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Michael

Nunca he sido de los que tenían un objetivo en la vida.
Siempre he vivido la mía, día a día, sobretodo desde que mi madre se largó.
Un día todo es perfecto y al siguiente tu mundo se desmorona.
Y hace cinco años de eso.
Contaba con doce años cuando desperté una mañana a causa de unos gritos y descubrí a mi padre de rodillas frente a mi madre, quien llevaba una enorme maleta en la mano.
Ni siquiera me miró.
Dio la espalda a su familia y desapareció.
Ni una semana después mi padre recibió los papeles del divorcio.

Creo que él sigue anclado en el pasado.
Desde esa mañana en que todo cambió, se ha dedicado única y exclusivamente a mi.
Ella ni se molestó en pedir la custodia compartida.
A la larga eso ha sido lo mejor.
A simple vista no lo parece, pero creo que soy lo que ha mantenido a flote a papá.

Venir a vivir a este pueblo, por llamarlo de algún modo, no fue una decisión fácil, pero el dinero escaseaba y papá consiguió un buen trabajo aquí.
Por lo visto el dueño de la ferretería iba a jubilarse, y sus hijos no querían cerrar ni llevar el negocio.
Así fue como terminamos aquí.

La casa ciertamente necesita algunas reformas, pero es espaciosa y mas acogedora que la anterior. Sobretodo porque aquí no hay malos recuerdos.

Hoy ha sido mi primer día en esta escuela.
Desperté temprano con la intención de recorrer la zona con mi moto.
Ahorré cada dólar para poder comprarla.
Yo mismo me ocupé de su mantenimiento y la puse a punto.
Y cuando estaba empapándome de la tranquilidad de este lugar, apareció ella.

Decir que quedé flechado sería quedarme corto.
Todo en ella llamó mi atención. Es tan distinta a lo que he conocido hasta ahora.
Y me gusta.  Me encanta ponerla nerviosa. Disfruto como un cabrón al cabrearla y seguro como el demonio que disfruto teniéndola bajo mi techo. En mi ducha. Desnuda.

Ya tengo nuestra ropa en la secadora.
Soy consciente de su mirada sobre mi y a diferencia de ella, no es nada inocente.

-Está bien, morena. Creo que es hora de que dejemos claras un par de cosas. -va a interrumpirme, pero levanto un dedo frente a ella.-Uno. No sé si tienes complejo de niña buena o que otra mierda, pero no aguanto a las niñatas. Dos-levanto otro dedo- Odio que me dejen a medias cuando estoy hablando. No voy a perseguirte si ese es tu juego. Y tres. Como vuelvas a mirarme justo como estás haciéndolo ahora, voy a follarte justo contra esa pared.
Sigue mi dedo que señala la pared junto a la puerta de la cocina.
Traga con fuerza y me mira de nuevo.
Ahí esta otra vez.
-Tu lo has querido.
Estrello mi boca contra la suya y la siento deshacerse en mis brazos.
Joder.

Sé que no tiene experiencia.  Todo en ella me lo dice, pero estaría condenado si me detuviese ahora. Y no es como si ella pusiera alguna objeción.
Verla con mi ropa, olerme a mi mismo en ella es más de lo que puedo soportar.

La camiseta es lo primero que desaparece.
Sus pequeños y hermosos pechos llenan mis manos y no puedo evitar pasar la lengua por sus tentadores y rosados pezones.
Y por si su sabor no fuese jodidamente adictivo, los sonidos que hacia estaban volviéndome loco.

Incapaz de resistirme, seguí bajando, quedando de rodillas frente a ella, inhalé su excitación y dejé que mi lengua y mis labios la llevasen al borde del abismo.

Para cuando dejó de temblar después de un devastador orgasmo, me puse en pie y la levanté para que rodease mi cintura con sus largas piernas.
-Dime si es demasiado.- dejé que mi enorme erección se adentrase despacio es su apretado sexo, haciéndome poner los ojos del revés.
Esto era demasiado.
No había modo alguno en que durase más de dos segundos una vez estuviese completamente enterrado en ella.
-¡Michael!
La voz de mi padre me detuvo.
Estábamos en enormes problemas. Al menos, yo lo estaba, porque no podía dejarla ir. No ahora. Y probablemente nunca.
Su inocencia era mía y Faith también.

Inocencia perdida (Serie Love 14) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora