Capítulo 4

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Anteriormente.

—Siempre he soñado con... abrir los ojos una mañana y verte dormir a mi lado —suspiró acariciando mi mejilla.

Me quedé mirando sus ojos, era lo más maravilloso que me podía haber pasado en la vida.

—Te amo —susurré.

—También yo —tomó de mi mentón y me acercó lentamente hasta sus labios, para capturarlos con suma delicadeza y ternura. Me llenó de tranquilidad y cariño. Sus labios nunca habían sabido más dulces que esa noche y no podía evitar dejarme llevar por el exquisito compás que sus labios creaban.

—Buenas noches —susurró con los ojos cerrados.

—Buenas noches, Mark —sonreí y me acomodé en su pecho para quedarme dormida con la hermosa melodía de su corazón.

Cerré mis ojos y los pensamientos me inundaron. Que diferente sería mi vida desde ahora en adelante, quizás que retos me traería, quizás con qué piedras iba a tropezar... las dudas del destino eran infinitas y no había más opción que aceptarlas.

Mis ojos se abrieron con pesadez y mi vista de a poco se iba aclarando y acomodando a la delicada luz mañanera que inundaba el cuarto

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Mis ojos se abrieron con pesadez y mi vista de a poco se iba aclarando y acomodando a la delicada luz mañanera que inundaba el cuarto. Detrás de mí, sentía la calmada y cálida respiración de Mark chocando con mi espalda. Aún debía de estar dormido. Me giré y sonreí al encontrarme con su rostro adormecido. Nunca había admirado una expresión tan serena en su rostro. Sus ojos se encontraban relajadamente cerrados, sus labios rosados y secos se encontraban levemente entreabiertos y exageradamente tentativos. Levanté mi brazo y acerqué el dedo índice hasta su rostro. Comencé a deslizarlo de un lado a otro y así podría grabar nítidamente sus facciones tranquilas. Debió notar algún movimiento, por lo que su cuerpo involuntariamente se balanceo suavemente sobre el acolchado.

—Charlotte—sus labios se movieron hasta soltar un susurro.

Sus ojos aún no se abrían, más sus brazos con rapidez apresaron a todo mi cuerpo y me aferró a su pecho. Debía de estar aún dormido y no tenía interés en despertarlo. Es malo interrumpir un sueño tan gustoso, como el que me daba a imaginar cada expresión en su rostro... aun así, algo traviesa, me propuse a jugar con su dormida anatomía.

Deshice su abrazo y me subí sobre su cuerpo, apoyando cada una de mis extremidades a sus costados y mintiendo cierta distancia entre ambos cuerpos. No era la clase de chica que solía hacer este tipo de cosas, pero de vez en cuando la tentación merodeaba por cada rincón de mi anatomía y cuando no estaba atenta, se apoderaba de mí.

Acerqué mis labios hasta su cuello y comencé a repartir suaves y húmedos besos. Comenzaba a tomarle el ritmo y mis labios se guiaban solos hacia los suyos... cuales pronto capturé. Aun así, a pesar de que estuviera profundamente dormido, sus labios sabían a dulce néctar, exquisito y adictivo.

Mi lugar eres tú©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora