[SIN EDITAR]
Alice
―¿Qué es una fiesta de cumpleaños sin drama? ―dice John encogiéndose de hombros, haciendo viajar su mirada sucesivamente de Lizz y a mí.
―No puedo argumentar nada ante esa lógica... ―respondo cruzándome de brazos, viendo a la rubia junto a mi, con aire inocente.
Lizz, en cambio, no se veía para nada bien, estaba muy preocupada y también parecía un poco molesta. La oigo resoplar exhausta una y otra vez mientras nos daba la espalda y caminaba de un lado a otro.
¡Nosotros no tenemos la culpa de nada!
Bueno, John no tiene la culpa de nada... ¡y yo tampoco!, técnicamente hablando... ¿no la tengo, verdad?
―¡Por Dios! ¿Por qué tardan tanto...? ―insiste impaciente Lizz, meciéndose reiteradas veces y golpeando su pie contra el suelo de manera tortuosa. Su actitud es estresante.
―¡Tranquila! Según los médicos todo está en orden, aunque tiene suerte de seguir vivo... ―contesta el castaño, levantándose de su asiento para tomar a mi amiga en sus brazos y embriagarla de esa dulzura y paz, propias de él...
Yo también quiero.
―¿Suerte?, ¿bromeas?, Por poco y me libraba de él. ―resoplé, dándoles la espalda en mi asiento.
Está bien, reconozco que jamás hay que desearle la muerte a nadie, pero Alan... sinceramente no veo el momento en que de una buena vez vuelva con sus parientes al infierno.
¡Ahg! Ahora por desear eso mentalmente, tendré que encontrármelo ahí también. O bien hago el bien hasta que ese día me llegué e ir por un camino diferente que él...
...
Eug, si... eso no va a pasar.
―¿Familiares de Walker? ―dice una voz masculina y desinteresada al salir de una de las habitaciones de internados. Un hombre no muy mayor ni muy joven hace acto de presencia en el pasillo de espera donde nos encontrábamos.
Ojala sean malas noticias.
―¡Aquí! ―dice Lizz, precipitándose de un salto hacia el que aparenta ser el doctor.
―¿Son familiares? ―incluye el hombre con bata blanca, enarcando una ceja y elevando los ojos en dirección a la rubia.
―¡Sí!... bueno... no, somos sus amigos. ―aclara ésta, tropezando con sus palabras.
―¡Habla por ti! ―añado desde mi leganía, indignada. ¿Yo? ¿Su amiga? Sí, cómo no... no veo mi millón de dólares por ningún lado. Pero ahora que lo pienso, un millón me parece poco por tratar siquiera de soportar verlo respirar.
La rubia enfrascada en su preocupación, se gira lentamente en mi dirección para devolverme la mirada más distante y asesina del siglo.
El hombre de bata blanca nos escruta con indiferencia mientras que analiza el inmenso y desolado pasillo. Está claro que no nos quiere dejar pasar ―por mi, mucho mejor― pero no creo que llegué nadie más a verlo, ni siquiera Dan que se supone es su familia.
Una pizca de pena atraviesa mi frio y hermoso corazón, nadie más iba a venir a verlo, él estaba solo en EE.UU, o eso tengo entendido según Lizz, quién últimamente no ha dejado de hablar de Alan. No tengo mucha información sobre él, pero si la suficiente; nació en Madrid, vivió su infancia en Ibiza y antes de llegar y quedarse aquí, vivía en Barcelona.
ESTÁS LEYENDO
Un amor para recordar [Escribiendo]
Roman pour AdolescentsWARNING: Esta novela contiene alto contenido de insultos, violencia, sustancias prohibidas y demás... se recomienda discreción. Alice... divertida, "simpática", sarcástica y muy solitaria. La mayor parte de su vida creció sin un padre a su lado y pr...