suspirando a menos de un metro. Todos estaban en silencio, atentos a lo que estaba recitando. En un susurro lo confesé antes de que los aplausos empezaran a sonar por todo el lugar.

—Amber, estás loca, eso es todo lo que he escuchado.

—Tú me vas a ayudar a conocerlo.

—No voy a hacer tal cosa —Me dijo fastidiado de mi insistencia durante la obra.

—Lo vas a hacer. Eres mi mejor amigo.

—Ya veremos —Me dijo incrédulo.

—Sí, ya veremos —Le dije sonriendo.

Entre amigos y otras cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora