¿Qué excusa utilizaría Alessa para ir tan tarde a la casa de su novio? Tenía que ser una excusa que su madre creyera, una que explicara convincentemente por qué no podía ir más temprano.
Mientras guardaba su cepillo de dientes en la morada mochila miles de mentiras se formulaban en su mente, tomó una muda de ropa del armario para ducharse al día siguiente y también la guardó. Solo le restaba encontrar sus pantuflas, de ninguna manera sus pies tocarían el piso al levantarse con la humedad que había quedado por la lluvia de la noche anterior, se agachó para buscar bajo la cama, efectivamente allí estaban.
Al meter la mano sintió algo diferente a la familiar textura de sus pantuflas, se quedó dura como piedra, incapaz de mover el cuerpo esperó a que algo sucediera, imaginó a un monstruo, de textura escamosa, que se comía su mano de una manera violenta y desagradable.
Ya había pasado un minuto, Alessa se atrevió a pasar saliva y decidió moverse, repitiendo para sí misma que los monstruos no existen, que seguramente una serpiente se había colado en la casa y había ido a parar bajo su cama. Lista para gritar sacó su mano, cerró los ojos y dejó que lo que tuviera que pasar, pasara.
Nada. No había pasado nada.
Bajó la cabeza y se sintió estúpida, seguro su hermana menor había vuelto a entrar en su habitación y olvidado un juguete, un dinosaurio púrpura. Le sorprendió no haberlo visto cuando se agachó la primera vez, se sintió paranoica y tomando sus pantuflas dejó de lado el tema.
-¿¡Mamá, puedes llevarme a casa de Rem!? Gritó esperando una negativa, pero para su suerte su madre estaba de muy buen humor esa noche y ninguna excusa fue necesaria.
-¡Si no bajas en cinco minutos te irás volando! Se escuchó desde la cocina.
Alessa se apresuró a cerrar su mochila y escribirle a Rem.
Cinco minutos para vernos ¿Emocionado?
Guardó su celular y también recordó guardar el cargador, algo que siempre se le olvidaba y partió, en motocicleta, a eso de las 23:45 de la noche, con la espectativa de una velada mágica.
Cuando llegó a la casa de Rem las luces ya estaban apagadas, su chico la esperaba en la puerta con un cigarrillo en una mano y el celular en la otra. Mientras Alessa bajaba de la moto y se quitaba el casco, él saludó con un movimiento de cabeza y una sonrisa.
La noche a los chicos se les fue entre risas, charlas y besos. Después de hacerlo se encontraban tirados en la cama, desnudos, hablando de sus sueños de la noche anterior.
-Fue una experiencia horrible, Comentó ella. -el no saber si ya despertaste o sigues dormida, además esos monstruos...
Se estremeció, Rem la resguardó en un cálido abrazo que reconfortó a Alessa y le produjo ganas de dormir, porque a quién no le dan ganas de dormir en brazos de su novio.
-Descansa, preciosa, aquí estoy, yo te protejo. Dijo Rem y le dejó un tierno beso en la frente, él también cerró los ojos y al cabo de un rato ambos se durmieron.