Capitulo XI: El tronar del cielo

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Capitulo XI: El tronar del cielo


Choromatsu se recargo en uno de los árboles, acomodándose el suéter y aquella bufanda que llevaba, tratando de cubrir su rostro con él. Hacía frio, el cielo estaba nublado, casi hasta podía divisar neblina y si su vista no le fallaba, había visto un rayo caer a la distancia. Se le erizó la piel, ¿Qué clase de clima tenebroso era este...? Era uno de esos climas en los que podía decir algo como "Nada puede salir peor" y de repente comenzaría a llover. Probablemente el ambiente había captado sus nervios y ahora estaba así, por su culpa. Sí, eso debía ser.

Pero, aparte de eso... ¿Dónde se había metido Osomatsu? Ya llevaba 20 minutos de la hora acordada esperándolo, no solía llegar tarde así que le parecía extraño. El frio no lo dejaba pensar bien, seguramente los planes que tenía estaban arruinados ya.

-Maldición...si no llega juro que me largare de aquí- gruño por lo bajo.

Aun así, sintió cierta preocupación por el otro...no era normal que no llegara, el reino no era peligroso pero tampoco podía decir que era un lugar muy seguro...no había pensado en eso, ¿Y si habían atrapado a Osomatsu? ¿Lo habían reconocido y se lo hubieran llevado? Estupendo, ahora sentía culpa. La ansiedad iba a matarlo, ¿por qué estaba así? ¿Tan desesperado...? Debería estar alegre de que no viniera en realidad, el asunto del beso lo estaba enloqueciendo más de la cuenta.

Lo peor era que con solo pensar en ello sus mejillas enrojecían...en verdad quería golpear a Totty en estos momentos por haberle metido todas esas extrañas ideas en la cabeza sobre Osomatsu. Y específicamente en estos instantes no quería ni pensar en ese beso porque si Osomatsu llegaba lo tomaría desprevenido y se burlaría de él como siempre lo hacía. Lo más irónico del asunto es que justo en ese instante el príncipe apareció... pero claro que no como una persona normal, si no por su espalda y dándole un susto tremendo al sentir los dedos índices picando sus costillas.

-¡Agh!- Grito. Había saltado por inercia y el susto que sintió. -¿¡E-Eres idiota!? ¡Madura!- Exclamó, girándose para verlo lleno de enojo. -¿Dónde te habías metido? ¡Ya iba a irme, llevo como media hora esperándote en este maldito frio!-

-¿Ehh? Pero Choromatsu, apenas es la hora en la que nos vemos siempre- dijo, ladeando la cabeza.

-...¿Qué?-

-Mira, tontito- dijo, acerándose a él y mostrándole su reloj -¿Ves? La hora está bien...Tu llegaste antes-

Choromatsu se quedó viendo perplejo el reloj, como si no pudiera creer lo que acababa de ver. En verdad... ¿había llegado antes...? Ni siquiera se había dado cuenta de eso...sintió una vergüenza horrible que se vio reflejada en sus mejillas, además de sentirse como un completo idiota.

-u-ugh...l-lo siento...- se ocultó en su bufanda, mirando hacia un lado.

-¡No pasa nada!- dijo, sonriéndole suavemente. –No puedo creer que hayas llegado antes, ¿estabas ansioso por verme?- comentó en broma, ante lo cuál Choromatsu no lograba hacer más que ruborizarse más.

-Pfft, por supuesto que no, solo debí haber visto mal la hora- se excuso, no podía dejar salir ni una pisca de nervios. -¡C-Como sea! Ya llegaste y-y eso es lo que importa...- Le miró, dándose cuenta de algo. –Hey...tu...vienes como siempre... ¿no tienes frío? Yo estoy más acostumbrado al clima y aun así me estoy congelando-

-¿mh...? Oh, cuando salí del castillo no se sentía tan frio así que pensé que no lo necesitaría... ¡Pero está bien! Soy fuerte, puedo soportarlo-

-...tus manos están temblando- respondió, dando un suspiro.

-¡Asi son mis manos siempre!-

-Si, claro, como si no lo hubiera notado antes, ¿verdad?- Choromatsu rodó los ojos, el príncipe era descuidado a veces, era obvio que no quería preocuparlo pero con esa actitud sólo se preocupaba más. –Ven aquí, nadie quiere batallar a un príncipe enfermo, y mucho menos yo- se quitó la bufanda que llevaba puesta, acomodándola alrededor del cuello de Osomatsu. Se había concentrado en cubrirlo bien con la bufanda, pero cuando terminó de hacerlo volteó hacía arriba...un grave error. El rostro de Osomatsu no estaba tan cerca pero sintió como si fuese asi. Sus mejillas estaban sonrojadas levemente y tenía una expresión sumamente adorable...por su culpa, por haberle puesto la bufanda así. -¡n-no pongas esa cara! D-demonios...- se apartó rápidamente, acomodándose el suéter.

¡Oh, mi principe! (Osochoro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora