El murmurador: Parte dos

15 5 0
                                    

Me encanta esa sensación de haber predicho el futuro. Aunque estoy siendo exagerado. Solo que, al recordar cuando Pam y Madison habían discutido en medio de una clase por ese Alex del que tanto se suspiraba, sentí un déjà vu.

No solo supe lo que pasaría al escuchar a Pam decirle a otra chica que se arrepentía de hablarle del tipo a Madison, sino, que la mismísima Pam me había contado en un ataque de rabia de lo que se había enterado: Su mejor amiga y Alex habían estado coqueteando en redes sociales frente a sus narices. En esos momentos quería decirle que había sido en frente de las narices de todos, pero eso no arreglaba las cosas. Así que me limité a decirle lo que toda persona con falta de compañeros dice.

—Creo que ustedes no deberían ser amigas.

— ¡Tú no sabes nada Jacob!

Cualquier cosa que le hubiese dicho la iba a hacer correr así que no me importó. ¿Quién era yo para darle consejos?

Al día siguiente se había desatado todo lo que se guardaban entre esas dos. No sé cómo, ni en qué momento, pero las dos comenzaron a hablar más fuerte de lo debido hasta que se gritaron una a la otra en plena clase. Madison le gritaba lo estúpida y retrasada que era, mientras que Pam le exigía el por qué era tan perra. No habían pasado ni tres minutos, cuando el maestro las sacó a ambas por las orejas. Me pareció algo infantil, pero que se le iba a hacer, esas dos actuaron como niñas.

Madison le había aconsejado a Pam de que ese chico y ella debían salir, y al rato ella le estaba coqueteando, hasta que se hicieron novios a espaldas de Pam. Bueno, que espalda, empezaron a salir en su cara y al final, Pam perdió los estribos cuando su «mejor amiga» le dijo que iba a romper con él porque se había aburrido. Todo eso fue contado por una de las chicas que se sentaba atrás de ellas y sabía todo el cuento. Empezó a regárselo a todos cuando el maestro había salido con las dos colgando de las orejas. A mí me causó gracia porque lo hacía como si vendiera pan caliente. Ésta chica (de la que no recuerdo su nombre) se había subido en el escritorio del maestro para decirlo ante todos los de la clase.

Han pasado tres meses desde eso, y aunque ya no estoy involucrado en la vida de esas chicas, me he dado cuenta que ambas se envidian entre sí. Necesitan saber una de la otra, para luego destruirse. Y es lo que las mantiene unidas, porque hasta el sol de hoy, siguen juntas.

Por esa razón y otras más, sigo solo, pero eso ya es otra historia.

Entre amigos y otras cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora