Vivir en esa mansión con forma de sombrero ya era un infierno. Vivir enamorado del jefe lo era aún más.
Una isla. Una villa. Una casa grande llena de secretos.
¿Porqué se sentía tan conectado a su maligno jefe?
Flug podía soportar mucho. Demasiad...
—Entonces, te decía... ¡Ahí estaba ese pino! Tan rezongón como siempre, con esa actitud altanera. Pero yo no estaba pintado, no cabe duda que...
—...¿Venías a comprar algo, sí o no?
Mis dientes afilados rechinaron. Y mis dedos tronaron tantas veces que no las conté. No necesito respirar, pero si lo hiciera, ahorita estaría casi ahogándome. No podía soportar su incesante y aburrida plática. No me siento de humor. Sé que nunca lo estoy, pero ahora tengo menos motivos para estarlo.
Todo es un maldito asco.
—¡Jajaja!~ Blacky, querido sombrerito. ¿De verdad creíste mi pretexto de que venía a comprar? Digo, no seas iluso. ¿Para que necesitaría alguien como yo, tus ridículas armas?
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La piel de mi cara casi sufre daños otra vez. Pero pelear con el estúpido de Cipher no tenía caso.
Solo dejé que el idiota terminara de carcajearse y vi como limpiaba una lagrima burlesca de su ojo sin parche.
—Que bien. Porque igual no hay quien fabrique nada.
Normalmente ya estaría más que encabronado con este sujeto por sus burlas y por hacerme perder mi valioso tiempo. Pero hoy no fluye ese odio, no sé que pasa y lo detesto.
Mi mentón se quedó recargado sobre mi puño un buen rato, ni siquiera lo medité. Pero el rubio delante mío se me quedó mirando con intriga, entrecerrando su ojo. ¿Qué se cree?
—Oh~ alguien está más de malas que lo habitual.
Rió entre dientes, con una mano sobre sus labios. Ugh. Debo empezar a reconsiderar mis amistades.
—¿Dónde está tu científico? No lo vi por allí cuando llegué.
Muy bien. Está metiéndose en un lugar donde no debe. Le miré con desdén.
—Que te importa. Te recibió Demencia, ¿no?
—¿La chica loca? Puedes apostarlo. Casi me besuquea.
Rodé la mirada. Totalmente esperable de ella, pero ahora no me importa.
Solo hay una cosa que no sale de mi cabeza.
¿Porqué? ¿Porqué te fuiste así?
Maldito estúpido, inútil. No puedo hacer nada, ni siquiera pensar bien. Menos ir a buscarte. Porque eso es lo que quieres, ¿no? Que pierda mi dignidad y vaya a buscarte, cuando fuiste tú quien se fue sin avisar.
Sé que yo...
—¡Hey! ¡Tierra llamando a Black Hat!
Estúpida voz, estúpidos chasquidos de dedos que me despertaron de mis pensamientos. Cierto, el demonio éste seguía aquí. No me puedo dar el lujo de actuar así frente a él, ni frente a nadie. Pero, ¡puta madre! No me puedo concentrar en nada.
