Día 5 - Ojos Abiertos

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Las 7:30 a.m.
Por alguna razón, tocaron el timbre de mañana.

- ¡Conteo!

Salimos al patio, uno por uno, como siempre. Nos formamos en filas de 6.

Pasaron lista.

- ¡Esto está mal!, ¡No quiero morir ahora!, ¡No!
- Si usted no deja que lo llevemos a la "habitación", le tocará aquí.
- ¡Sobre mi cadaver!
- Como desee.

A continuación, el guarda golpeó la parte de atrás de la rodilla del hombre, arrodillándolo a la fuerza.
Sacó un rifle el guarda.

"¡PUUUUUUM!"

El lugar se quedó en silencio.
A pesar de eso, no me alarmaba, sabía que estaba protegido.

- ¡De ahora en adelante las cosas se harán como yo diga!, ¡Ezic es ya el pasado!

Apuntó y disparó a todo guarda que estaba ahí.

- ¡Ahora ellos sabrán qué es el abuso que nos han metido!

La gente susurraba...
"¿Tan necesario era matar a ese pobre hombre?"
El guarda, al escuchar esto, apuntó también a los que susurraban.

- ¿Alguna objeción?
- ¡No, señor! - Contestaron, con miedo.
- Ahora, ¡Tomen piedras y varas y hay que deshacernos de todo Ezic!

Tomaron rocas, medianas y grandes, palos gruesos y algunos puntiagudos...
Corrieron hasta la oficina principal del segundo piso. Mataron y murieron.

Desde un principio no me parecía buena la idea, solo me mezclaba con la gente.
No tomé armas. Mis manos eran suficientes.

Al final, de los 36, quedamos 17.

El guarda nos llevó a todos a lugares distintos por parejas. Estábamos separados por varias paredes unos de otros.
Como pensé, yo era parte de las parejas de al final.
Tenía una mujer como pareja, bastante bonita, debo decir, pero tenía mucho miedo y comenzó a empalagarme.

- ¿Y si nos matan?, ¿Y si somos secuestrados y vendidos?, ¿Y si nos quitan los órganos y los venden?, ¿Y si nos violan?, ¡Por favor, no me dejes mo-
- ¡Cierra ya tu maldita boca, mujer! - Dije, después de cachetearla.

Estaba molesto.
Se escucharon disparos. Uno tras otro.
Persona por persona, cadaver por cadaver.
Hasta que fue nuestro turno.

- ¡AHHHH!, ¡POR FAVOR, NO NOS MATES!

Yo solo me quedaba viendo al guarda.

- ¿Por qué haces esto? - Le pregunté.
- No te importa. - Dijo, irritado.
- Vale, entonces permíteme.

Me acerqué a él. Comenzó a temblar y se puso nervioso.

- ¡Ni un paso más o disparo!
- Jajaja, como si tuviera miedo.

Avancé tres pasos, y, luego...
Un disparo.
Sentí un gran empujón, pero no hubo dolor ni sangre. El área de la herida comenzó a ponerse negra y un poco mohosa.

- ¿¡Qué diablos!?

Seguí acercándome. Esto me comenzó a gustar. Me sentí poderoso.

Dos disparos más.

- Jajajajaja, te vas a arrepentir. - Dije, ritmiticamente.
- ¡Baaahhh! - Gritó el guarda.

Lo tomé del cuello y lo tiré al suelo, él tenía miedo, pero pronto iba a dejar de sentirlo. Lo miré a los ojos. Su rostro se oscureció, sus ojos se pusieron negros y comenzó a pudrirse.
Sonreí sin querer.

La chica que veía todo el espectáculo comenzó a gritar y gritar.
Me acerqué a ella.

- eS Tu tUrnO.

La tomé del cuello y la cintura. Ya no sentía mis expresiones del rostro. Ella gritaba aún más.
Hasta que, de pronto, se ahogó su grito.

Silencio total.

Ella se pudrió también.

Me sentí con poder. Tenía todo en mis manos, matar o morir.
Comencé a reírme y llorar, lloraba, pero mi llanto no eran lágrimas, un espesor oscuro salió de mi. Mi risa no era mía.

- ¡tE DijE qUe sE iBaN a ArRepEntiR!
- ¡jAJa!, ¡tEnÍaS RaZóN!

Caminé de forma extraña, como si me derritiera y pesara, hasta mi habitación.
Me acosté.
Son las 6:59 p.m.

- jAja. a Lo tOnTo sE Me vA lA TarDe.

INSOMNIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora