II

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Ya han pasado varios días del incidente de Micael pero lo peor es que Christian aún no despierta, dijeron los doctores que era normal en un humano, puede que el chico es de estómago demasiado sensible, me sentí culpable cuando lo mire en el suelo, entre Athan y yo lo sacamos de la escuela para llevarlo al hospital, ahora me encuentro a su lado tomando su mano derecha que está fría, la máquina que supervisa sus latidos ya me tiene harta, puede que gracias a ese maldito aparato se que está vivo pero no me da ninguna señal de que despierte.

- Abath - escuche a mis espaldas, no he querido salir de aquí, solo salí porque tuve que cambiarme por la maldita sangre de Micael y mi sangre.

- Vete de aquí Adán, dije que no quiero que venga alguien más aparte de Christine - dije neutra, ese siempre ha sido mi estado desde lo que pasó de mis padre.

- Abath, no has comido nada desde que llegaste aquí con Chris, debes comer algo, no siempre vivirás a base de aire - dijo Adán acercándose pero le gruñí, con eso dejo de avanzar.

- No me iré de aquí hasta verlo despierto - dije mirándolo de reojo, él solo asintió, se retiro si no antes hacer una reverencia, apreté la mano de Chris esperando una respuesta pero nada.- Todo es tu maldita culpa, si tan sólo hubieras acatado la orden que se te dio, no tuvieras que estar en el hospital ahora - dije observándolo, no me quiero encariñar con él, lo mejor para los dos es estar por separado, suspiro y me siento recta en la silla.

Contemple su rostro, nariz algo respingona, labios medianos ni tan gruesos ni tan delgados una cantidad perfecta, su barbilla partida dando un poco de rudeza a su perfil algo infantil, los pómulos que tiene casi perfilados, largas y gruesas pestañas, unas cejas pobladas pero bien peinadas, tiene un pequeña cicatriz en la barbilla que llega a la comisura de sus labios, demasiado fina en verdad, pero lo que más me intriga de él son sus ojos, esos ojos grises tormenta que me cautivaron apenas los vi, no puedo creer que alguien como él me tocara de mate, alguien especial para una bestia como yo.

- Tengo que protegerte de mí, alejarte de mi mejor dicho - dije mirándolo, me reí un poco, recordando las palabras de Micael, un humano, lo observé de nuevo, agache la cabeza sin quitarle la mirada, los Dioses ahora mismo se están riendo de mi, un humano como mate, suspire algo cansada, cerré los ojos buscando algo de paz pero mi mente es traicionera y no da tregua; puede que Adán tenga razón, no podré seguir viviendo a base de aire. Me enderece, me duele verlo así, la conexión de mates se hizo un poco más fuerte entre los dos por el beso, me paro de la silla, me acercó a la ventana, me quedo ahí mirando la ciudad.

- Tabatha - escuchó su voz, algo rasposa, me volteo y lo observó desde donde estoy, no quiero acercarme más, necesito tener límites con él.

- Chris, estoy aquí - dije mirándolo, me habló aún dormido, vi como buscaba algo con sus manos, a lo mejor las mías.

- ¿Qué pasó? - dijo apenas abrió los ojos, me miró al extrañado al verme cerca de la ventana, si quería que él tuviera una vida normal era lo mejor.

- Al parecer te desmayaste después de todo lo que pasó, fue mi culpa - dije mirándolo a los ojos, vi como fruncía el ceño, al parecer su mente le ha hecho encerrar ese recuerdo y no volver a rebobinarlo para recordarlo, pero veo su expresión de preocupación dándome cuenta que recordó.

- Tú, ¿cómo te encuentras?, la última vez te vi sangrando y con demasiado hematomas - dijo preocupado, me crucé de brazos y me recargué en la pared pero sin tocar la ventana, suspiré, desde hace unos años me ha costado regenerarme bien, los médicos dicen que es por falta de control.

- No debes preocuparte por mi, es más por ti, te dije que no te acercarás al evento que estaba pasando, ¿qué creías haciendo eso?, ganando popularidad entre las chicas, o que ubicaran y te matarán más fácil - dije molesta, mi loba me hizo hablar de esa forma, vi como Christian me miraba impresionado, al parecer no era la respuesta que esperaba.

Soy de la AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora