Capítulo 3

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Anteriormente.

— ¡Estás castigada! ¡Ahora ni pienses en salir, ni con tus amigas, ni con nadie! Te quedarás encerrada en tu habitación durante dos semanas, ¿entendido? —me apuntó con un dedo acusador.

— ¡Perfecto! —Grité entre llanto, odio, rabia y amargura— ¡Mientras más alejada de ustedes esté! ¡Mi vida es perfecta! —corrí sin esperar más respuesta hasta mi cama y me dejé caer.

Pasos furiosos y un gran portazo dieron el final de la discusión. Ahora el único sonido presente eran mis sollozos interminables y dolorosos.

Nadie, nadie en el mundo podría separarme de él, lo amaba y eso era lo suficiente para mantenerme junto a él, siempre.

Tenía que hacer algo, no podía quedarme de brazos cruzados... y debía de actuar ahora ya o sino, después, sería demasiado tarde.

Con la rabia latiendo agitadamente en mi corazón, tomé mi celular y tecleé rápidamente la alarma, reprogramé y dejé un horario pendiente: 3:30 de la madrugada

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Con la rabia latiendo agitadamente en mi corazón, tomé mi celular y tecleé rápidamente la alarma, reprogramé y dejé un horario pendiente: 3:30 de la madrugada.

Sabía muy bien lo que tenía en mente y no había manera de que me arrepintiera.

Busqué entre mi closet una de las maletas más amplias y al tener una en mano, saqué gran cantidad de ropa, sin importar que prendas fueran, solo importaba que cayera la mayor cantidad posible.

Tomé un bolso de menor tamaño para cosas básicas, como cepillo de dientes, un cepillo para el cabello, perfume, maquillaje y todo ese tipo de cosas necesarias para una mujer.

Al terminar de empacar todo lo esencial, dejé mi abrigo, maltea y bolso de mano, bajo la cama. Apagué la luz y me escondí bajo las suaves frazadas de mi cama vestida de pies a cabeza, no había tiempo que perder. Ahora solo quedaba que Mark aceptara.

La delicada melodía de la alarma vibró bajo la cabecera, logrando que mis ojos se abrieran de par en par. Dormida, estaba conscientemente para el momento.

Tiré las sabanas hacia atrás y moldeé un bulto, con sábanas gruesas, bajo las frazadas, lo que reemplazaría mi cuerpo.

Me abrigué y salí de la habitación pretendiendo ser silenciosa y cuidadosa. Los pasillos y todo rincón, permanecían en plena oscuridad, por lo que con mayor razón debía tener cuidado.

Hice un gran esfuerzo al bajar las escaleras. Era uno de esos momentos en que los escalones parecían ser interminables y debía permanecer con los dientes apretados para evitar un quejido o un jadeo de cansancio.

Al llegar frente a la puerta principal, me acerqué hacia la mesita de un lado y tomé el lápiz y un pequeño bloc de notas para anotar:

"Gracias por enseñarme los dos tipos de mundos. Uno donde existe la frialdad, la avaricia, el dolor, donde no hay sentimientos, al que pertenecen ustedes. Y el otro donde la gente tiene corazón, donde lo importante es ser como eres, donde la gente si tiene valor. Donde pertenece mi corazón.

Mi lugar eres tú©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora