Capítulo 2

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Anteriormente

—Tu padre a decido invitar a ese joven a la cena de mañana, así podremos juzgarlo bien ¿No crees? —Estaba tranquila y eso no era posible cuando hablaba sobre él.

Dejé de darle la espalda y me senté en la cama.

—Mañana es la cena familiar, vienen todos —la miré a los ojos y traté de descifrar que era lo que se traía entre manos.

—Así es. Será perfecto para que todos lo puedan conocer —me sonrió.

—Está bien—susurré—. Mamá... si solo le dieras...

—Mañana —me interrumpió—. Mañana, al final de la cena hablaremos, ¿entendido? —se puso de pie y se acercó hasta besar mi frente, se alejó y se retiró de mi habitación.

No creo que él quisiera venir a una cena donde el único tema que importaba era la economía, el trabajo, las empresas y grandes toneladas de dinero que ganaban día a día... pero prefería a que estuviera presente y diera a conocer la maravillosa persona que era.

Apenas mi madre me dejó a solas, estiré una mano hacia uno de los veladores y tomé el teléfono con temor

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Apenas mi madre me dejó a solas, estiré una mano hacia uno de los veladores y tomé el teléfono con temor. ¿Era realmente buena idea? Quizás sí, quizás no, pero nada perdía con intentarlo.

— ¿Hola? —Contestaron del otro lado. Su madre.

—Señora Gabriella, soy yo, Charlotte. ¿Está Mark en casa? —aún era tiempo de arrepentirse, aún podía colgar.

— ¡Oh, cariño, eres tú! Si, espera unos segundos —adoraba hablar con Gabriella, tan humilde, tan sincera, tan cariñosa... como desearía tener una madre así.

—Gracias —susurré.

Escuché como dejaba el auricular a un lado y sus delicados pasos alejarse.

— ¡Mark! ¡Charlotte está al teléfono! —sonreí al escuchar su voz lejana llamar a mi enamorado.

En pocos segundos, se escucharon, a lo lejos, unos grandes pasos apresurados. La intensidad del sonido cada vez iba creciendo y pronto sentí cuando el auricular fue alzado.

—Charlie —incluso por teléfono su voz sonaba dulce y cariñosa.

—Mark —volví a sonreír, esta vez, por inercia.

— ¿Cómo te fue? ...Ya sabes... tus padres... —cuestionó incómodo.

—Ya sabes. Quería pedirte una disculpa... todo lo que dijo mi madre... —suspiré con pesadez—. Ella no te conoce, Mark.

—No te preocupes, está bien —era increíble la manera de hacerme sentir segura.

—Mark... me preguntaba si... si tú... ¿Si tu quisieras cenar mañana por la noche aquí? Mis padres quieren que te presentes formalmente —estaba nerviosa, sí. La respuesta más obvia era un no.

Mi lugar eres tú©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora