Capítulo 1 - Mal día

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[EDITADO]

Alice

Suena la alarma de mi celular en mi mesa de luz y eso indica el inicio de la semana, otro lunes como cualquier otro. Me despierto con la canción: "I just came to say Hello" –como no es de costumbre–, debe ser mamá pretendiendo que crea que levantarse temprano un lunes para ir al instituto vale la pena, y sé que realmente lo vale, pero... por Dios, ¿Levantarse a las ocho am un lunes? ¿En serio?

El intento de despegar mis ojos y levantar mi cabeza de la almohada es casi imposible, debería considerarse un delito ir al colegio los lunes. Me incorporo en el borde de mi cama asimilando que existo y que tengo que vestirme, pero cuando veo el reloj me sorprenden los escasos minutos que me restan para poder terminar de despertarme, vestirme, cepillar mis dientes y cabello, y terminarme el desayuno a tiempo.

De un salto, con la adrenalina apoderándose de mí, corro a mi armario, recogo mi camisa blanca que, extrañamente, se encontraba colgada en el perchero y bien planchada. Busqué mi ropa interior, mis zapatillas negras que combinan con la corbata negra que nos obliga a llevar la institución y un par de medias.

Aunque no lo parezca, hacer todo eso me llevó más de diez minutos de mi valioso tiempo. Cualquier síntoma o señal de somnolencia en mí, se desvaneció completamente.

Estoy a quince minutos de las nueve, a quince minutos de llegar tarde, a quince malditos minutos de llevarme una tardanza por esto y si llego fuera de la hora de entrada, tendré que quedarme a cumplir con horario extra-escolar hasta muy tarde y eso no sería nada bueno.

NADA bueno.

Gracias a la adrenalina que persistía en mi sistema, pude terminar de vestirme y cepillarme los dientes muy rápido, tanto, que incluso conté los minutos que me estaba ahorrando haciendo todo a este ritmo. Pero todo ese ahorro lo perdí intentando encontrar mis benditos jeans y eso que ya busqué por todo el cuarto, entre todo el desastre deben estar algunos de los tres que poseo, generalmente suelo usar el de color azul oscuro para ir al colegio, es el más cómodo.

―Debo comprar más pantalones ―me repito mientras maldigo mentalmente y sigo revolviendo todo... y sí, ando con el trasero al aire.

En menos de lo que puedo imaginar, entro en una crisis emocional maldiciendo y lanzando todo por los aires, hasta que veo a mi madre entrar al cuarto.

―¿Buscabas esto? ―insinúa sujetando lo que tanto añoraba encontrar hace unos segundos, solo que lo sostiene con dos dedos de su mano y lo mira con... ¿repugnancia?.

Con el alivió apaciguando mi nerviosismo, dejo salir todo el aire que había en mis pulmones― Gracias mamá, ¿dónde estaba? ―pregunté algo apresurada por no llegar tarde.

―Lo tenía el pequeño demonio en su cueva ―dijo soltando una leve risa.

Aclaro que Pinky además de ser mi perro, es un diminuto hijo del diablo que vino al mundo a destrozar mis pertenencias, no puedo imaginar que hacían mis jeans ahí, pero en lo que sí puedo pensar y ver, es en la cantidad de saliva de perro que tiene la tela por todas partes.

―Esto es un asco ―observo con desagrado la cosa en mis manos, ya ni aparenta ser un pantalón― Ni modo ―me encogí de hombros.

Era esto, o ir al colegio en bragas y siendo sincera, no me apetece nada por estilo.

―Desayuna antes de irte. No quiero que me llamen del colegio diciendo que te desmayaste porque te bajó el azúcar o porque te has comido a algún profesor. ―dice mamá antes de irse y cerrar la puerta tras ella.

―Que graciosa... ―dije en un hilo de voz inalcanzable para sus oídos.

Aunque quisiera, no tengo tiempo para desayunar, pero es imposible resistirse al olor de las tostaditas recién hechas invadiendo mis fosas nasales. Debe haber brujería por parte de mi propia madre como para que el olor de la cocina llegue hasta mi cuarto.

Un amor para recordar [Escribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora