CAPÍTULO 2.
FOBIAS
Hace frío aquí afuera pero la temperatura de Nueva York jamás podría compararse con la de mi pueblo.
Hace mucho tiempo que no lo visito. Debe estar muy cambiado.
Evito visitarlo porque me trae recuerdos dolorosos. Uno piensa que el tiempo cura fácilmente el dolor, con eso, con "el paso del tiempo" pero en mi caso, nunca ha sido así.
- ¿Tienes mucho tiempo viviendo aquí en Nueva York?-. Pregunta Shannan acomodando bien su bufanda para proteger su cuello del frío.
- Poco tiempo en realidad-. Respondo.
- ¿Y por qué decidiste venir a Nueva York?-.
- Siempre me llamó la atención. Ya sabes, por las películas, la estatua de la libertad. Es fascinante estar aquí. Aún recuerdo ese 2001-.
- ¿2001? Pensé que nunca habías estado aquí.- Pregunta Shannan con mucha sorpresa al darse cuenta de mi error.
Debo cuidar muy bien lo que digo. Suelo pensar en voz alta y eso es algo que debo controlar.
- Septiembre 11. Fue muy impactante, a eso me refiero-. Contesto.
- Era muy pequeña cuando eso sucedió pero recuerdo que cuando lo vi en televisión me quedé en shock. Pensé que estaba viendo el avance de alguna película de ciencia ficción como El Día de la Independencia o algo parecido, ya sabes-. Dice.
Ambos esperamos la señal del semáforo para avanzar.
Me gusta la forma en la cual Shannan ve la vida; de una forma inocente, como si estuviera dentro de una burbuja. Me gustaría conservar esa que creo que es una cualidad, pero me obligué a madurar antes de tiempo.
Por un segundo me gustaría depender de alguien, sentirme protegido y apoyado. Vivir sin miedo y preocupaciones pero he comprendido que ese es un lujo que no puedo darme. Uno no puede seguir siendo tan inocente cuando ha pasado por un sin de cosas y experiencias que lo obligan a crecer. En mi caso, el tiempo y todo lo que he vivido me han obligado a conocer las miserias de la humanidad. Mis ojos han visto la derrota. He sentido la muerte muy cerca en varias ocasiones pero también he conocido a través de unos cuantos, la esperanza, la victoria y eso me ha ayudado a seguir adelante.
- Supongo que extrañas a tus padres, ¿Cierto?-.
- Mucho. No sabes cuanto-.
Es verdad eso que dice la gente. Uno debe honrar a sus padres y disfrutarlos a cada instante. Puede sonar trillado pero en mi caso se aplica pues no fui un claro ejemplo de lo que cualquier padre consideraría como un hijo digno y cariñoso. Siempre me costó trabajo expresar mis sentimientos hacia mis padres a pesar de que mamá me consentía mucho. Podía platicar con ella y en verdad nos llevábamos bien pero siempre terminaba por hacer lo que papá decía y eso terminaba por provocar muchos pleitos entre ambos. Mamá nunca tuvo el valor de apoyarme por temor a que papá se molestara. Eso desató nuestro distanciamiento. Ellos hubieran preferido que fuera igual que mi hermano pero odiaba que nos compararan. A pesar de que han pasado muchos años, podría jurar que en algunas ocasiones aún suelo escuchar la voz de papá diciéndome que debería ser como él.
Que bueno que papá murió sin saber la verdad. No sé qué haría si volviera a encontrarme con mi hermano. Hay tantas cosas que tengo ganas de decirle. Quizá el día en el que lo vuelva a tener enfrente pueda descargar toda esta rabia que siento. Creí ciegamente que todo lo que había hecho era por amor a mi y hacia nuestra familia pero después de haber leído su diario, conocí sus verdaderas intenciones.
