Capítulo 9, Parte 1 - Recuerdo Amargo

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[SIN EDITAR]  

Alice


*Toc, toc*

Se escuchó como golpearon el otro lado de la puerta.

―¡Está ocupado! ―contesté.

Luego de mi pequeño receso en donde intercambié insultos con el nuevo, decidí esconderme en los baños, por lo menos hasta que terminaran las clases de matemáticas y no llevarme un castigo por no haber asistido.

En estos momentos, mi mente no dejaba de divagar en toda la información que había recibido esta mañana. El noviazgo de Lizz, John comportándose como un completo extraño, el casi beso con Fred, la aparición del nuevo que ya ni recuerdo cuál es su nombre...

*Toc, toc*

Otros dos golpes me sacaron de mis pensamientos. ¿La gente es sorda o qué?

―¡Está ocupado! ―contesté molesta.

*Toc, toc*

¿Es una broma no?

―¡ESTÁ O-CU-PA-DO! ―hice énfasis en cada sílaba.

*Toc, toc*

¿Es en serio? Estoy muy segura de haber sido muy clara en cada "está ocupado" que dije.

Mi humor ahora no era el mejor y si esto es una tomada de pelo de alguna chica que se cree graciosa... no la pasará muy bien.

Antes que se pudieran escuchar otros dos toques, abrí la puerta del cubículo con cierta brusquedad que me caracteriza, dejando frente a mí la figura de la última persona que quisiera ver en mi vida... Dan.

Abrí mis ojos como platos por la sorpresa.

¿Qué hacía él en el baño de mujeres?

De un rápido movimiento se introdujo en el diminuto espacio, cerrando la puerta con rapidez detrás suyo.

―¿Qué diablos haces aquí? ―contesté atónita.

Se me hace que esto no pinta nada bueno, él ahora es el novio de Lizz, no deberíamos estar encerrados en un baño y con nuestros rostros a tan pocos centímetros por culpa de la falta de espacio. Si Lizz nos llegara ver... podría imaginarse lo peor.

―Tenemos que hablar ―contestó seco.

Odio esas palabras.

Detesto escuchar los "tenemos que hablar", sean de quien sean, me producen una incertidumbre tan espantosa. Siento que escupiré todos y cada uno de los cereales que desayuné esta mañana.

Sin poder decir algo más, Dan se me colocó por detrás, tapando con una mano mi boca y sujetándome por la cintura con la otra, haciendo que mi espalda chocara con rudeza contra su tonificado pecho.

―¿Qué diablos te sucede? ¡Suéltame, ya! ―intenté hacer que me escuchara, pero él solo me chistaba y me decía que hiciera silencio.

Al principio me revolví en mi lugar tratando soltarme de su agarre, lo que fue un completo fracaso porque si comparo nuestras masas musculares, estoy en desventaja. Unos segundos después me bastaron para comprender el porqué de su reacción... alguien más había entrado al baño de mujeres.

Dejé de luchar contra el agarre de Dan para prestar un poco más de atención a quienes acababan de entrar.

Voces femeninas...

Ruido de tacones...

Cotilleo intolerante...

Risas ensordecedoras...

Un amor para recordar [Escribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora