Octavo capitulo

70 7 4
                                    


-¡ES MÍA!.- exclamó un niño cochambroso que agarraba con orgullo una manzana.

-Deja eso ahí, Levi.- Sonrió la madre de Levi, mientras que observaba cómo su hijo le había arrebatado una manzana a un vendedor.

-¿Por qué?.- preguntó dudoso aquel niño con la manzana entre sus manos.

-Porque no es tuya, Levi duende.- una hermosa sonrisa marcó el rostro de su madre. Mientras que Levi miraba con recelo aquella manzana que había agarrado.

-Aquí está.- le entregó la manzana al vendedor.

-No, quédatela. Te la regalo.- le brindó una sonrisa acogedora haciendo que Levi se le agrandará su sonrisa.

-¿Oíste eso? Ahora es mía.- se dirigió a su madre victorioso porque había motivado aquel hombre con esa carisma que caracteriza Levi.

-Sí, lo oí.- frotó sus suaves cabellos azabache con sus manos. Mientras que le regalaba la sonrisa más tierna que Kuchel tenía.

**
¿Qué es el dolor ajeno?
¿Por que yo no siento dolor?

Observaba ese enorme ataúd que posaba enfrente de él, había muerto un familiar de un amigo suyo. Su alrededor era gente llorando, dando pena y dolor. No entendía que sufrían ellos. Aún no entendía qué era el dolor.

-Oye, te veo desanimado.- fue imprudente el decirle tal imprudencia a su amigo. Claro que estaba desanimado, se había muerto su tío.

-Levi.- guardó silencio Levi, agachándose mostrándose arrepentido por el comentario.

-¿Si?.-

-¿Nunca has sentido ese dolor?.- la pregunta le dio una punzada al pecho, vaya que fue tonto al preguntar eso.

-No, jamás. Mi única familia es mi mamá y mi esperada hermana.- seguía con la cabeza gacha, se sintió la persona más tonta en ese momento.

-Pero eres afortunado, tu familia no es solo tu mamá y una hermana que ya está por llegar. Tienes a tus padres, tíos, primos y abuelos.- agregó.

-Sí, soy afortunado.- ambos guardaron silencio. Su amigo, Rin. Se sentía devastado mientras que Levi se sentía extraño, al probar nuevos sentimientos.

¿Qué es el dolor ajeno?
¿Por que yo no siento dolor?
Tal vez sus preguntas ya iban a hacer contestadas.

-¿Ma-mamá?.- tartamudeó. Sus ojos se empezaron a nublarse, corrían pequeñas lágrimas por sus mejillas pálidas. Sintió como le dolía el pecho y la cabeza. Dolía, sintió como todo se estaba derrumbando frente a sus ojos.

Su madre, había sido asesinada por un hombre, un cómplice de aquella bruja que los había encerrado.

¿Como se sentía? Impotente, con rabia y dolor. Sus puños se apretaron, sus dientes rechinaban, su vista se moría, aquellos ojos que reflejaban amor y vida. Se iban extinguiendo poco a poco, cada lágrima que salían de sus orbes, era el sufrimiento y dolor que sentía en esté momento.

¿Por que yo no siento dolor?
Jamás había perdido un ser querido, jamás había sido testigo de una tragedia o de una fuerte emoción. Pero ahora, ver cómo su madre descendía al suelo sin vida, sintió por primera vez esa palabra dolor. Esa palabra que jamás había sentido hasta el día de hoy.
¿Que es el dolor ajeno?
Ese dolor que no sentía aquella señora que había mandado matar a su madre, también el hombre que apretó el gatillo sin rechistar.

A través de la red Donde viven las historias. Descúbrelo ahora